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Federalismo, historia y construcción nacional

Los intentos federales por constituir una Nación

Desde Artigas hasta Urquiza, pasando por Quiroga y Bustos, distintos proyectos y congresos buscaron organizar institucionalmente una Nación federal. La historia de sus fracasos y boicots es también la historia de una lucha por la equidad entre Buenos Aires y el Interior.

Así como existen distintas expresiones del federalismo argentino según la época, el lugar y los intereses que lo representaban en la primera mitad del siglo XIX, lógicamente existen distintas visiones y puntos de vista de su historia, según desde dónde se la mire y trate de entender. 

Como "provinciano" -categoría historiográfica fundamental para comprender dicho siglo-, esta interpretación de la historia responde lógica y naturalmente a una visión que surge desde nuestra pertenencia al Interior profundo.  

Pues bien, aquella República Federal, en principio unida en la idea de una gran federación latinoamericana –"todos los pueblos reunidos" en "la unión más estrecha"-, en el Río de la Plata fue primero concebida e intentada institucional y militarmente por José Artigas, caudillo de los Pueblos Libres de la Banda Oriental y del Litoral Argentino, cuya propuesta fue llevada por sus representantes a la Asamblea del Año XIII. Sin embargo, sus diputados, de los que "el interés de América" era el suyo y que impulsaban las autonomías provinciales y la independencia de España, fueron rechazados por "Buenos Aires" y no se les dejó participar. 

No obstante, y con igual propósito, el federalismo artiguista lo intentó nuevamente en 1815, al declarar la Independencia de España y de todo otro poder extranjero en Arroyo de la China, actualmente Concepción del Uruguay (Entre Ríos), durante el llamado Congreso de Oriente, al que concurrieron representantes de la Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, las Misiones y Córdoba

Antes del Congreso de Tucumán, incluso -refiere el historiador entrerriano Rubén Isidoro Bourlot-, Artigas fue engañado por el directorio porteño, a cargo de Álvarez Thomas, al plantearle un acuerdo para logar una "paz ofensiva y defensiva" de todas las provincias, para lo cual le exigía a Artigas enviar sus representantes a Buenos Aires para dialogar y negociar ese acuerdo. En 1816, los representantes de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y la Banda Oriental acudieron a la cita en Buenos Aires y "fueron alojados en una fragata de guerra, la Neptuno, sin poder abandonar los camarotes", con lo que, al retenerlos allí, se frustró la posibilidad de que los representantes del Litoral y la Banda Oriental pudieren asistir al Congreso de Tucumán. Esa fue la razón, a excepción de Córdoba, que sí lo hizo, por la que las provincias del litoral argentino y de la Banda Oriental no asistieron al Congreso de Tucumán de julio de 1816, convocado por el Directorio a instancias de San Martín, que para encarar la autonomía nacional de toda América necesitaba la declaración de la Independencia, y de esa manera enfrentar -con sus manos libres, y no como súbdito ni traidor- a sus antiguos camaradas de lucha en la guerra contra los franceses.

Hubo otro gran intento de organización nacional en la Convocatoria al Congreso de Córdoba de 1821, que pocos días después de la sublevación de Arequito (8/9 de enero de 1820) realizó su jefe militar, el cordobés Juan Bautista Bustos. En efecto, dicha convocatoria se realizó el 3 de febrero de 1820 -menos de un mes después de la rebelión militar en Arequito, plantándose ante las órdenes del Directorio porteño que pretendía reprimir al federalismo del Interior- y a solo dos días de haberse producido la batalla de Cepeda, en la que el federalismo del Litoral derrotó y derrocó al Directorio porteño. 

Sin embargo, aun cuando Buenos Aires había sido derrotado por las armas, sea por exceso de federalismo o de federalismo ingenuo de parte de las provincias, al devolverle el poder del que había abusado, Buenos Aires quedó otra vez dueño del poder central y el magno Congreso de Córdoba fue boicoteado y hecho fracasar por Rivadavia, ministro del Puerto.

Hubo un tercer intento, convocado desde Buenos Aires en 1824 por parte del general Las Heras -gobernador de Buenos Aires, a cargo de las Relaciones Exteriores de todo el país- con la intención de promulgar una Constitución Nacional. Así lo entendieron las provincias que enviaron sus representantes. Consultadas sobre el carácter que debía tener dicha norma madre nacional, se pronunciaron por el sistema federal. Sin embargo, esa posibilidad se vio frustrada nuevamente por los agentes de Rivadavia en el Congreso, que adulteraron la votación, la convirtieron a espaldas de los representantes federales en una Constitución Unitaria y terminaron eligiendo a Bernardino Rivadavia como presidente de la República en 1826, con el repudio de todo el Interior. 

En esas circunstancias fue que tomó dimensión nacional la figura de Juan Facundo Quiroga. Como señala el historiador Alejandro Franchini, "esta vez fueron los del Interior profundo (Cuyo y Noroeste) las que reaccionaron más violentamente, acaudilladas por el riojano Juan Facundo Quiroga".

Un cuarto gran intento deparó el Congreso Federal Constituyente concebido y organizado por el Federalismo del Litoral, conducido por Estanislao López. Esa gran Asamblea Constituyente y la organización federal de la República fue el propósito principal del Pacto Federal de 1831, firmado en principio por Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires, al que adhirieron enseguida Corrientes y Córdoba, y al que se plegaron después las demás provincias, conformando una Comisión Representativa a fin de llevar a buen término las tratativas y acuerdos. 

Ese propósito nacional fue otra vez boicoteado por Buenos Aires, al retirar su representante de dicha Comisión con excusas totalmente secundarias, haciendo fracasar ese nuevo intento de organización nacional, para terminar quedándose por más de veinte años con todo el poder y los recursos del puerto de Buenos Aires y de su Aduana (pertenecientes a todo el país), hasta que el entrerriano Justo José de Urquiza, con el apoyo de todo el federalismo del Interior desalojara del poder a Juan Manuel de Rosas y concretara la Constitución Federal de 1853, intentando darle a la República un verdadero carácter federal igualitario tanto a nivel político como económico.

Volviendo un poco atrás, podríamos agregar a esa importante lista de grandes intentos institucionales por hacer realidad la organización federal de la República, la determinante batalla de La Ciudadela, en Tucumán, ganada por el general Juan Facundo Quiroga en noviembre de 1831 a la Liga Unitaria comandada por el general La Madrid, después del apresamiento del general Paz poco tiempo antes.

Si como dice el historiador firmatense Gustavo Battistoni, "desde diciembre de 1828 hasta el 4 de noviembre de 1831, cuando Quiroga destroza a las tropas de la Liga del Interior al mando de La Madrid, nunca nuestra patria estuvo en tal peligro de disgregación", deberíamos considerar entonces a aquella batalla de La Ciudadela en Tucumán como un hito en el camino de la organización y/o la constitución federal del país y reconocerle a su triunfante jefe militar por bien ganada, la dimensión que adquirió a partir de esa determinante batalla. 

Sin duda, los más serios antecedentes federales del riojano estaban en su nunca desmentida lucha militar contra el poder rivadaviano, que en sí misma constituye otro hito en la construcción de esa patria federal, pero cuyas evidencias no terminan allí. Por eso, creemos importante conocer los pormenores de esa "otra historia" y profundizar su revisión desde el punto de vista nacional del "Interior profundo". 

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