Elecciones UNSJ: Los resultados en Exactas y la Escuela de Ciencias de la Salud| Abrir nota completa...
Para ver esta nota en internet ingrese a: https://www.diarioelzondasj.com.ar/a/322843
Un hombre del vino

Arnaldo Carracedo: decano de los enólogos sanjuaninos

Con una trayectoria de más de 50 años en la industria vitivinícola, fue clave en la fundación del Centro de Enólogos de San Juan y en la creación del Consejo Profesional de Enólogos. Su trabajo sigue siendo un referente en la región.

Tenía la primera matrícula de inscripción de enólogos otorgada por el INV en la región: la 20-009000 y la matrícula 003 del Centro de Enólogos de San Juan. La matrícula 001 era la del Enólogo Alberto Baistrochi -quien había inaugurado el Centro de Enólogos en 1923- y la matrícula 002 la poseía el Enólogo Rogelio López Mansilla, fundador de la bodega López Peláez.

Arnaldo Simón Carracedo Somalo era considerado un verdadero hombre de consulta entre sus pares y empresarios, que reconocían su gran experiencia y conocimientos en la industria vitivinícola. En 2005, cuando lo entrevisté para El Viñatero, con 53 años de profesión era una de las glorias vivientes de nuestra vitivinicultura.

En 1952, a los 18 años, recibió su título de Fruticultor Enólogo de la que sigue siendo hoy la Escuela de Fruticultura y Enología, en la Av. Paula Albarracín de Sarmiento y 25 de Mayo, al lado de la casa de Gobierno. A parte de su actividad profesional, que comenzó a ejercer apenas recibido de enólogo, fue activo impulsor del Centro de Enólogos de San Juan, inaugurado por Alberto Baistrochi, y varias veces presidente del organismo decano de los enólogos sanjuaninos.

Como autoridad y como socio del Centro de Enólogos buscó darle a la profesión la seriedad y jerarquía que merecían quienes elaboran esta bebida considerada en el mundo fuente de salud y satisfacción para el cuerpo y para el espíritu. Fue así que inició el trámite para la creación del Consejo Profesional de Enólogos, entidad que certifica los títulos de los enólogos y supervisa todo lo que tiene que ver con la matrícula profesional. Fue también su presidente en distintas oportunidades y durante 16 años consecutivos, ejerciendo además en las dos entidades de enólogos mencionadas todas las funciones existentes. A su labor se debió la terminación de la actual sede del Centro y Consejo Profesional de Enólogos en la Av. Rawson 497.

Joven recibido, se ofrece

No es fácil resumir una actividad tan intensa y tan extensa, porque como él mismo nos decía: "No sé cómo pude hacer tantas cosas a la vez". En noviembre de 1952, con 18 años recién cumplidos, terminó de cursar sus estudios en la Escuela de Enología, y ya a comienzos de 1953 -¡eran otros tiempos!- estaba trabajando con Pedro Humberto Lépez, con quien realizó su primera experiencia en la atención de bodegas y en el trabajo de laboratorio, efectuando sus primeros análisis enológicos.

Al final de 1953 recibió el título de Fruticultor Enólogo con la tesis "Los efectos del hierro en el vino y tratamiento para eliminarlos". En 1954, trabajando todavía con Lépez, comenzó a trabajar en la bodega del padre del conocido corredor automovilístico Eduardo Copello, nombre con el que fue bautizado nuestro Autódromo de Zonda. La bodega de Copello, en Trinidad, fraccionaba vinos en tanques y bordalesas que transportaba en tren a Buenos Aires, capital principal de consumo de los vinos sanjuaninos. 

En 1955 y hasta el 2 de mayo de 1957 -durante veintiséis meses corridos- le tocó hacer el Servicio Militar (que era obligatorio y se hacía con 20 años cumplidos) en el Ministerio de Marina, justo allí donde estaba el Almirante Isaac Rojas, a cuyas órdenes debió estar al producirse la "Revolución Libertadora" (ni revolución ni libertadora). "No sé de qué nos libraron…", me confesaba Carracedo. Lo mismo pensaba del golpe de 1976: "Los militares tenían el 100% pero se robaron el país". Aunque tampoco durante esos dos años que estuvo "bajo bandera" dejó de hacer vinos.

Por las tardes, después de salir del Ministerio de Marina donde hacía la colimba, "me iba a trabajar a la bodega de Balcarce Hnos. en Avellaneda hasta la noche y los sábados a la mañana. Hacía los análisis para poder fraccionar en botellas y damajuanas". Como era muy trabajador y eficiente, me contó, "querían que me quedara y me hicieron una oferta importante. Pero era tan sanjuanino y mi padre -Ricardo Carracedo- trabajaba con bodegas, así que él fue el que me vinculó nuevamente en San Juan, adonde volví a trabajar".

Recién llegado de Buenos Aires trabajó en las bodegas Santa Ana de Galdeano y Fernández, y en Chimbas en la bodega Los Huarpes. Con Fernández -un práctico- aprendió definitivamente a hacer vinos, no dejando de hacerlo hasta el final de su vida. Desde entonces, un sinnúmero de bodegas en distintos departamentos de San Juan sabría de su dedicación y responsabilidad. El 28 de octubre de 1958 -día de su cumpleaños 24- ingresó a trabajar en el Consejo de Protección Agrícola. Ingresó como ayudante técnico en tasación de daños de granizo y heladas y llegó a ser jefe de Departamento. Finalizó allí su carrera pública con 34 años de trabajo siendo gerente de la institución.

Necesitaríamos mucho espacio más para contar su vida, que tuvo muchos campos de acción, pues como él lo fundamentaba: "No se debe solo pensar y hablar sino también se debe participar".  

Últimas noticias

Ver más noticias