Entre lo espiritual y lo cultural: el significado de los rituales que inquietan a los sanjuaninos
En las últimas semanas, la aparición de rituales en distintas zonas de la provincia generó desconcierto. Sin embargo, especialistas afirman que estas prácticas tienen raíces ancestrales, no siempre negativas, y responden a un manejo energético profundo que forma parte de diversas culturas.
En distintos puntos de San Juan, especialmente en zonas alejadas de la Ciudad, se hallaron recientemente ofrendas que despertaron sorpresa, miedo y curiosidad entre vecinos. Lejos de ser un fenómeno aislado, los rituales con velas, vino, pochoclos o animales aparecen desde hace tiempo, y responden a creencias que atraviesan culturas milenarias.
Según explicó Belén Carrillo, asesora espiritual con experiencia en prácticas ancestrales y energéticas, no todos los rituales tienen una intención negativa, aunque algunos pueden estar orientados a "perjudicar a otro". En general, estas ceremonias buscan modificar una realidad concreta: ya sea para lograr sanación, protección, prosperidad o agradecer a una deidad. "Muchas veces se hacen para invocar a ciertos seres que pueden ayudar a concretar propósitos. No porque haya velas tiene que ser algo malo: muchas veces lo que se busca es luz", señaló.
Los elementos que suelen encontrarse en este tipo de prácticas —como alimentos, bebidas o animales— tienen una carga simbólica y energética para quienes los utilizan. Carrillo explicó que, dependiendo de la deidad a la que se rinda culto, varían las ofrendas: "Hay quienes entregan comida o granos como una forma de devolver lo recibido. El vino, por ejemplo, se usa porque antiguamente la consagración se hacía con sangre, y hoy es una forma simbólica de representar ese intercambio energético".
Uno de los aspectos que más controversia genera es la presencia de animales muertos. Carrillo reconoció que, aunque el sacrificio forma parte de la historia de la humanidad, incluso en religiones tradicionales,lamenta que estas prácticas aún persistan: "No es lo más sano, pero hay culturas que siguen usándolos como tótems de poder. Cada animal tiene cualidades que se ofrecen a la deidad para lograr un objetivo aunque es lamentable que se sigan usando como ofrendas y no debería seguir siendo de esta forma" enfatizó.
Los lugares elegidos para estas ceremonias también son clave. Muchas veces se trata de zonas alejadas del ruido urbano, como campos, montañas o espacios cercanos al agua, ya que "en esos entornos la energía fluye de forma más limpia y fuerte". Carrillo explicó que algunas culturas creen en seres elementales ligados a la tierra, el sol y el agua, y por eso buscan espacios con conexión natural para realizar sus rituales.
Además, aclaró que no se trata de un fenómeno nuevo ni exclusivo de San Juan. "Estamos en una época del año donde se honra a la tierra para asegurar buenos cultivos. En una provincia con fuerte tradición agrícola, es común que aparezcan estos rituales en zonas productivas. La intención muchas veces es pedir una buena cosecha o cuidar lo sembrado", detalló.
Los rituales hallados recientemente en lugares como el cerro Villicum estarían más vinculados a corrientes como el umbandismo, el africanismo o el yoruba, donde cada deidad representa un aspecto del universo y recibe ofrendas específicas. "Hay culturas donde se ofrendan gallinas, otras donde se ofrecen granos, arroz o incluso un perro, como símbolo de fidelidad o protección", indicó Carrillo.
La especialista insistió en la necesidad de mirar estos hechos con respeto y no desde el miedo. "No todo el mundo tiene por qué entender qué se busca con estas prácticas, pero lo importante es comprender que se trata de un manejo energético. No es algo maligno por sí mismo, sino parte de una cosmovisión distinta", remarcó.
Así, lo que para muchos puede parecer un acto oscuro o perturbador, para otros es una ceremonia cargada de sentido y espiritualidad. "Las personas buscan conectarse con sus deidades en lugares energéticos, alejados del ruido, donde puedan generar un cambio interior. En el fondo, es lo mismo que quienes se van al mar o a la montaña para recargarse", cerró Carrillo.