La muerte de Cristina Olivares marcó un antes y un después en los femicidios
María Cristina Olivares fue asesinada en 2012 por su expareja y dos cómplices. Recibió 163 puñaladas y su caso evidenció la indiferencia institucional frente a la violencia de género.
Aquel 7 de julio de 2012, era una mañana muy fría como tantas otras de aquel invierno en San Juan, pero nadie imaginaba que ese día quedaría grabado como uno de los más oscuros de la historia reciente de la provincia.
María Cristina Olivares, madre de dos pequeños, fue asesinada con una saña inusitada por su expareja, Miguel Ángel Palma, junto a su amante, Rosa Videla, y la cuñada de esta, Noelia Corvalán.
La joven fue engañada con una cita en la vivienda de Palma, en el departamento Pocito.
Lo que siguió fue una tortura planificada. María Cristina fue golpeada, amordazada, atada con el lazo de un saco y acuchillada 163 veces, especialmente en el rostro y cuello.
Su cuerpo fue abandonado en un callejón del departamento Pocito . La autopsia reveló que intentó defenderse, pero no tuvo escapatoria.
La investigación determinó que el móvil fue el odio, los celos y el deseo de control por parte de Palma, quien no toleraba la independencia de Cristina ni su vida sentimental luego de la separación. Hubo premeditación, ensañamiento y alevosía.
En diciembre de 2014, los tres autores del crimen fueron condenados a prisión perpetua por homicidio triplemente agravado. También fue procesado Luis Videla, hermano de Rosa, por encubrimiento agravado.
Pero el calvario para la familia Olivares no terminó allí. En un hecho insólito, más de un año y medio después del crimen, la Justicia citó a declarar a Cristina por una denuncia de violencia contra su exesposo
"Me explicaron que salió una resolución a favor de Cristina, pero no sabían que había muerto", contó su padre, Antonio Olivares, visiblemente indignado.
Antonio fue un luchador incansable por justicia. Sostuvo a sus nietos y lideró la búsqueda de verdad en un contexto de desidia institucional. El hombre falleció, y nunca dejó de reclamar por su hija hasta el último día de su vida.
El caso de María Cristina Olivares marcó un antes y un después en San Juan. Fue el primer femicidio que generó un debate social profundo sobre la violencia de género, visibilizando una problemática silenciada durante años.
A partir de su historia, aumentaron las denuncias en centros de asistencia y se consolidaron movimientos como Ni una menos.
Hoy, a 13 años del crimen, sus hijos, entonces niños, siguen creciendo bajo el cuidado de su abuela.
María Cristina tenía solo 30 años. Su muerte no fue en vano. Despertó una conciencia colectiva que aún sigue latiendo. Su memoria interpela a una sociedad que todavía tiene una deuda urgente con la erradicación de la violencia de género.