Estudiantes de la Escuela Boero brillaron con proyectos innovadores junto a mentores de empresas
A través del programa de Mentorías, alumnos de la Escuela Boero desarrollaron propuestas creativas que buscan dar soluciones concretas a problemáticas cotidianas. Con la guía de profesionales, aprendieron a vincular la técnica escolar con la realidad laboral.
El Programa de Mentorías de Proyectos de Escuelas Secundarias Técnicas busca tender un puente entre la escuela y el mundo profesional. Se trata de una iniciativa que promueve encuentros semanales entre estudiantes y mentores —profesionales de distintas empresas— para enriquecer los proyectos integradores que los alumnos desarrollan en su último año. El propósito es que los jóvenes incorporen una mirada complementaria, que vincule sus saberes técnicos con la experiencia del ámbito laboral real.
"El programa surge durante la pandemia, cuando las pasantías presenciales se interrumpieron. Buscábamos que los chicos siguieran vinculándose con las empresas, aunque fuera de manera virtual. Así nació la idea de las mentorías, y hoy se mantiene porque cada vez hay más escuelas interesadas", explicó Mariángela Daghero, docente encargada del área de Pasantías en la Escuela Boero. Según la profesora, el rol del mentor es clave porque "guía, asesora y ayuda a que los estudiantes analicen si su proyecto puede aplicarse en la vida real".
En esta edición, la EPET N°1 Ing. Rogelio Boero presentó tres proyectos, de los cuales dos obtuvieron un desempeño destacado por su creatividad, funcionalidad e impacto social.
Uno de ellos fue el Banco Sustentable, un diseño que busca dar respuesta a una necesidad concreta dentro del aula: la falta de tomacorrientes para el uso de computadoras y celulares. "En 7mo somos 41 alumnos y solo tenemos cinco enchufes. Trabajamos con computadoras y celulares, y muchas veces no podemos usarlos por falta de carga", contaron los integrantes del equipo conformado por Camila Bordes, Ignacio Guzmán, Valentín Irazoque, Andrés Murua y Alfredo Olivares, junto a los docentes Daghero e Irusta, y los mentores Leticia Landazuri y Juan Cruz Bouyssede, del Grupo Santander.
A partir de esa necesidad, diseñaron un banco que reutiliza tomas eléctricas en desuso de los talleres de la escuela. "Queríamos aprovechar materiales que estaban rotos y darles un nuevo uso. Así surgió el Banco Sustentable, funcional y ecológico", explicaron.
Durante el proceso, fueron ajustando el diseño y simplificando la estructura para hacerlo más práctico."Fuimos modificando el modelo, quitando detalles que lo hacían incómodo y adaptándolo a las dimensiones de las computadoras y del aula. Finalmente logramos un diseño sencillo, pero útil."
El segundo proyecto, denominado Fortis Armis, se centró en la seguridad laboral en el ámbito de la construcción. El equipo conformado por Santino Maza, Pablo Páez, Mateo Quevedo, Paula Salvatierra e Ignacio Vega, junto al mentor Maximiliano Caif López del Grupo Arcor, diseñó un traje ergonómico para trabajadores que busca mejorar la protección ante golpes y cortes. "Queríamos mejorar los trajes de seguridad, como cascos o chalecos, para prevenir accidentes que muchas veces pueden ser graves", explicaron los estudiantes.
Con el acompañamiento del mentor, lograron reducir costos y optimizar materiales."Al principio parecía un traje casi militar, muy caro y pesado. Con el paso del tiempo fuimos simplificándolo para hacerlo accesible y funcional, algo que los trabajadores realmente puedan usar", detallaron. En este caso, los chicos presentaron una maqueta en 3D del proyecto.
Más que un proyecto escolar
Además de la experiencia técnica, los jóvenes destacaron el aprendizaje humano y colectivo. "Trabajar en equipo, ver cómo algo que imaginamos se vuelve real, fue increíble. Aprendimos a organizarnos, a escuchar y a mejorar", contaron los alumnos. También dejaron un mensaje a los próximos egresados:"Estaría bueno que los proyectos no queden en el olvido, que se sigan aplicando en las escuelas. Son ideas simples, pero necesarias, que pueden mejorar mucho el día a día".
Las mentorías, coordinadas por docentes y profesionales de empresas, permiten a los estudiantes conectar la teoría con la práctica, desarrollar habilidades de análisis, creatividad y resolución de problemas. Al finalizar, los proyectos son evaluados por especialistas externos que valoran la innovación, la calidad técnica y la aplicabilidad de cada propuesta. Con experiencias como las de la Escuela Boero, el programa reafirma su objetivo: formar jóvenes capaces de detectar problemas reales y transformarlos en soluciones concretas, combinando conocimiento, trabajo colaborativo y compromiso social.