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Viernes 29 de Marzo, 2024
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En septiembre de 1979

Con la magia de los pibes quisieron tapar los crímenes cometidos

La CIDH visitó el país para investigar las denuncias por violaciones a los Derechos Humanos, visita que coincidió con los festejos por el título obtenido por la Selección Juvenil encabezada por Diego Maradona en Japón.

La Selección Juvenil encabezada por Maradona festeja el título ganado en Japón en 1979.

El 6 de septiembre de 1979, en plena dictadura militar, arribó a territorio argentino la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El grupo de seis juristas encabezados por el venezolano Andrés Aguilar, quien había sido presidente de la Corte Suprema de Justicia de su país, venían con el objetivo de investigar las innumerables denuncias por violaciones a los Derechos Humanos y recorrer las cárceles, inclusive algunas unidades militares como la ESMA, uno de los principales centros clandestinos de detención. Todo bajo el control y la supervisión del gobierno encabezado en ese entonces por el dictador Jorge Rafael Videla.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos que visitó el país.


En esos días se jugaba en el lejano Japón, el Mundial Juvenil de Fútbol. Pese al horario de los partidos (se desarrollaban en la madrugada argentina), el torneo acaparó la atención de los argentinos por varios motivos: la alegría reciente que había dejado el título mundial obtenido por Kempes y compañía en 1978 en el estadio de River; la presencia de Diego Armando Maradona en el juvenil; y el fútbol vistoso que desplegaba el equipo dirigido por Menotti y que integraba, entre otros, Ramón Díaz, Gabriel Calderón, Juan Barbas y Juan Simón.  


En primera fase, el seleccionado albiceleste superó sucesivamente a Indonesia 5 a 0 (tres de Ramón Díaz y dos de Maradona); 1 a 0 a Yugoslavia con tanto de Osvaldo Escudero; y 4 a 1 a Polonia (dos goles de Calderón, y los restantes de Maradona y Simón).


En cuartos de final, la víctima del equipo argentino fue Argelia, al que derrotó por 5 a 0 (tres de Ramón Díaz, Gabriel Calderón y Diego Maradona), mientras que en la semifinal venció al duro equipo uruguayo con goles de Maradona y Díaz.


La consagración llegó el 7 de septiembre, en el Estadio Nacional de Tokio, al ganarle a la URSS (Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas) por 3 a 1 con goles de Hugo Alves (penal), Ramón Díaz y Diego Maradona, quien lideró ese mágico equipo y se consagró como la figura del torneo, olvidando el trago amargo de haber quedado fuera del plantel que ganó el Mundial de 1978.

Maradona con la Copa da la vuelta olímpica en el Estadio Nacional de Tokio.


Mientras los pibes argentinos festejaban el título obtenido y daban la vuelta olímpica en la capital japonesa, en la sede de la OEA (Organización de Estados Americanos), en avenida de Mayo, cerca de la Casa Rosada, un numeroso grupo de personas, a quien poco o nada le importaba lo que acontecía en Japón, presentaba sus denuncias ante la Comisión, reclamando por la muerte o desaparición de algún familiar.


Los militares quisieron sacar provecho, una vez más, del fútbol, del buen fútbol que desplegaban los pibes, muchos de los cuales, entre ellos Maradona, estaban haciendo la colimba (servicio militar obligatorio). Tal fue la importancia que la dictadura le dio al torneo, para tratar de seguir tapando los crímenes cometidos y que seguían cometiendo, que Videla presenció la final en los estudios de ATC (la actual Televisión Pública), y también se ocupó que la selección viajara al país antes de los previsto, para que pudieran festejar el título junto al pueblo argentino, necesitado por lo menos de una ínfima alegría.

El dictador Videla recibe a los campeones del mundo en Casa Rosada.


Finalizado el partido, José María Muñoz, en esa época el relator de fútbol más escuchado del país, logró que Videla se comunicara telefónicamente con Menotti y Maradona. Además, desde los micrófonos de Radio Rivadavia, instó a que "vayamos todos a la Avenida de Mayo y demostremos a los señores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que la Argentina no tiene nada que ocultar".


"Los argentinos somos derechos y humanos", agregó el "Gordo", en consonancia con el slogam de la campaña oficial que había lanzado el gobierno, campaña que organizó Burson Marsteller, una agencia con sede en Nueva York y que realizaba campañas en la mayoría de los países latinoamericanos gobernados por dictaduras militares. La frase se repetía en medios televisivos y radiales, y muchos automovilistas llevaban el sticker en sus autos.

La calcomanía que entregaba la dictadura militar.


Ni la campaña del gobierno, ni la voz de Muñoz, impidieron que la Comisión siguiera recibiendo millares de denuncias en Buenos Aires, Córdoba, Tucumán y Rosario, y visitando cárceles y centros clandestinos de detención como La Rivera, La Perla, el Atlético y el Olimpo.


En 1980, la CIDH elaboró un informe que no dejaba bien parado al gobierno militar, por tal motivo fue prohibida su difusión en el país. Sin embargo en el mundo ya circulaba ese documento que ponía en evidencia las múltiples violaciones a los derechos humanos que se cometían en Argentina, crímenes que los cínicos dictadores quisieron tapar con la magia de 22 pibes.

La Selección Juvenil que ganó el Mundial, dirigida por César Luis Menotti.

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