¿Conocés el Coaching Ontológico?
Te invito a recorrer brevemente su historia…
Desde los tiempos de los filósofos clásicos, el ser humano ha buscado respuestas en su interior. Sócrates, a través del arte de la pregunta, invitaba a sus discípulos a alumbrar verdades que habitaban en lo más profundo de su ser. Aristóteles, por su parte, orientó su mirada hacia la búsqueda de la felicidad.
Siglos más tarde, en los años 70, Timothy Gallwey —profesor de literatura y capitán del equipo de tenis de Harvard— observó algo inquietante: sus jugadores, a pesar de estar físicamente preparados, fallaban en los momentos decisivos. Algo más allá del cuerpo interfería. Al dialogar con ellos, surgieron temores, inseguridades, falta de motivación, miedo al fracaso. Gallwey comprendió que el obstáculo no estaba en el cuerpo, sino en la mente.
En su búsqueda, comenzó a apoyarse en otras disciplinas, incluyendo la filosofía. Comprendió que para acompañar verdaderamente a una persona era necesario verla como un sistema integral: cuerpo, emoción, lenguaje, historia. Se propuso escucharlos profundamente, generar confianza, validar sus emociones. Los resultados fueron sorprendentes. Y decidió llevar este enfoque más allá del deporte: al ámbito familiar, social, laboral. Allí nació el germen del coaching.
John Whitmore tomó esta semilla y la llevó al mundo empresarial. Así nació el coaching ejecutivo, personal y humanista.
Una tercera corriente emergió con fuerza en Sudamérica, de la mano de Rafael Echeverría y Julio Olalla, quienes pusieron el foco en la totalidad del ser. Así nació el coaching ontológico: un espacio de aprendizaje profundo, donde el ser y el hacer se entrelazan en transformación.
Muchas veces nos sentimos atrapados, con proyectos que no avanzan, emociones que impactan en nuestra vida familiar, profesional.
Hoy, el coaching ontológico continúa ese legado filosófico que alguna vez inició Sócrates: ayudar a las personas a encontrarse consigo mismas, a descubrir su potencial, a resignificar sus historias y a abrirse a nuevas posibilidades de ser.
No se trata de recetas, ni de soluciones mágicas, sino de una conversación transformadora, donde el lenguaje, la emoción y el cuerpo se alinean para crear un nuevo modo de habitar la vida.
Porque cuando cambiamos la forma en que observamos el mundo, el mundo mismo cambia ante nuestros ojos.
Tal vez, ahí empieza verdaderamente el viaje del ser: cuando nos atrevemos a vernos, a escucharnos y a transformarnos con honestidad, presencia y sentido.
Ese es el camino del coaching ontológico.
Y tal vez, también, el comienzo de tu propio camino.
Si necesitas acompañamiento, los coaches ontológicos estamos para escucharte. Puedes tomar sesiones virtuales o presenciales.
Te esperamos.