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"El sable y la espada de los Próceres Argentino - Chileno"

Las espadas de los próceres de América son símbolos de libertad e independencia, con historias y significados que reflejan la lucha y la valentía de aquellos que participaron en las guerras de emancipación .

El Libertador José de San Martín.

Las espadas de los próceres de América son símbolos de libertad e independencia, con historias y significados que reflejan la lucha y la valentía de aquellos que participaron en las guerras de emancipación.  

¿ Diferencia entre Sable y Espada ?
Las espadas pueden ser rectas o ligeramente curvadas, según su uso. Por otro lado, un sable es un tipo específico de espada, generalmente curva, con un solo filo y una guarda de mayor tamaño. Su diseño se centra en cortar, no en estoquear. La principal diferencia entre un sable y una espada reside en su forma y diseño.

Sable José de San Martin (Prócer Argentina)

Antes de embarcarse para América, luego de dejar España para siempre, el entonces Teniente Coronel de Caballería don José Francisco de San Martín adquiere en Londres, seguramente a fines de 1811, el sable corvo que lo acompañaría durante toda su campaña en tierra americana. La compra del arma, totalmente distinta en sus características a la Espada de Bailén, es índice revelador del espíritu que animaba al futuro Libertador desde el momento mismo del inicio de su nueva gran empresa. La espada regalada por el Marqués de la Romana, en mérito a su actuación en la famosa batalla librada contra los ejércitos imperiales de Napoleón, era, sin duda, considerada como la del arma conferida en mérito y en tal sentido la debe haber conservado San Martín hasta su entrega al General Borgoño, en Paris, casualmente en el mismo año que confeccionara su testamento en el cual dejaba su sable corvo al General Rosas, como si presintiera ya muy cerca su muerte.

El arma que compra entonces en la capital inglesa es un fiel reflejo de su personalidad. Se distingue por sus severas líneas como por su sencillez, tanto de empuñadura como de la vaina, carente de oro, arabescos y piedras preciosas como gustaban usar entonces los nobles o altos jefes, en sus espadas.

Llevaba implícita, además, la practicidad de su futuro uso, pues estaba presente ya en San Martín el armar a sus escuadrones de granaderos con el corvo que su vasta experiencia guerrera le decía constituiría la mejor arma para decidir la victoria en una carga de caballería, especialmente en aquel tiempo y en aquel característico teatro de operaciones.

La esperanza sobre la eficacia del corvo en mentes lúcidas, corazones valientes y brazos fuertes, se convertirla en una hermosa realidad desde la misma llegada de San Martín a América en 1812, hasta que después de cumplida la hazaña de libertar tres naciones regresa con aquel glorioso sable a la Patria, luego del sublime renunciamiento de Guayaquil. Retirado el héroe en su exilio voluntario en Europa, desde 1824, había quedado el sable en la que tierra mendocina bajo la custodia de una familia amiga.

Diez años más tarde, en diciembre de 1835, les escribe a su yerno Mariano Balcarce y a su Merceditas diciéndoles: "que si les encargo se traigan es mi sable corvo, que me ha servido en todas mis campañas de América, servirá para algún nietecito si es que lo tengo". El sable lo acompañó desde entonces en Gran Bourg, primero y en Boulogne -Sur-Mer, después, hasta su muerte, acaecida el 17 de agosto de 1850.

Por carta fechada el 30 de agosto, Mariano Balcarce le escribe a Rosas expresándole, con referencia a la muerte del General San Martín, y de su testamento, lo siguiente: "como albacea suyo, y en cumplimiento a su última voluntad me toca el penoso deber de comunicar a V.E. esta dolorosa noticia, y la honra de poner en conocimiento de V.E. la siguiente cláusula de su testamento: "3ro El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tentaban de humillarla".

El sable de San Martín.

El sable de San Martín -de 92 centímetros de largo, incluyendo la empuñadura- es de origen arábigo. Es un sable persa, con características muy específicas que no dejan dudas sobre su origen. Posee una curvatura irregular, pues la hoja comienza con un tramo recto y se curva casi sobre la mitad del sable y esa curvatura hace necesario que la vaina cuente con una ranura porque, de lo contrario, el sable no podría entrar ni salir de la vaina.

