Volver al futuro (1943 – 1955)
De la crisis del orden liberal a la revolución nacional: cómo el contexto bélico internacional, la irrupción del peronismo y el protagonismo obrero-militar alumbraron un nuevo proyecto de país, soberano e industrial.
La guerra entre los países imperialistas y colonialistas de Europa (Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, etc.), a la que se sumó más tarde Japón y Estados Unidos, aflojó las cadenas de la condición semicolonial argentina. En esa condición todavía, le vendíamos materias primas a esos países (principalmente Gran Bretaña) y ellos nos vendían productos manufacturados, cuyo valor agregado favorecía a sus propios trabajadores y sociedades, sin atención alguna hacia nuestros propios problemas como país en camino de su realización y desarrollo.
En las nuevas circunstancias bélicas mundiales -fenómeno que había comenzado a mostrar su cara con la crisis internacional de 1929/1930- la incipiente industria nacional se vio obligada a substituir, aun con anticuados equipos, los productos industriales que las metrópolis en guerra (1939 – 1945) ahora se veían impedidas de vender a la Argentina. En esos seis años, "el producto nacional se eleva en 19,4 por ciento, mientras que la población apenas crece en un 8,4 por ciento".
Para el caso, "entre 1939 y 1945, la producción de tejidos de algodón -la asociación de sus obreros y obreras llegaría a conformar el gran gremio textil- aumentó en un 92 por ciento". Otro tanto ocurría con las demás industrias nacientes, ligadas al desarrollo autónomo y soberano de un país hasta entonces dependiente de todo y en todo, incluida su cultura.
En 1939 la Argentina había exportado un 5,4 por ciento de artículos manufacturados y en 1943 un 35 por ciento de productos industriales sobre el total de sus exportaciones. En 1943 se importaba menos de un tercio del volumen importado en 1937.
Durante la "segunda guerra inter imperialista", la Argentina -que se mantenía neutral como en la primera guerra mundial- llegó a exportar tejidos y otros productos manufacturados a América Latina y Sudáfrica. Ese proceso, luego transformado en una verdadera "revolución nacional" junto al pueblo a partir del 17 de octubre de 1945, ratificaría su rumbo en las urnas el 24 de febrero de 1946, elevando a Perón a la Presidencia.
Una revolución obrero - militar
La falta de grandes sindicatos y de partidos políticos defensores reales y directos de la clase obrera industrial naciente (con operarios en muchos casos proveniente del Interior), había creado un gran vacío en el sistema de representatividad tanto de los trabajadores como de las clases productivas.
La natural adhesión de los trabajadores al coronel Perón se originó en ese gran vacío político, que los partidos existentes no representaban. "No podía sorprender -sustenta agudamente Jorge Abelardo Ramos-, que, en tales circunstancias, el Ejército -liderado políticamente por Perón- cumpliera la función de reemplazar al partido político inexistente" antes de que el peronismo como movimiento político ocupara ese lugar.
Fue así que las mayorías nacionales encontraron en el coronel Perón a su líder político y "Perón encontró su verdadero partido en el Ejército". Esto ya había sucedido de alguna manera con el general San Martín, cuando a falta de apoyo político para la Campaña de los Andes, San Martín se convirtió en el líder del partido independentista a través del Ejército. Así también hay que entender, para no asumir posturas anti militaristas abstractas, ahistóricas, ultraizquierdistas o anti nacionales, que "hubo siempre en el país un sector de Ejército que estuvo con el pueblo o los intereses nacionales, enfrentado a otro que defendía los intereses opuestos", como ocurrió en 1930, 1955, 1969 o 1976. Por el contrario, durante el siglo XX, en 1916, 1943, 1945, 1946 a 1955 y 1982 pondría sus armas al servicio de la Nación.
Entre 1943 y 1945, "un jefe militar se transforma en cabeza de un movimiento de masas nacionalista, popular y revolucionario". Así comenzó aquella revolución nacional del ‘45, con el coronel Perón -o sea el Ejército- como su cabeza- y el Movimiento Obrero Organizado -en forma progresiva y creciente a medida que se institucionalizaba- como su columna vertebral.
La revolución industrial de esa década
Desde 1943 en adelante, el gobierno militar comenzó a estudiar el revalúo de las tarifas aduaneras con fines de protección industrial y creó la Secretaría de Industria con jerarquía de Ministerio en substitución de la Dirección de Industria y Comercio, que "funcionaba" con una pequeña oficina dentro del Ministerio de Agricultura de la Nación, consustanciada ésta con la política anti industrialista de la oligarquía agropecuaria exportadora y anglófila.
El 4 de abril de 1944 -por nombrar solo algunas de las medidas típicas de nacionalismo económico emprendidas por el gobierno militar, antes de que el pueblo confirmara electoralmente a Perón como su líder político-, se creó el Banco de Crédito Industrial Argentino para el otorgamiento de préstamos a largo plazo para la burguesía industrial naciente en un país que debía unir a sus clases nacionales (burguesía y proletariado, militares y civiles, religiosos y laicos, clases medias urbanas y rurales, medianos y pequeños productores y comerciantes, profesionales, docentes y estudiantes, hombres y mujeres) para contrarrestar la estructura política, económica, social y cultural que la oligarquía anti industrial, anti obrera, anti argentina y culturalmente colonial había impuesto.
No olvidemos tampoco la creación el 20 de octubre de 1943 del Instituto Aeronáutico (IA) con la estructura de la Fábrica Militar de Aviones (FMA) inaugurada en 1927 (durante otro gobierno popular).
