Cuando el Día del Padre es para celebrar y también lamentar
Guillermo Chirino perdió un hijo en un accidente de tránsito hace ocho años, dolor que se acrecienta aún más en ésta fecha por la cercanía del día que sería su cumpleaños. Menguan todo ello sus otros descendientes.
La vida da y quita. Está hecha de alegrías y penas, de buenos y malos momentos. Para quienes tienen la suerte de disfrutar de sus padres, seguramente la fecha que hoy se celebra, es una de las más especiales. En cambio, para el que ya no cuenta con él tal vez sea la más triste. También lo es para quien es padre, pero perdió a un hijo, porque ya no hay motivos para el festejo, o al menos en toda su magnitud. Ese es el caso de Guillermo Chirino que hace ocho años perdió a su hijo Lautaro que murió en un accidente de tránsito cuando apenas tenía 13 años.
Es que el corazón se parte entre lo que existe y lo que ya no está. La dicha, el gozo, de disfrutar de los otros hijos, y el dolor desgarrador por la ausencia, más aún cuando la causal de la pérdida no fue natural, sino que alguien arrebató esa vida.
En Guillermo se explica esa diferencia. ¡Y cómo! "Lo que se transita en el primer año de haber perdido a un hijo es algo que marca significativamente para bien o mal".
Es que a raíz de ese tremendo trance, junto a su esposa decidieron crear un lugar para la contención para las familias que pierden a sus seres queridos en siniestros viales.
"Cuando armamos la asociación tratamos de que la gente lo entienda así y viva el proceso de la mejor manera. El primer año es crucial porque el primer Día del Padre caes en la cuenta que no volves a tener más a tu hijo. Ese día te lloras la vida, haces cosas que ni te imaginas que podes hacer. Es un momento muy oscuro porque alguien de tus entrañas no está a tu lado", expresa con profundo sentimiento.
"Dios me dio la sabiduría y una esposa que me ayudó a entender que tengo más hijos por los que hay que seguir luchando, trabajando y sonriendo"
"Dios me dio la sabiduría y una esposa que me ayudó a entender que tengo más hijos por los que hay que seguir luchando, trabajando y sonriendo. A veces llorar a escondidas y otras en familia. El amor y Dios, que es con el primero que te enojas, es lo único que ayuda a salir adelante", aconseja.
Reflexiona que "si a alguien le preguntas ¿dónde están tus seres queridos? por más ateo que diga ser dirá que están con Dios". Y va más allá en sus convicciones al asegurar que "mi hijo me hizo saber que está con Dios".
Por eso confiesa que "este domingo lloraré, rezaré una oración para él y le pediré que me siga dando fuerzas por sus hermanos. En el algún momento me reencontraré con él y ya nadie nos separará".
Chirino cuenta que estaba en el segundo año de la Escuela de Ministerio, en el proceso de Diaconado, cuando su hijo Lautaro murió. "Fue la prueba más dura que tuve que pasar porque soy ministro de la Comunión en la Parroquia de Villa Krause y trabajo con mi esposa para los retiros de matrimonios. Estoy muy vinculado con la religión y creer en Dios fue la prueba más difícil cuando eligió llevarse a mi hijo. Nunca dejé de confiar en él, Es más la Asociación se llama Familias del Dolor y la Esperanza por Dios".
Dice que a pesar de todo, "no me enojé con Dios. Por ser ministro de la Comunión y estar muy vinculado con las cosas de Dios, el mismo día que deje a mi hijo en el cementerio, en la noche me puse a llorar en el fondo y a las 3 de la mañana le pedí al padre que me abra la iglesia. Más que enojado fuí a llorarle a Dios y al Santísimo. Ahí obtuve la respuesta".
Comenta que sepultó a su hijo al mediodía y en la siesta se despertó llorando pidiendo la mano de su hijo. "En la noche me fuí a la iglesia, que en el fondo tiene una capilla del Santísimo donde está el Sagrario de madera. El guardia me hizo pasar. Entré, me abracé al sagrario y lloré todo lo que tenia que llorar. Ahí es cuando con los ojos cerrados veo a mi hijo y escucho que me dice que no llore más, que ya no me podía dar la mano porque ahora me la tiene él. Entonces ví que la mano la tenía este mismo Cristo que murió por vos y por mí. Lo ví con una luz blanca hasta los hombros y no le ví la cara. Eso para mí fue muy significativo e importante, que me marcó un camino y me dio la fuerza que tengo hasta ahora para seguir adelante en esta lucha".
La cama de Lautaro está vacía, pero "en la de al lado está el hermano y la hermana, que son los que te dicen te amo, te piden que les leas un cuento, que los lleves a un cumpleaños. Tenés que seguir viviendo por ellos. Son los que te retroalimentan para seguir adelante", resume Guillermo desnudando su corazón partido por sentimientos tremendamente encontrados.
OCHO AÑOS DE PADECIMIENTO
La muerte de Lucas Chirino ocurrió el 13 de febrero de 2015. "veníamos de retirar a mi hijo de un cumpleaños y de repente apareció un móvil comunal de Villa Krause sin luces ni sirenas e impactó contra el paragolpes de atrás del vehículo en el que viajábamos. Esto provocó que termináramos chocando contra un poste de luz, se abrió la compuerta de atrás de nuestra Kangoo y mi hijo y yo salimos despedidos. Mi hijo lamentablemente no aguantó el impacto pese a los intentos que hice por revivirlo".
Desde hace un tiempo la asociación coloca carteles con fondo blanco y un ángel azul más un árbol en distintos puntos de la provincia que recuerdan a las personas que perdieron la vida en un siniestro vial.
Además intentan que en cada departamento haya un representante de la asociación para asistir y contener a las víctimas desde el minuto cero los 365 días del año "para que esa familia no se destruya con el tiempo".
PADRE DEL DOLOR
Chirino creyó que las heridas comenzaban a cerrar, pero el jueves la justicia le confirmó lo que ya sospechaba que iba a suceder: "la muerte de mi hijo va a quedar en la nada". Por ese motivo el viernes 23 por la noche, día que cumpliría años Lucas, realizará una marcha y bocinazo en rupudio al fallo. "Será no sólo con la gente de la asocioción, sino que mi hijo será la bandera de todas las víctimas de violencia llámese femicio, género, mala praxis, Padres en Lucha y otras ONGs" aseguró.