"Las relaciones bilaterales entre Argentina y Chile, países hermanos para siempre"
Los límites entre países hermanos, deteriorados a veces por la política y contingencia nacional de ambos países.
Las relaciones diplomáticas entre Argentina y Chile se han desarrollado durante muchos años sobre confianzas y a veces sobre ciertas desconfianzas mutuas porque en cada país se ha enseñado la historia presentando al vecino como expansionista y sustractor de territorio. Y ello ha pasado de los mapas al manual, de allí a la escuela y la prensa, y finalmente en los pasillos de las cancillerías y embajadas.
Un buen ejemplo de estos desencuentros se reflejó en la Embajada Argentina en Santiago, el 6 de agosto de 1970, en víspera de las elecciones presidenciales en Chile.
El embajador Javier Gallac invitó al candidato de la Democracia Cristiana, Radomiro Tomic. Se conversó sobre varios temas, incluyendo los asuntos limítrofes.
Tomic señaló al respecto: "En esta cuestión de límites existe siempre una gran sensibilidad y así como consecuencia de la Guerra del Pacífico y de esto hace ya cien años se mantiene en Perú y Bolivia una sensibilidad muy especial que nosotros los chilenos no podemos comprender, porque consideramos historia ya terminada...
"Usted, señor Embajador, habla con mentalidad de país vencedor; hemos tenido conflictos, aunque felizmente nunca hemos llegado a la violencia, y al vencedor siempre le es más fácil olvidar lo ocurrido que al vencido. En Chile usted va a encontrar mucha gente que piensa que hubo cancilleres y embajadores que no hicieron valer los derechos del país, que por eso perdimos la Patagonia".
El embajador argentino escuchó atentamente estas palabras pero no pudo comprender muy bien de qué le hablaban. No conocía la Historia de Chile. No estaba enterado que Tomic estaba transmitiendo el pensamiento estandarizado en todas las escuelas y Universidades Chilenas.
Al contrario, las ideas que Gallac tenía en la cabeza, aprendidas también en el aula, pero de escuelas argentinas, eran exactamente inversas. Se apuró entonces a responder de acuerdo al lenguaje diplomático, y señaló que: "La coincidencia en esta materia era muy difícil de lograr, pues también del otro lado de los Andes había argentinos que pensaban que habían tenido embajadores flojos y cancillerías poco hábiles frente a una política activa, inteligente y coherente por parte de Chile con relación a los problemas limítrofes".
Este diálogo, en su esencia, se ha reproducido numerosas veces en las relaciones bilaterales, no solo en el campo diplomático, sino también en el campo económico, académico, profesional, militar, entre otros.
Ello es así porque se ha estandarizado, en Argentina y Chile, una percepción del país vecino como expansionista y sustractor de territorio. Cada día, millones de niños argentinos y chilenos estudian en la escuela con mapas históricos según los cuales la nación trasandina ha despojado al propio país de centenares de miles de kilómetros cuadrados de territorio.
La causa de este despojo se encontraría en una cancillería entreguista, en una política exterior claudicante y en un vecino voraz y ambicioso.
Esta escritura no está restringidas a los historiadores militares, tan proclives a mostrar amenazas inminentes en los países vecinos para justificar sus reclamos de mayor presupuesto y carreras armamentistas como la hipótesis vecinal tres o HV3. En efecto, estos mapas son publicados por los más prestigiosos historiadores actuales de las Universidades de Argentina y de la Universidades de Chile.
También circulan en los manuales escolares de nivel básico (primaria) y medio (secundario), avalados por los Institutos Geográficos Militares de Argentina y Chile y por los respectivos Ministerios de Educación. Además, han sido difundidos por las más prestigiosas editoriales de ambos países, como Editorial Sudamericana, en la Argentina, y la Editorial Universitaria, dependiente de la Universidad de Chile.
Los mapas y manuales argentinos aseguran que, hasta 1810, todo el actual sur de Chile pertenecía al Virreinato del Río de la Plata. Ello incluye los territorios ubicados al sur del río Biobío, incluyendo la Araucanía, la ciudad de Valdivia, la isla de Chiloé, todo el Estrecho de Magallanes y la Patagonia Chilena. De acuerdo al Tratado de 1856, que estableció el principio de Uti Possidetis Iuris, todos estos espacios debían pertenecer a la Argentina.
Sin embargo, Chile desarrolló una política fuertemente expansionista, con un hito clave en la fundación del Fuerte Bulnes (1843), lo cual le permitió apropiarse de territorios que no le correspondían.