Está confeccionado con un acero damasquino, de alta aleación de carbono, que genera hojas muy resistentes, con gran capacidad de corte y que infringen graves daños en el adversario. Otra particularidad es que la hoja original tiene al menos un siglo más que la vaina, y que ésta no es de origen persa. Estos tipos de sables son livianos (900 gramos entre hoja y empuñadura de ébano y 700 gramos la vaina) y mucho más fáciles de manipular en la lucha a caballo, tan es así que reemplazaron a los sables rectos. 

Las réplicas no tienen las abolladuras, cachaduras y rayones de los sables usados en los campos de batalla. Después de rigurosos estudios se confirmó que el sable corvo que hoy se exhibe en el Museo Histórico Nacional es el original empuñado por San Martín en su gesta libertadora. 

Espada Bernardo O’ Higgins (Prócer Chileno)

Bernardo O"Higgins, prócer chileno.

La "Espada de O"Higgins" es un símbolo emblemático de Bernardo O"Higgins, considerado el Padre de la Patria chilena, y se asocia con su liderazgo en la independencia de Chile. Aunque no se conoce con exactitud la historia de una espada específica que le perteneciera, se sabe que como militar, O"Higgins poseía una espada como parte de su equipo personal.

La espada que se exhibe en el Museo Histórico Nacional, por ejemplo, es un modelo francés, similar al que perteneció a O"Higgins y que se usaba en su época. Arma de metal compuesta con una hoja recta, empuñadura dorada y vaina con extremos decorados con relieves dorados. Como cada militar, el general de ejército Bernardo O’Higgins tenía su espada como parte de sus objetos personales.

Entre las obras de su gobierno, destaca la creación de la Escuela Militar. Algunas medidas que tomó como Director Supremo, fueron la abolición de los mayorazgos y los títulos de nobleza, la eliminación de los escudos de armas y la creación de la legión al mérito.

A lo largo de su vida, O’Higgins, como todos los soldados de su época, tuvo varias espadas no sólo una, pues en medio del combate se utilizaban armas de oportunidad, pero para la época los sables eran los fabricados en España eran los más especialmente el modelo que seguramente más utilizó es el español de 1808.
Hay varias de las espadas que usó el Libertador y que fueron donadas por algunos de sus poseedores posteriores. Un florete fue otorgado en donación por su hijo Demetrio, entre otras posesiones, al Museo Histórico Nacional.

La que es conocida como la espada de O’Higgins es un modelo que se compone de un florete y una espada. Tiene una guarnición de bronce dorado, con un escusón con la cara de un guerrero clásico que usa casco como pomo. El puño tienes dos cachas de plaqué y cintillos de latón dorado, Tiene un guardamano de forma de gavilán, en cuyo centro se encuentra una figura femenina, y en la cruz lleva un escudo de armas con cañones y un cóndor sobre la bandera.

La espada de Bernardo O’Higgins.

¿En qué lugar decisivo se reunieron estas espadas ?. En la Batalla de Maipú en Santiago de Chile, librada el 5 de abril de 1818, fue el enfrentamiento decisivo en la Guerra de la Independencia de Chile, donde las fuerzas independentistas lideradas por José de San Martín y por otro lado por Bernardo O’Higgins, llegando posteriormente herido al campo de batalla, los próceres y sus tropas derrotaron al Ejército Real español. Esta victoria aseguró la independencia de Chile y marcó un hito importante en la liberación de América del dominio español.

Tras su renuncia como Director Supremo en 1823, O"Higgins se exilió en Perú y falleció en Lima en 1842, llevándose consigo su espada, según informa la Escuela de Aviación y el Ejército de Chile. La espada del General Bernardo O"Higgins, volvió a Chile desde Perú hasta su traslado a Chile en 1917, como parte de un acuerdo entre ambos países, según el Archivo Nacional de Chile.

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