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Historia de Fe

El gaucho de la fe que volvió a cabalgar la huella de Brochero

Roberto Arévalo viajó desde San Juan hasta Córdoba y regresa solo, con dos ponchos como reliquias y una convicción inquebrantable: "La fe mueve montañas".

Roberto descansando en el campo luego de un día de cabalgata

Todos los días se construyen historias de fe que incentivan. El caso de Roberto Arévalo, de los Gauchos Amigos de Brochero, demuestra que la fe mueve montañas.

Roberto partió a caballo el 7 de abril desde San Juan hasta Cura Brochero. Estuvo en el santuario y luego, en el mismo medio de locomoción, regresó a la provincia. Zonda Diario habló con el gaucho promesante, que aún se encuentra en camino y se espera que arribe a la plaza de Médano de Oro alrededor de las 18.00. En la capilla del lugar se oficiará una misa y se rezará por el santo argentino y también por el Santo Padre, el Papa Francisco.

La historia de Arévalo con el Cura Brochero comienza hace unos años, cuando su hermano, muy enfermo, antes de dejar la vida terrenal, le pidió que cumpliera una promesa que él había hecho al santo. Pasaron unos meses desde ese momento, y el gaucho sanjuanino se organizó e hizo la primera expedición a caballo hasta las sierras cordobesas. Con este acto, se hizo cargo de la promesa de su hermano antes de partir.

Pasaron los años y la creencia en nuestro santo se fue arraigando. Es por eso que Roberto Arévalo, por un pedido personal a Brochero, inició una nueva cabalgata hasta el sitio donde el santo supo evangelizar en medio de las sierras cordobesas. Para ello, comenzó a prepararse con sus dos animales en el mes de enero; sabía que la travesía sería larga y exigente. La preparación culminó el 7 de abril, cuando, junto a otro amigo —de Albardón—, iniciaron la cabalgata de fe que tendría como primer destino la provincia de Córdoba. El regreso lo hizo solo y, en estos momentos, está cabalgando los últimos kilómetros para llegar hasta Médano de Oro, a la capilla de Nuestra Señora de la Fuente. Lo acompañaron en su viaje sus dos caballos, su fe y la creencia de que, con su esfuerzo, cumplía su promesa al cura gaucho.

Con él vienen dos ponchos, reliquias de tercer grado, que quedarán uno en Albardón y el otro en la Parroquia de Santa Bárbara de Mogna. "Con la imposición del poncho se puede ayudar mucho a la gente", expresa Arévalo, convencido de su acto de fe. También trae una obra de Julio Icardona que, como tantas, expresa en un busto la figura de Brochero. Por cierto, en esta obra el cura está acompañado por su mulo "Malacara".

Roberto habló con Zonda Diario este jueves por la noche, cuando estaba arribando al paraje Difunta Correa, donde hizo noche. Cuando habla de su fe, afirma: "El santo me puso en este camino. Primero lo hice por mi hermano y quedé marcado en la Huella de Brochero".

Al relatar la travesía, Roberto, hombre de a caballo desde siempre, minimiza el esfuerzo. "La fe mueve montañas", reconoce. A su vez, cuenta que en el camino fue haciendo postas e, inclusive, muchos que lo vieron pasar con la imagen de Brochero se detuvieron e hicieron fotos para el recuerdo, inmortalizando así la travesía del promesante. También resaltó la solidaridad de la gente que, en muchos casos, le permitió detenerse en los puestos para hacer noche "siempre con el cobijo de las estrellas", cuenta Roberto.

El hombre reconoce que esta promesa no la podría haber cumplido, si no fuera por la colaboración de sus amigos y familiares, que siempre lo apoyaron para realizarla.

Si bien el camino ha sido largo, e inclusive el regreso lo hizo solo, donde las distancias se hacen eternas, "es el mandato que nos deja Brochero: andar de a caballo", expresa con profunda fe. "De esta forma vivís con experiencia propia, lo que hizo el cura en las sierras en su momento".

Personas detuvieron la marcha del promesante para sacarse fotos

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