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Confesiones de una trabajadora sexual

LOS SECRETOS DE LA CALLE

La relación con la policía, las nuevas formas de ejercer el oficio y los estigmas sociales. Madre de 5 hijos y abuela de 13 nietos, Mónica Lencina es titular de la asociación que nuclea a las meretrices en SJ.

Mónica Lencina logró superarse y cambiar de vida. Actualmente está contratada en el Centro Cívico, pero supo lo que es ejercer el oficio más antiguo del mundo, el de trabajadora sexual.
La Secretaria General de AMMAR San Juan (Sindicato de Mujeres Meretrices de la Argentina) tiene 50 años, nació en Santa Lucía, tiene los estudios primarios completos y se recibió de peluquera. Por si fuera poco, el año que viene empezará a estudiar Trabajo Social.
Mónica es madre de cinco hijos, abuela de 13 nietos y está en pareja.
"Empecé en la calle a los 29 años, en ese momento estaba separada y con cuatro hijos a cargo. Encontré en el trabajo sexual el poder tener tiempo para mis hijos y sobre todo, el dinero para darles lo que necesitaban", confiesa.
Lo positivo que Mónica rescata del trabajo sexual es la autonomía de poder elegir cuándo, con quién y las formas de estar con alguien. Lo negativo fueron las dos veces que la llevaron presa y las "verdugueadas" que le transmitieron desde un policía hasta un juez por ejercer el trabajo sexual como si fuera una vergüenza o un estigma.

Sexo virtual

Para Mónica, desde que empezó en el oficio hasta hoy, cambiaron las formas y las modalidades. "Antes había boliches y departamentos, en cambio ahora solamente está la calle. También está cambiando la mirada social hacia el sector, ya que antes era vergonzoso decir ‘soy puta’ y hoy es nuestra identidad política, ahora también se habla de trabajo sexual y antes no se hablaba de nada de esto".
Mónica llegó a AMMAR cuando cerraron los lugares de trabajo y se vio expuesta a la calle y a ir presa.
Se trata de la única organización a nivel nacional que lucha por el reconocimiento del trabajo sexual.
"También, como organización, conseguimos donaciones para ayudar a nuestras compañeras en la pandemia", destaca.
Lencina agrega que durante el contexto de la pandemia empezaron a trabajar de otra manera, por ejemplo utilizando la virtualidad de las redes sociales y cobrando a través de Mercado Pago. A las chicas que empiezan en el trabajo sexual, Mónica aconseja que "con la salud no se tranza, el uso del preservativo es necesario en todo momento y lo más importante es estar organizadas, pueden cursar los talleres de AMMAR (Ver ‘Talleres para trabajadoras sexuales’) para que la policía no juegue con su ignorancia y las detenga poniéndoles de excusa cualquier artículo".
Su sueño es conseguir que se aprueben derechos laborales en el marco de una ley de trabajo sexual para que a ninguna mujer le quiten sus hijos, le trabajen la culpa y la vergüenza o que sean señaladas y sujetas a burlas por la sociedad.
"Me gustaría vivir en una sociedad inclusiva sin discriminación hacia nuestro sector", anhela.

TALLERES PARA TRABAJADORAS SEXUALES

Desde AMMAR se brindan talers gratuitos para trabajadoras sexuales de SJ. Se realizan los jueves de 19 a 21 hs en calle Mitre, antes de Patricias Sanjuaninas.
"La idea es que las compañeras sepan qué derechos tienen y que conozcan sobre las enfermedades de trasmisión sexual", explica Mónica y agrega que los talleres continuarán el año que viene.
Antes de la pandemia, estos mismos talleres se daban desde la esfera estatal, en el Consejo de la Municipalidad de Capital y se entregaban certificados.
Lencina aclara que, aunque no se ha realizado un censo formal, calcula que actualmente hay unas 300 trabajadoras sexuales en todo SJ.

“Como organización, conseguimos donaciones para ayudar a nuestras compañeras en la pandemia”, destaca Mónica Lencina, titular de AMMAR San Juan.

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