El padre José Juan García advierte sobre el riesgo de dejar millones de personas en la calle sin regulación ética
El sacerdote sostuvo que la transparencia, la protección de datos y la inclusión social deben guiar el desarrollo de la inteligencia artificial, en línea con el reciente documento vaticano Antiqua et Nova que dedica 117 parágrafos a la materia
"Estamos ante una tecnología fascinante, pero también ante un desafío moral que lleva a que haya que tener mucho cuidado respecto a las formas de la utilización de la Inteligencia Artificial –IA-", advirtió el padre José Juan García en diálogo con Diario El Zonda.
Con tono reflexivo, el religioso mencionó que "tienen que considerarse algunos principios éticos que rijan su desempeño", y los resumió en tres pilares fundamentales:
1. Transparencia. Las decisiones algorítmicas deben ser comprensibles; de lo contrario, nadie sabrá quién asume la responsabilidad cuando algo sale mal.
2. Protección de la privacidad. "Hay que salvaguardar los datos personales; la privacy es un derecho, no un lujo".
3. Inclusión. "No se puede diseñar una medicina con inteligencia artificial solo para pocos".
Un llamado en sintonía con Roma
García recordó que la Santa Sede publicó este año el extenso documento Antiqua et Nova, "el texto más largo que ha habido sobre inteligencia artificial, que consta de 117 parágrafos".
"El empleo es la primera línea de batalla"
El sacerdote fue contundente al analizar el impacto de la IA en el trabajo. "El Papa teme, como vos, yo, seguramente, que mucha gente quede a la vera del camino en las cuestiones laborales", señaló. "Esto no es un miedo tonto", aclaró, y añadió que "en el año 2023 se calcula que la inteligencia artificial ha dejado de lado a casi 90 millones de personas".
Según explicó, "se calcula que van a ser reinsertadas en el mundo laboral dentro de 10 años, capacitación mediante, y solo un 90 %". En ese sentido, expuso el caso de los taxis autónomos en California:
"Ahora están los taxis Tesla, que son autoguiables. Obviamente, con sensores y radares, han seducido incluso. Eso es lo positivo, ¿no? Hay un lugar más en el taxi, el del chofer, que ya está libre, y hay una disminución de gastos y una mayor seguridad. Ha disminuido un 80 % la cantidad de accidentes viales, porque son más prudentes que la persona humana".
Sin embargo, también alertó sobre el costo social: "Ha dejado a miles de taxistas en la calle". Y amplió: "Eso que pasa en California, en Estados Unidos, puede ser absorbido con alguna facilidad, o sin mayores dificultades. Pero eso no se puede registrar en América Latina, y tampoco en Argentina. Entonces, ¿qué pasaría con miles de personas que quedasen fuera? Esa es la pregunta que nos tenemos que hacer".
El mismo fenómeno indicó, se replica en los bancos: "¿Usted ha visto los bancos ahora? Vaya a cualquier hora y se da cuenta de que no tienen gente. Porque todo lo estamos haciendo desde el teléfono: pagar boletas, transferencias, etc. Lo único que necesitan los bancos son empleados que manejen inglés técnico y que sepan de fondos de inversión. Se necesitan muchos menos que antes".
Capacitación permanente y empatía insustituible
"El problema es ético-social, y no es menor", dijo García. "A seguir este ritmo ya estamos mal con el empleo, imagínense lo que puede venir". En ese contexto, recordó que "por algo el Papa ha tomado el nombre de León XIV, porque dice que estas son las nuevas cuestiones sociales". Y añadió: "Antes, León XIII, hace 130 años, vio que estaban ahí vigentes y dolientes con la cuestión de la Revolución Industrial, y la cantidad de obreros que habían quedado en la calle. Ahora el Papa asume esa misma preocupación en el nuevo contexto tecnológico".
En estos nuevos contextos se producen hasta tecnofeudalismos, donde el poder está concentrado cada día en menos, pero mediados por la tecnología. Pero aclaró que "la Iglesia no es tecnofóbica, todo lo contrario". Lo que sí pide es "abrir los ojos y alertar".
Y volvió a enfatizar el papel de la formación: "Tenemos que alentar a nuestra gente a capacitarse continuamente. La formación tiene que ser permanente. Si no, nos puede pasar como nuestro abuelo que arreglaba máquinas de escribir, y un día dijo: o me pongo a arreglar chips y nuevas computadoras, o cierro el negocio".
Finalmente, hizo una distinción clave: "Hay una cosa en la que la inteligencia artificial es incapaz: sentir empatía. Un robot no es capaz, ni lo será, de interpretar las lágrimas de un enfermo o de una persona sola. Por más inteligente que lo hagamos, no puede interpretar eso".
Y concluyó con una afirmación categórica: "La inteligencia artificial sigue siendo también dependiente de la inteligencia humana. Y la inteligencia humana es insustituible".
Para considerar
Con el título latino Antiqua et nova ("Lo antiguo y lo nuevo"), el Vaticano publicó el 28 de enero de 2025 la nota más extensa que jamás haya dedicado a la inteligencia artificial: 117 parágrafos que sitúan la tecnología en el corazón de lo que el papa Francisco define como un "cambio de época". Entre sus ideas fuerza sobresalen seis principios: dignidad humana, transparencia, protección de la privacidad, inclusión, responsabilidad y bien común. "El uso de la IA —recuerda el texto— debe acompañarse de una ética de libertad, responsabilidad y fraternidad"