Guido Mainero, la historia del pibe que iba a entrenar en bici
Guido Mainero autor del gol de triunfo y el título para Platense tiene una historia muy particular vinculada con el sacrificio y el esfuerzo cuando empezó en Córdoba.
Hay historias que no se escriben con tinta, sino con barro, con sudor, con pedaleadas y sueños que parecen imposibles.
Guido Mainero es una de esas historias. Porque no nació estrella: se forjó en la humildad, en la constancia silenciosa de quien sabe que el fútbol no regala nada.
De chico, cuando todo era ilusión, agarraba la bicicleta y pedaleaba hasta La Agustina, el predio de Instituto. Lo hacía casi como un ritual: atravesar Córdoba cada día para entrenar, con los botines colgando y la ilusión intacta.
Ahí, en ese lugar que huele a potrero y a lucha, Guido dio sus primeros pasos. Se ganó el cariño de sus compañeros y entrenadores, y también el respeto que se le reserva a los que no se rinden nunca.
Su primera etapa en Instituto fue intensa, llena de entrega. Y cuando volvió para un segundo ciclo, todo parecía alinearse para que la historia tuviera una segunda vuelta feliz.
Pero el fútbol, como la vida, a veces no perdona. Ese regreso no fue el soñado: lesiones, decisiones ajenas, caminos que se cierran sin explicación.
Se fue, otra vez con la mochila cargada, pero sin una sola queja. Con la frente en alto. Y entonces llegó Platense.
Otro desafío, otro escalón. Pocos apostaban por él como figura determinante. Pero el fútbol, otra vez, le dio revancha.
Guido Mainero. Ese es el tweet.
— Club Atlético Platense (@caplatense) June 1, 2025
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En la final, en el partido más importante de todos, apareció él. Sí, Guido Mainero, el de la bici, el de La Agustina, el que nunca se rindió.
Fue su gol el que le dio a Platense el campeonato. Su gol el que escribió en la historia del club una página eterna. Su gol, que fue mucho más que una pelota en la red: fue un grito de justicia, un abrazo a todos los días en que pensó que no lo iba a lograr.