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Tragedia

Dana en Valencia: la palabra de dos sanjuaninos que vivieron la pesadilla

Sabrina Sánchez y Maximiliano Guzmán hablaron con Zonda Diario tras el terrorífico temporal que dejó centenares de muertos.

A una semana de la devastadora DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó Valencia, los ecos del desastre aún atemorizan a los habitantes. Este fenómeno meteorológico, uno de los más potentes en los últimos años en España, dejaron a su paso miedo y devastación, y puso en evidencia la falta de preparación ante tales eventualidades. Diario Zonda dialogó con dos sanjuaninos, Sabrina Sánchez y Maximiliano Guzmán, quienes compartieron sus relatos sobre cómo vivieron las horas previas y posteriores a la tragedia.

Ambos residen en una zona que, a pesar de no haber sido inundada, fue testigo de la magnitud del desastre. "Se supone que habían dado una alerta los de la agencia estatal meteorológica de lluvias y nada; solo decían que iba a llover mucho, pero el domingo, el lunes y el martes por la mañana, solo estaba muy nublado", recuerda Sabrina. La situación, que parecía controlada, se tornó crítica cuando a las 10 de la mañana del martes se reportó el desbordamiento de ríos en las zonas montañosas cercanas.

El viento que llegó a Valencia ese día fue tan potente que la gente se sintió como si estuviera viviendo un tornado. "A las 3 o 4 de la tarde empezó a llegar un viento que no había visto nunca; estábamos a punto de salir con nuestro gatito al veterinario, pero a las cinco y media decidí que no íbamos a salir. Había ramas volando por las calles", explica Sabrina.

Poco después, comenzó a llegar el agua a las zonas más vulnerables. "La gente empezó a tener agua por los tobillos y de repente en cinco minutos tenía el agua a la altura de las rodillas. En algunos pueblos, el agua llegó a dos y tres metros", detalla Sabrina, visiblemente afectada al recordar la experiencia. "El problema es que aquí el agua llega por afluentes, no por el río principal que, gracias a una obra reciente, pudo soportar el embate".

Los testimonios de Sabrina reflejaron la angustia profunda entre los habitantes, quienes se quejan de no haber recibido alertas adecuadas. "La gente se toma a risa cuando ve el agua correr por la calle, pero la risa se acaba cuando el agua llega a la cintura. Por más que hubiesen avisado, en media hora pasó todo y no puedes salir corriendo", lamenta.

Maximiliano Guzmán, quien también presenció la tormenta, comparte su perspectiva sobre la falta de preparación: "Desde que estoy aquí viviendo en Valencia, el clima es un poco raro. Siempre pasa algo. Ya había alertas en el celular de posibles lluvias, pero no hicimos mucho caso porque el año pasado no pasó nada". Sin embargo, lo que siguió fue una cadena de eventos devastadores que sorprendió a muchos.

La comunidad se organizó rápidamente para ayudar a los afectados. "Hemos estado llevando cosas a una cancha de básquet donde se está recolectando ayuda. La gente necesita agua, productos de limpieza, guantes y mascarillas", dice Sabrina. En el contexto de esta catástrofe, lo más impactante ha sido la solidaridad de los valencianos. "La gente se organizó porque no tienen luz ni agua. Se han visto escenas de saqueo, pero también de mucha solidaridad. Hemos visto a miles de personas juntando comida y ayuda", destaca Maximiliano.

Ambos coinciden en que la respuesta del gobierno ha sido insuficiente. Sabrina critica duramente la gestión de los políticos locales: "Han rechazado ayudas de otras provincias y hasta de Francia. El gobierno de la comunidad valenciana no ha puesto el estado de alerta, y eso ha complicado aún más la situación". 

El barro, más que el agua, ha sido un enemigo formidable. "El barro ha sido lo peor. Arrastró con todo y ha dejado a la gente atrapada en sus casas. No se puede entrar a los lugares, y las calles están bloqueadas. La situación es desoladora", relata Sabrina. Maximiliano también menciona que muchos han perdido negocios y recuerdos irrecuperables, destacando que "hay gente que ha perdido todo, y no solo inmuebles, sino años de esfuerzo".

A pesar del dolor y la incertidumbre, el espíritu solidario de la comunidad brilla con fuerza. "La gente sin pedir nada a cambio se ha movilizado. En la Ciudad de las Artes, se juntaron 15.000 personas para ayudar. Es admirable ver cómo la comunidad se une en estos momentos", concluye Maximiliano.

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