Por su parte, los mapas y textos Chilenos señalan que, hasta 1810, toda la actual Patagonia argentina pertenecía al Reyno de Chile. Aseguran que la frontera pasaba por los ríos Diamante (en el centro de la provincia de Mendoza), y por el río Negro. De acuerdo al Tratado de 1856, que estableció el principio de Uti Possidetis Iuris, todos estos espacios debían pertenecer a Chile. Sin embargo, Argentina desarrolló una política fuertemente expansionista que se reflejó en la Campaña al Desierto del general Roca.
El golpe de gracia se produjo en el Tratado de 1881, cuando Chile debió comprar la neutralidad argentina en la Guerra del Pacífico a un costo de 1.000.000 de kilómetros cuadrados. Chile debió cederle la Patagonia a la Argentina para evitar que esta se aliara con Bolivia y Perú, "según los textos e historia Chilena".
Tras confrontar las dos premisas anteriores se llega a una conclusión clara: alguien miente entre los historiadores del Cono Sur. Pero es imposible que ambos digan la verdad.
Tenemos entonces un problema, porque existen afirmaciones falsas que se han difundido masivamente en ambos países y así distorsionan para cierta clase de cada país un beneficio para esto y no para el pueblo de ambas Naciones hermanas.
Esta irregularidad fue detectada por los gobiernos nacionales de Argentina y Chile, que convocaron a historiadores de Buenos Aires y Santiago para efectuar una revisión de los textos escolares, liderados por Luis Alberto Romero, Hilda Sábato y José Antonio Garretón. Durante varios años los colegas trabajaron para tratar de resolver el problema.
Finalmente, lograron algunos avances. Concluyeron que lo ideal es no mencionar los temas territoriales en los manuales escolares, pues por ese camino no se podrían conciliar los enfoques de las tradiciones historiográficas de cada país.
La propuesta de Romero y Garretón es interesante. Efectivamente, casi la totalidad de los espacios que los manuales escolares dedican al país vecino, se restringe a las cuestiones territoriales y limítrofes.
Sería muy conveniente dedicar ese espacio a otros temas comunes, como la historia del Ferrocarril Trasandino, los flujos migratorios, las redes de intelectuales y escritores, el intercambio comercial, las carreteras, los fenómenos deportivos y otros temas.
De todos modos, los estudios mencionados no han logrado resolver la cuestión de fondo. ¿Quién tendría la verdad y por qué en la cuestión de los mapas y la evolución histórica de la frontera? Evidentemente, para resolver un problema de esta envergadura era necesario realizar una investigación profunda que tienda a resolver los siguientes puntos:
Primero: cuáles eran los límites administrativos dispuestos por la Corona española entre el Virreinato del Río de la Plata y el Reino de Chile en vísperas de 1810. Ello implicaba cruzar los documentos reivindicados por la cancillería chilena con las fuentes esgrimidas por el gobierno argentino en los debates territoriales. En este sentido, había que superar las tendencias parciales de cada país, cuyos intelectuales procuraban minimizar los argumentos del otro, y enfatizar los propios.
Segundo: una vez detectado el mapa definido por el Rey antes de 1810, es necesario estudiar el proceso de deformación de los mapas. Hay que examinar qué historiador chileno inventó el mapa que atribuye a su país derechos sobre toda la Patagonia, y viceversa del lado argentino.
En resumidas cuentas, el objetivo de este escrito es describir y explicar el proceso por el cual se construyó en Argentina y en Chile una imagen distorsionada del país vecino, propuesta que luego se estandarizó a través de la escuela y la prensa.
La última discusión fue el 30 de Agosto del año en curso, que ha enfrentado a los dos países desde hace más de un siglo, se reactivó después de que el Gobierno chileno actualizara esta semana sus fronteras marítimas en las aguas australes, agregando 200 millas que Argentina alega que le pertenecen.
En fin es de nunca acabar estas disputas y tintes, entre países hermanos, debemos también asimilar lo que nos mueve hacer puentes y no más murallas, acá en la provincia de San Juan es un túnel, "el puente", que uniría el puerto de Coquimbo en Chile con el puerto de Porto Alegre en Brasil, sería un hito histórico de hermandad y de pensar en todos los vecinos con una economía robusta para todos que debemos revalorizar y revitalizar más aun en estos tiempos que estamos dejando atrás una de las pandemias más grande que ha solado a la tierra.
Hemos tenido desavenencias ambos países, pero es más lo que nos une que lo que nos desune, pensemos que somos todos habitantes de la tierra en un mundo globalizado y estos temas no deben ir NUNCA más allá, que en las cancillerías de ambas Naciones y resolverse de una manera adecuada, educada (independiente que quieran enseñarnos entre historiadores de ambos lados de la frontera sus puntos de vista) y ecuánime para ambos países hermanos, al final de todo debemos tener nuestra propia conclusión personal de los hechos y de construcción en armonía y paz.