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LA ALEGRÍA Y LOS DESAFÍOS DE LA DOCENCIA

"Si naciera de nuevo, volvería a ser maestra"

La seño Laura Fernández lleva varios años al frente de salas de 4 y 5 en diferentes escuelas. Destaca el cariño siempre vigente  de sus alumnos. Y remarca el gran valor que los docentes tienen en la vida de los niños. 

Junto a sus compañeras de trabajo y el gran Maestro de América.

Heredó de su madre su pasión por la docencia. Como si fuera hoy recuerda a su mamá, directora de la escuela 11 de septiembre colocándose el guardapolvo y después de finalizado el terremoto de 1977, caminando junto a sus hijos para abrir el establecimiento. 
Por ello, al momento de elegir una profesión no lo dudó. Y se dedicó a la docencia. "Me recibí siendo mamá pero ya trabajaba en un jardín maternal, desde los 19 años ya trabajaba con niños", recuerda. 


Comenzó la docencia en la escuela Nueva Juan Fanzolato en Rawson. "El primer día de clase fue hermoso. Los niños de sala de 4 son hermosos. Estuve muchos años en sala de 4 donde los niños son bebés y en la de 5 son ya son  como gente grande. Con la edad que tengo podría estar en las dos salas muy contenta", dice.  
Además desde el 2011, también es docente en el Colegio Medalla Milagrosa de Capital.  


"Los niños son muy sinceros y no miden su cariño", destaca. 
Entre sus anécdotas recuerda a un pequeño que con felicidad le contó a sus padres que la seño Laura lo quería muchismo. "Y los padres le preguntaron porque decía eso. El respondió que cuando yo lo saludaba lo apretaba fuerte. Es una señal de que uno los quiere mucho".


Agrega que con los años fue sumando alumnos integrados. "Son un regalo de Dios para que una siga aprendiendo. Lo hacemos con muchísimo cariño", 
Sobre los desafíos de la docencia en esta época de nuevas tecnologías reconoce sonriendo que "soy cero tecnología". 
"Pero me gusta sentarme a conversar con los niños, a hacer empanadas o sopaipillas con ellos  y abrazarlos cuando lloran", remarcó. 

La pandemia y los docentes 
Laura recordó que durante la pandemia hacían cosas como disfrazarse y filmar videos para los niños, contar historias y cuentos. "Fue difícil pero ya pasó y fue un gran aprendizaje. Filmábamos una y otra vez porque nos equivocábamos, algo nos salía mal y se nos cruzaba el perro, pero lo logramos", relató entre risas. 


"Se valorizó mucho el ida y vuelta del cariño con los chicos", destacó. "El amor de los chicos y el deseo de aprender y de querer a la seño sigue intacto. En jardín, cualquier pelea de ellos se arregla con un abrazo. Es muy lindo y no lo cambio por nada", relata.

Una de las primeras promociones de la escuela Fanzolato que la tuvo como seño de jardín.

Las anécdotas buenas y malas
Laura recuerda como para un alumno llamado Joaquín fue esa seño que lo llenó de cariño cuando su mamá murió. 
"También me paso de escuchar a las mamás llorar, darles una mano y decirles que todo iba a estar bien.  No es solamente a los niños a los que debemos ayudar, sino que los padres muchas veces necesitan que los acompañemos", agrega. 


La seño remarca que con tantos años de trabajo ahora tiene alumnos hijos de exalumnos. 
"Hace unos años fui a un casamiento de uno de ellos y en una mesa me preguntan de quien era familia. Yo conté que había sido maestra del novio, del hermano del novio, del padrino y del hermano del padrino, de la hija de este y de algunos invitados. Había sido maestra de casi toda la familia", señala. 


"Además he ido a cumpleaños de 15 de las alumnas", dice. Y recuerda como cumplió la promesa de una alumna de sala de 4 años quien quería que la acompañara en su fiesta de 15 años. 
Y también como otra alumna quería con mucha emoción, que le contara a sus compañeros que fue maestra del papá.

Una reflexión en un día especial
Para todos los docentes en su día, Laura quiso dejar una reflexión. 
"Debemos recordar siempre que estamos tratando con almas y corazones. Eso es muy importante y los niños necesitan siempre de nosotros por más tecnología que haya". "El abrazo de la maestra no se compara con nada.  Tenemos que estar contentas porque a todos nos pasan cosas pero cambia la vida cuando uno mira a los alumnos progresar". 
"Yo ahora miro a mis alumnos como nietos y como abuela les tengo más paciencia. Y  si obvio que uno se cansa pero la paciencia no se cansa", concluye. 

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