Sin duda, "la fabricación de aviones en nuestro país influyó decididamente en la creación de la carrera de ingeniería aeronáutica de la Universidad Nacional de Córdoba", de cuyos estudios surgió el diseño y creación del Pulqui I (uno de los primeros aviones a reacción del mundo) y el Pulqui II, más avanzado aun tecnológicamente, al nivel de los mejores desarrollos soviéticos, ingleses y norteamericanos de la época. A fines de la década del 40, comienzos de la década del 50, "la República Argentina estaba al nivel más alto en el mundo en el desarrollo de aviones".
El Brig. Juan Ignacio San Martín fue el primer director del IA en 1944, gobernador de Córdoba entre 1949 y 1951 y el gran propulsor de la industria aeronáutica y el desarrollo industrial de esta provincia durante la primera década peronista. Tanto en su carácter de primer mandatario cordobés como de ministro de Aeronáutica del Gral. Perón (y a pedido de él) a partir de 1951, el Brig. San Martín organizó las Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME). Esta empresa estatal, que reunía al Instituto Aeronáutico (dedicado al desarrollo de proyectos con tecnología propia) y a la Fábrica de Motores y Automotores, comenzaría en Córdoba la producción en serie de automóviles, tractores, motocicletas y "proporcionó trabajo a miles de operarios y empresas particulares e industriales proveedores de partes", como bien dice Roberto Ferrero que describe y explica ese proceso (2009).
Cabe agregar que, en el marco de esa revolución nacional en curso, el Brig. San Martín fue además un colaborador importante del Gral. Manuel Nicolás Savio –"padre de la siderurgia nacional"- en el desarrollo de aquella Argentina industrial de mitad del siglo XX.
Pues bien, fuera de las medidas específicamente económicas, desde noviembre de 1943, rompiendo con la tradición oligárquica, comienza a impartirse una nueva política laboral y una nueva orientación sindical desde la recientemente creada Secretaría de Trabajo y Previsión (antes solo Departamento de Trabajo), a cargo del coronel Juan D. Perón, emparejando la relación de fuerzas entre el bloque oligárquico y el bloque nacional.
A pedido del general Basilio Pertiné -refiere Ramos en "La Era del Peronismo"- se intervinieron las oficinas de la CADE y se designó una Comisión Investigadora presidida por el coronel Matías Rodríguez Conde, para estudiar los célebres antecedentes de la compañía corruptora y la legitimidad de su concesión. Fuerzas policiales intervinieron las oficinas de las compañías eléctricas de Tucumán, de Electricidad del Norte Argentino y otras similares.
Al cabo de una década de interrupción, volvió a funcionar el Ferrocarril Trasandino que unía al país con Chile y se fletaron las primeras unidades de carga para reanimar la vida económica de las poblaciones del Interior. La Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires, uno de los frutos del ignominioso acuerdo Roca-Runciman durante la "década infame", fue intervenida y nacionalizada. Asimismo, se nacionalizó la Compañía Británica de Gas y se impulsaron las industrias militares.
El Ministerio del Interior encomendó a una Comisión el estudio de la nacionalización de los servicios telefónicos y se adquirieron por el Estado los servicios ferroviarios de Rosario a Mendoza. En cuanto a la política social, se dispuso la inmediata rebaja de alquileres en toda la República.
Sin duda, desde 1943 a 1955, el complejo militar industrial -a través de Fabricaciones Militares- jugó un papel de primer orden en la política estatal del peronismo: "El Ejército (brazo del Estado nacional) -dice Ramos-, suplía el raquitismo del capital argentino. Levantaba Altos Hornos en el Norte, mientras la Marina iniciaba la explotación de cuencas carboníferas en el Sur. Esas fábricas no solo producían armas (que hacían falta para la defensa de la soberanía territorial), sino que su actividad fundamental estaba dirigida a proporcionar a la industria liviana y mediana los accesorios y materias primas requeridas para su continuidad productiva", donde se tejía al mismo tiempo la plena soberanía y el pleno empleo, sin deuda externa en el camino.
Si hacemos un sintético inventario de lo que resultó finalmente la revolución peronista y en definitiva lo que constituyó la creación del capitalismo de Estado argentino, podemos mencionar "la creación de la Flota Aérea del Estado (que realizó su glorioso bautismo de fuego en Malvinas) y el desenvolvimiento gigantesco de la Flota Mercante Nacional, que independizó en gran parte al país del secular transporte marítimo inglés que proporcionaba a Gran Bretaña parte de sus "ingresos invisibles" … La nacionalización de los seguros y reaseguros, que vulneraba directamente las finanzas británicas y reservaba para el país una de las suculentas fuentes de ingreso". ¡Ahora resulta que nos faltan capitales!
"La construcción de diques y usinas, la construcción del combinado siderúrgico de San Nicolás (Plan Siderúrgico Nacional o Plan Savio), el gasoducto de Comodoro Rivadavia, la expropiación del doloso grupo Bemberg, y la creación de un sistema estatal defensivo en los más variados órdenes…", fueron otras grandes medidas de la época, además de obtener la dirección del Comercio Exterior y comenzar el desarrollo de la energía nuclear (primero en América Latina y uno de los pocos del mundo por mucho tiempo).
Industrias estratégicas, servicios públicos, recursos naturales y energéticos, energía nuclear, comercio exterior, finanzas, etc. -todo aquello que las grandes potencias codiciaban y que vendrían "a quitarnos por teléfono si fuere necesario", como advertía con tiempo y sapiencia el general Perón- se iniciaron, volvieron o pasaron a manos del Estado y/o de la Nación durante aquella extraordinaria y admirable década que anticipaba un futuro promisorio para el pueblo argentino. Los profetas del odio se encargarían de impedirlo.