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Amor familiar

La promesa y el corazón de una familia que iluminó Tamberías en Navidad y Reyes

Una promesa hecha con fe y esperanza se transformó en una verdadera lección de solidaridad. Una familia de Tamberías, con esfuerzo y dedicación, llevó la magia de Navidad y Reyes a más de 300 niños de la localidad. Gracias una promesa y el compromiso de todos sus seres queridos, el espíritu navideño brilló más fuerte que nunca en el corazón del pueblo.

Tamberas, un pequeño y apacible rincón de la provincia de San Juan, fue escenario de un gesto de amor que, con esfuerzo y dedicación, transformó la Navidad y el día de Reyes de cientos de niños. La historia detrás de esta movida solidaria comienza con una promesa hecha desde el corazón.

"Todo comenzó el año pasado, cuando yo estaba atravesando un problema de salud y me tenían que operar. Mi hermana me dijo que si todo salía bien, ella haría algo especial para Navidad y Reyes", cuenta  Zonda Diario con emoción Rosaura Tula, quien fue una de las impulsoras de esta noble causa.

La promesa fue sencilla, pero cargada de un inmenso amor: "Mi hermana María prometió que, si todo salía bien, iba a hacer un Papá Noel para los niños. No solo eso, también organizó todo para repartir juguetes y golosinas", relata Andrea, mientras recuerda cómo, gracias a Dios, la operación fue exitosa y la promesa de María se transformó en un proyecto familiar.

La historia de esta acción solidaria no termina ahí. "Cuando todo salió bien, nos reunimos con toda la familia y decidimos apoyarla. María había cumplido su promesa, y nosotros íbamos a hacer todo lo posible para que fuera una Navidad mágica para los niños", agrega.

La familia Castillo, junto a los Tula, Santander y Domínguez, formaron un verdadero equipo de trabajo. "Somos una familia muy grande. Somos casi 30 personas, y todos se sumaron con mucho entusiasmo. Gracias a Dios, nadie se quedó afuera", afirma Andrea, visiblemente agradecida por la respuesta que tuvieron de todos los miembros de su familia.

Los preparativos fueron arduos. Durante dos semanas, tanto de día como de noche, los miembros de la familia estuvieron trabajando en conjunto. "Armamos el trineo, seleccionamos los juguetes, preparamos las golosinas, y lo más importante, nos aseguramos de que ningún niño se quedara sin su regalo", explica. El resultado fue una noche mágica para los niños de Tamberías: más de 300 chicos recibieron su sorpresa de Navidad y Reyes, gracias a la generosidad de esta gran familia.

 

 "Armamos el trineo, estuvimos casi dos semanas, día, noche y madrugada armando el trineo. Después haciendo la selección de juguetes, golosinas, y haciendo el conteo de los chicos para que ninguno se quedara sin nada".

 

"No es fácil, pero todo lo que hicimos valió la pena" confesó Andrea sorprendida y satisfecha por las sonrisas en los rostros de los niños. . La tarea, aunque demandante, fue una verdadera lección de solidaridad para todos. "En Navidad, entregamos los juguetes y las golosinas, pero también entregamos un pedacito de nuestro corazón", destaca con la misma emoción de aquel primer día.

Repitieron la hazaña de llevar alegría a 300 niños para Reyes

Y la historia no se detiene ahí. "Después de la Navidad, en enero, volvimos a hacerlo por Reyes. La alegría de los chicos nos motivó aún más. Verlos tan felices, tan ilusionados, hizo que tuviéramos aún más fuerzas para seguir adelante", cuenta Andrea, que ya piensa en los próximos proyectos.

"Lo que queremos es poder seguir haciendo esto cada año. A medida que podamos recolectar más juguetes y golosinas, queremos seguir llevando alegría a los chicos de nuestra comunidad. Es un esfuerzo grande, pero cuando uno lo hace con el corazón, todo es posible", afirma con determinación.

La familia Castillo-Tula-Santander-Domínguez ha demostrado que, a veces, los pequeños gestos pueden generar un cambio inmenso. En un mundo donde las dificultades no siempre se resuelven fácilmente, la solidaridad de una familia logró darle un toque de esperanza a más de 300 niños, quienes, por un momento, creyeron que la magia de la Navidad y Reyes no tiene límites.

Lo importante es que, aunque no pertenezcamos a ninguna institución ni partido político, hemos sido una familia unida, comprometida con los chicos de Tamberas. Y lo seguirán haciendo mientras podamos", concluye Andrea, con la convicción de que este es solo el comienzo de una tradición que continuará año tras año.

La promesa de un gesto solidario, cumplido con amor y esfuerzo, se ha convertido en una verdadera lección de vida para todos los que pudieron ser parte de esta acción en Tamberías.

Un pequeño pueblo, una gran familia, y más de 300 sonrisas: eso es lo que dejó este gesto que, en sus propias palabras, fue "un regalo del corazón".

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