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9 de Julio

Dos sanjuaninos en Tucumán: la huella cuyana en la independencia argentina

Francisco Narciso Laprida y Fray Justo Santa María de Oro representaron a la provincia en el Congreso de Tucumán y fueron protagonistas de uno de los hechos más trascendentales de la historia argentina: la independencia de las Provincias Unidas. 

Cada 9 de Julio la historia revive con fuerza en todo el país, pero en San Juan la fecha cobra un tinte especial: fue un sanjuanino, Francisco Narciso Laprida, quien presidió la sesión en la que se proclamó la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Junto a él, Fray Justo Santa Maríade Oro fue otra figura clave que llevó a Tucumán la voz de una provincia decidida a romper los lazos con el poder colonial.

El camino hacia la libertad no fue corto ni sencillo. La independencia que se declaró en 1816 fue el resultado de años de conflictos, ideas revolucionarias y debates profundos sobre el futuro del territorio que, por entonces, luchaba por consolidarse como nación. A comienzos de ese año, los representantes de las provincias fueron convocados para reunirse en San Miguel de Tucumán. San Juan eligió como diputados a Laprida y a Santa María de Oro, quienes emprendieron un arduo viaje desde el oeste argentino para llegar a destino.

Los congresistas sesionaron desde marzo en la casa de Doña Francisca Bazán de Laguna. Allí se discutieron temas cruciales: la necesidad de declarar la independencia, la organización del país, el establecimiento de una constitución y la forma de gobierno. Las tensiones no eran menores: mientras algunos sectores buscaban una monarquía, otros defendían la república. En ese contexto, los sanjuaninos marcaron una postura decidida y coherente.

Laprida fue elegido presidente del Congreso el 1 de julio. Apenas nueve días después, sería él quien formularía la pregunta que cambiaría la historia: "¿Queréis que las provincias de la unión sean una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli?". La respuesta fue unánime y quedó plasmada en el Acta de la Independencia, traducida luego a lenguas originarias como el quechua y el aymara.

Francisco Narciso Laprida

No menos relevante fue el rol de Fray Justo Santa María de Oro. En el debate por la forma de gobierno, propuso que antes de tomar una decisión se consultara al pueblo. Su defensa del principio de autodeterminación fue tan firme que amenazó con retirarse si no se respetaba esa voluntad. Su intervención quedó registrada como uno de los gestos más democráticos del Congreso.

Ambos regresaron a San Juan en 1817, pero sus huellas quedaron en la historia grande del país. Laprida, de ideas unitarias, continuó su carrera política hasta ser asesinado en Mendoza en 1829, víctima de la violencia de su época. Santa María de Oro, por su parte, continuó su labor eclesiástica y fue nombrado Obispo de Cuyo. Falleció en 1836 y sus restos descansan en la cripta de la Catedral de San Juan.

Fray Justo Santa María de Oro

Hoy, más de dos siglos después, su legado sigue vivo. No sólo por el rol institucional que cumplieron, sino por la firmeza de sus convicciones y el amor a la libertad. La historia argentina no puede narrarse sin ellos; la historia sanjuanina los lleva con orgullo en cada página.

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