La emancipación tardía: Un fenómeno que trasciende generaciones
Mientras en otros tiempos las generaciones pasadas solían aventurarse hacia la independencia personal y financiera en sus veintes, hoy en día la realidad argentina pinta un panorama diferente.
En la Argentina actual, son muchos los jóvenes que postergan el momento de abandonar el hogar familiar y emprender la aventura de independizarse. Esta tendencia, denominada "emancipación tardía", ha sido una constante en las últimas generaciones, y se espera que se profundice en el futuro cercano.
Factores como los elevados precios de alquiler, sueldos que no están a la altura de la inflación, y una ley de alquiler que aún guarda su debate y posible modificación en la Cámara de Diputados, han dejado a muchos jóvenes sin más opción que permanecer en el hogar paterno.
La postergación de la independencia no solo tiene consecuencias tangibles en lo económico o lo habitacional. Existe una presión social, muchas veces silenciosa, que pesa sobre los hombros de aquellos que aún viven con sus padres. Los comentarios, las comparaciones y los estigmas generan un ambiente de tensión que puede ser sumamente perjudicial para la salud mental de los jóvenes. No es sorpresa, entonces, que estudios recientes hayan detectado un aumento en casos de ansiedad y depresión en este sector de la población.
Diario Zonda dialogó con la Licenciada en Psicología Gema Galván, quien detalló este fenómeno como multicausal. "Se dan varios motivos; en algunos casos son los padres los que, buscando evitar la frustración de sus hijos, tienden a persuadirlos de no dejar el hogar, a menudo debido al síndrome del nido vacío", explicó Galván. Pero no se detiene allí: "Hay hijos que deciden postergar sus proyectos personales por cuidar a sus padres. Además, tras separaciones o rupturas, no es raro que algunos elijan regresar al hogar familiar, principalmente por razones económicas".
Estas circunstancias, según Galván, se ven atravesadas por inestabilidad emocional. "La persona sufre altibajos en la autoestima y seguridad en sí misma al no poder proveerse", señaló.
En el mismo sentido y para ahondar sobre la situación Diario Zonda también conversó con dos jóvenes que, a pesar de ser profesionales y tener trabajo, aún no han dejado el hogar familiar. Gabriela García, de 26 años, compartió su experiencia: "Vivir con mis padres me resulta mucho más conveniente ahora. Pese a ser estudiante universitario con un trabajo informal, la economía no me permite costear un alquiler. La idea de independizarme siempre está allí, pero al hacer cuentas, se desvanece". Gabriela representa la voz de muchos que ven frustradas sus expectativas por la complicada situación económica del país.
Por su parte, Silvina "Silver" Ortiz, de 32 años, redactora y profesora de danzas, tiene una perspectiva diferente: "Me gusta vivir con mi familia. Esto me da seguridad porque puedo compartir responsabilidades económicas. Hace unos años viví con mi ex y luego regresé al hogar. La idea de alquilar no me parece atractiva, incluso si tuviera el dinero. Prefiero pensar en construir en el fondo de la casa de mi mamá". Silver refleja una realidad donde, a pesar de las dificultades, la familia sigue siendo un pilar fundamental.
Los testimonios de Gabriela y Silver nos muestran dos caras de una misma moneda. Por un lado, el deseo de independencia y, por otro, la necesidad de apoyo familiar en tiempos inciertos. La coyuntura económica y política de Argentina ha influido de manera determinante en las decisiones de vida de una generación que busca su lugar en un escenario lleno de desafíos.
Las voces de estos jóvenes son un llamado de atención sobre la necesidad urgente de generar políticas públicas que faciliten el acceso a la vivienda y mejores condiciones laborales. Mientras tanto, la resiliencia y solidaridad familiar se mantienen como el principal refugio ante la adversidad.