Laura, la maestra que dejó huellas imborrables
La seño Laura se jubiló hace poco mas de diez dias como maestra jardinera. En su dilatada trayectoria educó, formó, cuidó y amó a más de 2000 niños y niñas. Todos recibieron lo mismo: su gran amor.
En la habitación de casa y en la soledad de ella se colocó el guardapolvo. Al mirarse al espejo supo que no sería un día fácil. Respiró profundo y salió hacia el comedor. Allí tenía el maletín listo y en la puerta lo esperaba su esposo para llevarla a la escuela. No era habitual que Ricardo llevara a Laura a la escuela.
Cuando llegó al colegio Juan Fanzolato en Rawson, veía muchos adornos y aunque no había fiesta ya se imaginaba lo que venía.
Como todos los días ingresó al aula y en su salita de 4 años saludó como siempre "Buen día mis Pichones" a lo que surgió rápidamente la respuesta "Buenos Dias Seño Pichona".
Las horas volaron y al sonar el timbre ya sintió que venía algo dificil de enfrentar. Los chicos salieron rápidos del aula y se fueron, ella con asombro no entendía porque era especial y que salieran era dificil de entender.
Cargó todo. Cerró el portafolio, miró el aula y sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Y como en casa, respiró profundo y salió.
Lo que vino fue un camino tan duro como emotivo. Desde su aula se armó un doble pasillo. Allí estaban los mas grandes de sexto grado, de quinto, cuarto, tercero, segundo y primero. Al grito de "Seño Laura, Seño Laura" las primeras lagrimas cayeron por el rostro de la maestra jardinera que se despedía para iniciar su etapa de jubilada.
Abrazos al por mayor, besos por todos lados y en la puerta del colegio allí estaban sus alumnos cantando y esperandola con sus dibujos. Un ramo de flores y el abrazo de la familia con su esposo e hijas Agostina y Lourdes fue tan emotivo como largo.
Miró para atrás y su teléfono se puso rojo por los mensajes. No quería leerlos porque sus lágrimas ya parecían agotadas.
Sin embargo a Laura todavía le quedaba una emoción mas. Como cada día fue llegar a casa, almorzar rápido, baño y salir de nuevo, pero esta vez al Colegio Medalla Milagrosa.
Las emociones fueron las mismas, nada cambió salvó a salida de su sala se encontró con todo el colegio gritando su nombre. Desde el primer piso y con casi 200 alumnos la despedida tuvo tantas lagrimas como las de la mañana.
"Siempre quise ser maestra jardinera pero a mi mamá no le gustaba. Me recibí de profesora de declamación y como mi casa era grande me dijeron y ¿porque no tenes un jardín de infantes en tu casa?. Allí empezó Pastorcitos de Fátima, una etapa maravillosa de mi vida"
Cuenta en su casa Laura Fernández que el pasado 31 de octubre cerró su etapa de maestra jardinera para dedicarse al descanso merecido por su jubilación.
A trece días de uno de los momentos mas emotivos de su vida, la Seño Laura nos recibió en casa para contar parte de su historia.
"Amo esta profesión, mi abuela y mi madre fueron docentes. Yo amé siempre esto. Me dicen porque es docente si ganan poco. A lo que respondo si quisiera tener plata tendría que haber estudiado otra cosa. Yo siempre me sentí a gusto con mis tareas y no me arrepiento del camino que recorrí" cuenta mientras muestra un cuadro con una foto de uno de sus tantos alumnos que tuvo.
Detrás de esa foto hay una historia, la cuenta y vuelve a tener los ojos vidriosos. "Era mi alumno, su madre falleció cuando era mi alumno. Estuve en el sepelio y cuando el ataud quedó en el suelo el padre me dijo y ahora Seño que hacemos. Yo acompañé a esa familia durante años, de hecho el niño muchas veces vino a casa. Hoy vive con su tía porque su padre también falleció. Estas son situaciones que uno vive que a veces no comprende" cuenta la seño Pichona.
La explicación al apodo, la seño hoy con 60 años, la cuenta con una sonrisa y aleja la tristeza.
"Yo siempre entraba al aula saludando con el buen día mis pichones y ellos me respondían buenos dias seño pichona. Si hasta los otros alumnos me dicen Pichona creyendo que es mi nombre" remarca.
Los mas de 20 años trabajando en las escuelas pero casi 40 en la profesión, Laura pasó por una escuela de Albardón con una suplencia, con el colegio Orzali y hasta en la Escuela Obreros del Porvenir pero como docente Alimentación.
"Uff son muchos años y he visto pasar alumnos que hoy estan casados con hijos que tambien fueron mis alumnos. Estuve en el casamiento de algunos de ellos y hasta en la fiesta de cumple de 15 varias chicas. Que me recuerden para mi es invalorable" cuenta Laura.
Al referirse a la despedida no puede quedarse con una escuela ni con un alumno en particular.
"Soy una agradecida de las posibiladades que me dieron Ciro en el colegio Fanzolato y el padre Rosales en la Medalla Milagrosa, pero sobre todo de cada uno de mis alumnos. No puedo poner a contarme todos los que tuve, me acuerdo de muchos nombres y caras. Se me puenden olvidar algunos pero a todos les di mi amor" sentencia con firmeza Laura.
Laura deja las aulas, deja los cantitos, los juegos y las enseñanzas pero lo que no puede dimensionar es la inmensa huella que deja en mas de dos mil pequeños, que hoy son adolescentes, jovenes y adultos.
Y si de huellas se puede contar basta con recordar como en el acto final del 2024, Franco un niño con autismo severo vivió un momento único.
La canción del Rey León sonaba, todos los alumnos cumplián con su libreto y uno de ellos esperaba. Era Franco, la seño Laura lo alzó y lo llevó sobre sus hombros en gran parte de la función. Fue ovacionado mientras sus padres no paraban de llorar en la tribuna. Franco con una sonrisa era ovacionado y era feliz con una simple acción de amor de la seño Laura, la maestra que dejó el guardapolvo en el placard de casa pero una huella maravillosa en muchos niños.