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Reflexión

Gutenberg está triste, murió uno de sus últimos hijos

Este viernes 10 de mayo se publicó la última edición papel de Zonda Diario.

La última tapa, de la edición papel de Diario El Zonda. (10 de mayo de 2024)

Estaba todo listo por 2005 para el nacimiento de un nuevo diario en la provincia. Luego de la hegemonía de años de un solo medio gráfico, apareció Diario El Zonda y le tocó relatar la partida de uno de los hombres más queridos del mundo, el papa Juan Pablo II.

Seguro que en ese momento, a pesar de la tristeza del pueblo católico, desde su lugar tipos como Gutenberg y en la Argentina Mariano Moreno y el mismo Domingo Faustino Sarmiento sonrieron cómplices por lo que estaba ocurriendo.  Era la resistencia del papel, en las puertas de la digitalización del mundo y de la información había en San Juan, la tierra del maestro de América, un par de locos como José Manuel Alvarez y Marcelo Lara que apostaron por un diario de papel, con todas en contra y con el objetivo de ganar parte del mercado de lectores que había en ese momento en la provincia. 

Tal cual una paradoja, seguramente Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica, cuando crearon la primera transmisión de radio, con lo que se ganaron el mote de los locos de la azotea, hubieran acordado con la visión de estos dos sanjuaninos. Y alegremente hubieran relatado lo que ocurría en los balcones del teatro.

Así el diario fue avanzando, con los declives propios de una empresa que lucha por conseguir un espacio en el mercado de medios. Con las idas y vueltas con las políticas gubernamentales, con las peleas propias del poder, pero con la convicción de convertirse en una voz más para los sanjuaninos, fue sobreviviendo y ganándose el respeto de cada uno de sus lectores. 

Yo fui testigo de lo que ocurrió, desde el inicio, cuando llego en una caja llena de grasa y toda desarmada la impresora, que la armaron a escondidas como si fuera una joya de una corona. Luego vinieron los tiempos de crecer, las crisis, los cambios, pero siempre presentes en la información. 

De los periodistas que estuvimos desde el inicio, sobrevivimos muy pocos. En este tiempo hicimos una vida dentro de la empresa, algunos formaron familias, se enamoraron, tuvieron hijos y hasta se divorciaron y volvieron a apostar por el amor. El tiempo de la pandemia del COVID fue uno de los más duros.

Con una empresa en crisis y problemas de administración, llegaron los cambios y nuevas autoridades. Pero desde ese momento todo se aceleró y en muchas ocasiones se habló de la muerte de los diarios papel y de cómo otros medios dejaron de imprimir sus ediciones.

Así desaparecieron diarios como el UNO de Mendoza, El Territorio de Misiones, El Sol de Concordia, entre otros. Todos dejaron las estanterías vacías de los kioscos de ventas de diario y revistas y pasaron a ocuparse de sus ediciones digitales.

Esta vez nos tocó a nosotros, Diario El Zonda, ahora Zonda Diariopapel- por decisiones de las autoridades dejó de existir a los 21 años, con apenas la mayoría de edad. En los pocos kioscos de diarios y revistas, las letras rojas que nos identificaban serán solo un recuerdo.

El galpón de la imprenta se silenció y el olor a tinta se empieza a disipar. Las teclas siguen escribiendo la historia, pero desde ahora con la versión digital. Los que aman leer en formato físico dejarán de palparlo y solo será parte del pasado que dejó plasmada su visión de la historia reciente.

Los que hicimos una historia, formamos una carrera en el medio aprendimos a vivir de una manera diferente. El diario, no importa cuántas horas había que ponerle, no tenía tiempos de cierre. El pelear hasta el último momento la mejor noticia era el desafío y compararse con los otros diarios en la mañana, era para alegrarse o putear porque te comiste alguna noticia o porque la pegaste con una primicia. Cuando la pegabas la satisfacción era enorme, cuando la errabas no sabías donde meterte o no terminabas nunca de insultar porque había metido la pata.

DiarioEl Zonda, deja de imprimir su edición papel. Las rotativas se silencian y el galpón no tiene la misma mística. Parte de la familia deja la casa y los corazones se aprietan para no llorar. Seguramente Gutenberg está triste, uno de sus últimos hijos acaba de morir. Por otra parte, Moreno y Sarmiento, que siempre fueron visionarios nos instarán para otro desafío. La meta es seguir comunicando.

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