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MINERÍA

Nina Pastas: un legado familiar convertido en un emprendimiento íntegramente de mujeres

En el corazón de Rodeo, Iglesia, emerge un aroma irresistible que atrae a los amantes de la buena comida: Nina Pastas. 

 Este rincón gastronómico, ubicado en la calle Santo Domingo, es mucho más que un simple local de pastas frescas; es el fruto del esfuerzo, la pasión y el legado de una abuela, plasmado en la labor de dos hermanas emprendedoras: Rocío y Celeste Pérez. La historia de Nina Pastas comenzó en el seno de una familia, donde las recetas caseras de la abuela inspiraron a Rocío y Celeste a emprender un negocio que hoy en día deleita los paladares de toda la comunidad.


Ambas mujeres, madres, esposas y amas de casa, decidieron dar un paso adelante en el mundo de la gastronomía. "Nina Pastas nació porque nunca dejamos de buscar cosas que hacer. Un día dijimos: hagamos pastas para vender y ver que sale", compartió Rocío, una de las fundadoras.
El camino hacia el éxito no fue fácil. Sin embargo, el respaldo de Veladero, a través de un programa de incubadora, marcó un hito en la historia de Nina Pastas. Con la ayuda de la minería, Rocío y Celeste recibieron maquinaria, capacitación y asesoramiento que transformaron su pequeño proyecto en una próspera fábrica de pastas.

"No solo crecimos en lo laboral, sino que aprendimos a manejar la economía del lugar". Es que además de la ayuda con maquinarias para el local, las dos hermanas recibieron capacitaciones de parte de la industria minera para poder incrementar las ventas, manejar la economía y poder cobrar los precios que realmente significaban tanto esfuerzo. Con determinación y perseverancia, las hermanas Pérez lograron diversificar su producción y ampliar su alcance, ofreciendo una gran variedad de pastas frescas como sorrentinos, ravioles, ñoquis y farinatas.

El apoyo incondicional de sus familias fue un pilar fundamental en este viaje hacia el éxito. "La familia siempre apoyó. Ellos se llevaron todas las malas", aseguró Rocío. Tanto sus esposos como sus hijos se involucraron en el negocio, demostrando un compromiso invaluable con el sueño compartido de las hermanas Pérez.

La primera "pastalinda" que dio origen a Nina Pastas es guardada como una reliquia, un recordatorio de los humildes comienzos que dieron paso a un negocio próspero. "Estamos pensando en adquirir nuevos productos que nos ayuden en la producción", compartió Rocío, reflejando la visión y el compromiso continuo de la marca con la calidad y la innovación.

Las máquinas que Veladero proporcionó, incluyendo sobadoras, amasadoras, cocinas y más, fueron la base sobre la cual Rocío y Celeste construyeron su fábrica de pastas. "Nos dieron alrededor de 15 o 16 máquinas que nos trajeron. Gracias a eso pudimos armar la fábrica", expresó Rocío, agradecida por el apoyo que cambió sus vidas.

Nina Pastas no solo es un negocio exitoso, sino un testimonio del poder del trabajo duro, la dedicación y el amor por la tradición familiar. Con cada plato de pasta fresca que sirven, Rocío y Celeste celebran el legado de su abuela y el espíritu emprendedor que les permitió convertir un sueño en realidad.

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