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Mujeres sanjuaninas y otros relatos populares

La Virgen del Líbano: odisea de una obra imponente

La Virgen del Líbano, una imponente escultura de 12 metros, fue creada en tiempo récord en 1994 por tres jóvenes artistas sanjuaninos. La obra, de gran complejidad técnica, sigue siendo un símbolo de fe y esfuerzo colectivo, aunque sin el reconocimiento oficial a sus creadores.

Virgen del Líbano.

In memoriam de los artistas visuales Mario Pérez y Eduardo Esquivel.

Una vez encargada por la colectividad libanesa de San Juan en 1994, los tres artistas que la concibieron y la crearon tenían apenas dos meses para realizar la obra, en tanto la Municipalidad de Rivadavia se comprometía a hacer el basamento donde sería emplazada la monumental escultura. 
El basamento estuvo a cargo del arquitecto Elías Richard Karam y consistió en un monolito de hormigón armado de 12 metros de altura: dos metros bajo tierra (cimientos), cinco metros atravesando verticalmente la escalinata que lleva a los pies de la Virgen y cinco metros más que sobresalen de la base superior de la escalinata, donde están ensambladas las distintas partes de la Patrona del Líbano esculpidas por Pérez, Sierra y Esquivel. 


Sobre la base superior de los últimos cinco metros del monolito, hacia arriba, se montaron el hombro, el cuello y la cabeza de la Virgen (un metro más aproximadamente). Su cabeza fue adornada con una corona con estrellas y en el medio mundo sobre el que está parada, quedó pisando la serpiente rastrera, símbolo del mal. 
De Tutankamón a la Virgen del Líbano 
Los tres eran estudiantes cuando realizaron la obra. Eran todavía inexpertos en el arte mayor de la escultura, pero habían tenido algunas experiencias en el oficio que los animaba. 
Mario Pérez trabajaba en el Obrador de Arquitectura y algo de experiencia tenía en el manejo de materiales a mayor escala. Sierra era ayudante de cátedra en Tecnología de materiales, y en el año 1976, siendo alumno de sexto año de la Escuela Boero (escuela técnica de prestigio en la provincia), había participado junto a sus compañeros en una Fiesta del Sol (una fiesta importante en el calendario estacional de San Juan), a través de un concurso de carruajes. Allí había hecho sus primeras armas construyendo también en hierro, con metal desplegado y cubierta de papel encolado y patinado, un torso de Tutankamón, con su sarcófago y toda la ambientación de un ritual fúnebre egipcio. Obtuvieron el segundo premio.


Entonces, algo de experiencia previa tenían, y la paga, aunque escasa para semejante obra escultórica que los consagraría como profesionales –realizada en tiempo récord- no les venía mal en aquella bohemia época de estudiantes de Plástica. 
La audacia para aceptar semejante desafío se completaría con las circunstancias del punto de partida para encarar la obra: una foto, nada más, de la Virgen del Líbano y una estatuilla de plástico de 10 centímetros de altura. Por lo que, lógicamente, "hubo que hacer todo un desarrollo de cálculo de escala para que cada medida en milímetros de la pequeña virgen de plástico equivaliese a la escultura de más de cinco metros que se proyectaba, de modo tal que la altura de los hombros coincidiera con la parte interna superior del núcleo de hormigón macizo que era su soporte". Fue así que "se estableció el tamaño aproximado y sobre el tamaño final del monolito interno hubo que dimensionar la escultura de la Virgen en su totalidad". 


Sierra hizo una primera maqueta de alambre de medio metro de altura soldada con estaño, "como para hacer un primer desarrollo de la estructura y ver con qué problemas nos íbamos a encontrar". Luego de eso se metieron de lleno con el armado en hierro de los bloques individuales en la escala final. "Estaba aterrorizado –confiesa Sierra-. La magnitud de la obra en la que nos metíamos y la responsabilidad que estábamos asumiendo con el gobierno contratante, con las personas que nos habían encargado la escultura y con el público que después vería la obra imponente que finalmente fue, era muy grande. Después de esto seríamos capaces de hacer cualquier cosa que nos pidieran". 


Mañana, tarde y noche a la luz de una lámpara 
En el armado final de la Virgen y su recubrimiento de cemento participaron los tres por igual, y Mario Pérez hizo los pies y la serpiente. La obra escultórica propiamente dicha "se fue haciendo por parte en los talleres de cada uno y después se ensambló", trabajando mañana, tarde y noche (usando lamparitas para alumbrarse) subidos a los andamios en el lugar de emplazamiento. Las partes individuales en hierro se realizaron en un taller y fueron transportadas en una camioneta al lugar del emplazamiento, luego subido a la estructura y finalmente colocado en el lugar apropiado. Lo que unió todo fue el armado en el mismo lugar (sobre el monolito) de la estructura que formaba la caída del vestido y la pierna derecha que se ve avanzar debajo del mismo. Sobre esta estructura de hierro soldado se hizo una cubierta de metal desplegado (sobre los distintos hierros se fueron soldando las diversas partes de la estructura) y sobre la misma una terminación de cemento con un pintado final en blanco. Luego se adosaron a ambos lados del cuerpo los brazos, y a éstos se les pusieron las manos. Sobre la base de la escalinata se colocaron los pies de la Virgen, sobre el medio mundo que pisa, lo cual también se hizo aparte. 

Obra concluida 
Como no es una imagen frontal, un detalle interesante a observar es el movimiento virtual que tiene la estructura de hombro, cuello y cabeza. "Son tres movimientos –nos explica Sierra-: la cabeza se inclina hacia adelante (primer movimiento); tiene un leve giro de cuello hacia la derecha (segundo movimiento); y se recuesta levemente sobre el hombro derecho (tercer movimiento)". En la cabeza, "la Virgen tiene modelado con hierro fino los labios, las aletas de la nariz, los párpados, el cuello y la forma toral de la cara". Un trabajo de orfebre. 


Sierra nos brinda otro dato interesante sobre la obra: "El monolito de 12 metros (paralelepípedo) es antisísmico y no se toca con la escalinata, porque entre él y el hueco de la escalinata hay una luz o espacio. En caso de algún movimiento sísmico, la Virgen con toda su estructura podría oscilar levemente sin tocarse con la estructura de la escalinata debido a ese espacio vacío entre la cubierta de la escultura y el monolito. Además, la escultura debía ser hueca para poder encajarla en el monolito, que por supuesto tiene una estructura reforzada". 


Finalmente, para darle un aspecto de mayor blancura en su terminación a toda la imagen, se la recubrió con cemento blanco, polvo de mármol o marmolina (arena de mármol), aunque posteriormente se la tuvo que pintar de blanco, esta vez con pintura, debido a la inoportuna ocurrencia de los visitantes de escribir leyendas con lápiz, birome, carbón o aerosol sobre la misma escultura. 


Aunque esa no es la única ocurrencia que puede sorprendernos: alrededor de la escultura abundan las placas de todos los funcionarios y profesionales que intervinieron de alguna manera en la instauración de la obra, pero ninguna que recuerde el nombre de sus escultores. Hasta no hace mucho, sobre la autoría de la obra sólo existía un video de Mónica Esquivel, hermana de uno de los artistas visuales que realizaron la obra, donde se muestra paso a paso el proceso de concreción de la imponente escultura. 

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