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Día del Comerciante

La familia que arregla y vende relojes desde hace 83 años

Rogelio Fernández fundó Joyería y Relojería Tic Tac en 1942. En la actualidad la tercera generación de la familia Fernández sigue al frente del comercio más antiguo de San Juan.

Rogelio Fernández y su hija Claudia Fernández Sirerol.

Con sus 83 años de vida, Joyería y Relojería Tic Tac, es un ícono del centro capitalino por ser el comercio más antiguo de San Juan. Y lo más importante, desde sus inicios hasta hoy, el cliente ha encontrado detrás del mostrador del local ubicado en calle Rivadavia pasando Entre Ríos a un integrante de la familia Fernández, que ya va por la tercera generación en este rubro que se dedica al arreglo y venta de relojes y joyas.

El primero de abril de 1942 nació la Joyería y Relojería Tic Tac. Sus fundadores fueron Rogelio Fernández (padre) y Antonio Caputo, ambos exempleados de la relojería "Rut".

En 1957 se sumó al trabajo en la relojería Rogelio Fernández (hijo), quien hasta hoy, con sus 82 años, y vestido con su infaltable traje y corbata, sigue atendiendo a los clientes que se acercan al comercio.

"Comencé como cadete y haciendo cobranzas, en ese tiempo el negocio tenía ocho relojeros, era una escuela de relojeros", cuenta Rogelio, quien se hizo cargo de la relojería en 1986 cuando falleció su padre.

Fernández señala que la clave para que el negocio siga abierto durante un poco más de ocho décadas, más allá de los grandes vaivenes económicos que ha sufrido el país, "es la seriedad en el trabajo que se realiza, honradez, y el respeto al cliente".

"El comerciante debe tener además paciencia y tolerancia con el cliente, y por más  que muchas veces no tenga razón, hay que dársela", explica.

La Joyería y Relojería TIC TAC tiene 83 años de vida.

Rogelio también recuerda que "gracias al apoyo de los clientes y muchos colegas que me dieron mercadería a a pagar a plazo el negocio sigue abierto", en alusión a los dos grandes robos que sufrió la joyería en 1999 y 2004.

En la actualidad, Fernández no está solo detrás del mostrador, una de sus hijas, Claudia Fernández Sirerol, que sigue el legado de la familia, está al frente del negocio, ayudada por otros colaboradores.

"Mi deseo es que Tic Tac cumpla los 100 años de vida, sería un gran orgullo", afirma Rogelio Fernández, rodeado de relojes, anillos, pulseras y los viejos elementos de trabajo de su padre, expuestos en la relojería como en un museo para ser apreciadas por los clientes.

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