¿Alentás a tus hijos para hagan todo lo que desean? ¿Pensás que ellos pueden decidir? ¿Vos influís en sus decisiones?
Desde que nuestros hijos nacen, estamos a su lado para alimentarlos, protegerlos, cuidarlos y enseñarles los primeros pasos.
Cuando son muy pequeños nos necesitan en todo momento para sobrevivir, a medida que van creciendo comienzan a realizar acciones por si solos como caminar, jugar, comer, elegir su ropa, hacer tareas escolares.
¿Qué decís cuando eligen el deporte que quieren practicar? ¿Permitís que decidan por si solos cuando piensan distinto a vos?
Suelen aparecer miedos en los padres y la posibilidad de limitarlos para que no sufran, no corran riesgos, no se equivoquen. Sin quererlo, creamos inseguridades en ellos que pueden permanecer durante toda su vida.
Te voy a contar una historia de la antigua Grecia:
Pigmalión era un talentoso escultor que vivía en Chipre. Sus habilidades eran conocidas en toda la región y sus trabajos eran considerados obras maestras. Pigmalión era un hombre solitario y desilusionado con el amor humano. En su corazón anhelaba a una mujer perfecta, una que fuera tan ideal como sus propias creaciones artísticas. Desafortunadamente, ninguna mujer cumplía con sus altas expectativas. Pigmalión decidió tomar la musa perfecta de sus sueños y darle forma en una estatua de marfil. Dedicó horas interminables a esculpir cada detalle, asegurándose de que su creación fuera absolutamente impresionante.
La escultura resultante fue tan hermosa que superaba cualquier obra anterior. Cuando Pigmalión la terminó, se enamoró perdidamente de ella. Su anhelo de tenerla como su compañera se hizo tan intenso que no pudo contenerse. Fue en ese momento que Pigmalión rogó a los dioses que le dieran vida.
Afrodita, la diosa del amor y la belleza, escuchó sus súplicas y decidió complacerlo. Mientras el escultor dormía, la diosa visitó la estatua y la tocó con sus manos. Al despertar, Pigmalión se encontró con la sorprendente realidad de que su amada había cobrado vida. A partir de ese momento, Pigmalión y Galatea, como él la bautizó, vivieron una vida plena de amor y felicidad. Su unión fue tan perfecta que incluso llegaron a tener hijos, convirtiéndose así en una familia feliz.
La historia de Pigmalión nos enseña que los sueños pueden hacerse realidad y que el amor puede trascender las barreras de lo posible.
En conclusión, la historia de Pigmalión, el escultor que dio vida a su sueño, es un ejemplo maravilloso de cómo la pasión y la dedicación pueden superar cualquier obstáculo.
Surgíó así el conocido efecto Pigmaleón, que puede tener consecuencias tanto positivas como negativas.
Si le decimos a alguien – No servís para jugar al futbol. Es seguro que nunca podrá hacerlo.
Ó - tu voz no sirve para el canto, buscá otro hobbie. Esa persona nunca podrá cantar.
Si lo llevamos al aula, y decimos a un profesor – tiene 3 alumnos con mala conducta. El profesor los mirará como niños problemáticos y ellos no podrán salir de ese encuadre pre establecido.
En el ámbito laboral, si consideramos a un empleado como poco capaz, le damos tareas sencillas porque consideramos que no podrá hacer otro trabajo. Así será y no podrá aprender ni crecer.
Por el contrario, si estimulamos a nuestros niños a que se esfuercen para obtener lo que desean, (practicar el deporte que elijan, estudiar la carrera que les guste), los alentamos y ayudamos. Es seguro que lo lograrán.
Esto nos trae la historia de hoy, aprender que no hay cosas imposibles de lograr, hay que animarse a soñar y en algún momento los sueños se cumplen. Basta con imaginarlos, llenarlos de detalles, acompañarlos con imágenes, crear contextos, dedicar esfuerzo, perseverancia, trabajo constante. Y tarde o temprano, empezarán a cumplirse.
¿Te animás a intentarlo?
Si necesitas acompañamiento, recuerda que los coaches ontológicos estamos a tu disposición para hacerte preguntas que te hagan pensar, te ayuden a encontrar tus cualidades y te enfrenten a nuevas posibilidades.
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Alicia Macías, coach ontológico profesional, Aacop nro. 7231
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