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50 años en el centro sanjuanino

El distribuidor de las noticias

Carlos Lobos es de los pocos canillitas que quedan por el centro sanjuanino. Aún se da el gusto de levantarse a las 5.00 de la mañana para buscar los diarios, repartirlos y venderlos en su kiosco que aún perdura.

El crítico número uno. Carlos Lobos como todos los canillitas son los primeros en mirar las páginas del diario y luego dicen que esta bien o mal porque están en contacto con los lectores. El Zonda siempre tuvo un buen suplemento deportivo.Crédito: Foto: Carlos Vargas

Nació casi entre revistas y diarios porque su padre José Antonio era el encargado de la empresa que distribuía los diarios de Buenos Aires y también las revistas de tirada nacional.

Aunque ese mundo del canillita no le caía del todo bien, a los 16 años junto con su hermano Roberto se tuvo que hacer cargo del kiosco de diarios de revistas de Laprida y Mendoza que manejaba su otro hermano Antonio Ernesto. 

Aunque eso fue provisorio, porque tenía que terminar el colegio secundario en la "Facultad Cortinez" y allí se recibió de Perito Mercantil y con buenas calificaciones, pero estaba mirando más allá de San Juan.

Le tocó número alto en el sorteo para cumplir con el Servicio Militar y eso retrasó su sueño de volar alto lejos de los diarios y revistas. Siempre firme de sus convicciones y seguro de lo que pretendía se lo hizo saber a su padre.

"Había terminado la secundaria y mi viejo se hacía los rulos que me sumaba a la empresa familiar, pero le dije que quería probar suerte en Estados Unidos, que mi idea era buscar un nuevo horizonte. No sé si le gustó ó no, pero no dejó de apoyarme nunca y respaldó mi decisión" cuenta sonriente desde adentro de su kiosco de diarios y revistas ubicado en Mendoza y Mitre.

Finalmente, Carlos viajó a Nueva York y allí consiguió trabajo como lava copas en un restaurante. Pero fue aprendiendo y terminó siendo uno de los encargados de la cocina. Residía en Nueva Jersey y viajaba todos los días al trabajo en tren una hora y media.
Lejos de casa, de la familia el destino le puso en el camino la compañera ideal para seguir en la vida.

"En el lugar donde vivía conocí a Lidia, ella era mendocina y también había viajado para buscar suerte en Estados Unidos. Nos casamos y allí tuvimos a nuestro primer hijo. Pero después de 6 años decidimos volver a la Argentina y nos instalamos en San Juan. La empresa familiar de mi viejo la continué durante varios años hasta que Diario Clarín decidieron regionalizar la distribución y desde Mendoza tomaron el control y no me quedó otra que apostar a mi propio kiosco de diarios y revistas", cuenta con cierta tristeza Carlos porque mira como está casi vacío su lugar de trabajo hoy.

Desde 1995 llegó a su actual lugar de tareas y entonces algunas cosas cambiaron. Levantarse temprano no era un problema porque ya sabía de eso, porque cuando tenía la Distribuidora viajaba todos los días a Mendoza con sus hermanos a buscar los diarios nacionales.

"Acá en el kiosco empecé con pocos pedidos, pero por suerte y porque me conocían a mí y a mi viejo se me abrieron varias puertas y conseguí un reparto de diarios bastante bueno. Por aquel entonces sacaba cerca de 200 diarios de Cuyo. Cuando terminaba el reparto me venía al kiosco y ya mi esposa me esperaba con el desayuno y nos quedábamos hasta las 14.00. Antes abríamos por la tarde porque se vendía mucho", expresa con los ojos ciertamente vidriosos Carlos.

La historia de un canillita es ciertamente cambiante, porque el avance de la tecnología a través de los años fue dejando de lado tradiciones como sentarse a leer un diario papel en casa.

"En la semana se vendía mucho, pero el domingo también era importante la demanda. Cuando llegaron ustedes, los del Diario El Zonda, abrió el mercado porque estaba buena la competencia" cuenta el canillita.

Carlos no es de los que repartía el diario en las casas. No lo tiraba. Era prolijo y meticuloso en la entrega y si era posible lo entregaba en mano.

"Yo a las casas donde iba dejaba el diario en la puerta. Había gente que me esperaba porque querían enterarse de todas las noticias y el chusmerío del espectáculo, la moda o las revistas de crucigramas, de esto tenía clientes fijos que me pedían a veces dos por semana", cuenta Carlos que se acomoda los lentes pero en realidad quiere evitar que se vean los ojos vidriosos al contar parte de su historia que no es tan lejano.

Carlos y Lidia tuvieron 4 hijos, el mayor Carlos Antonio (52) está en Estados Unidos, el segundo Diego Gabriel (51) hoy reside en Valencia, España. La tercera, Ivana Marisa (45) está en Córdoba y la menor, Agustina (32) se quedó en San Juan. Son 7 los nietos, que están lejos pero cerca a la vez porque las comunicaciones actuales le permiten estar en el día a día con las video llamadas.

"No me arrepiento de la profesión que elegí, sin importar los horarios y que hay que trabajar todos los días. Me permitió conocer a mucha gente. Estando aquí ves muchas realidades, de las buenas, de las malas. Por esta esquina he visto pasar políticos, deportistas, maestros, médicos. Esta profesión te permite enterarte de todo y no solo por los diarios y revistas" reflexiona Carlitos que tenía su vinculación con los medios porque solía ser el proveedor oficial de las radios cuando les prestaba las revistas nuevas que llegaban de Buenos Aires.

De aquellos 200 diarios que pedía por día hace 30 años, hoy le alcanzan con 50 y de las dos empresas sanjuaninas para cumplir con la venta diaria. Hace 3 años que los diarios de Buenos Aires dejaron de venir al interior y del chusmerío del mundo del espectáculo que llegaba recargado en las revistas hoy a apenas sobreviven un par y suelen llegar cada 15 días.

La realidad del canillita actual es ciertamente triste, pudo haber dejado en el 2014 cuando se jubiló pero prefirió seguir en el rubro porque es parte de su vida. Porque aprendió a quererla con los años y porque todavía cree firmemente que la pasión por la lectura no se muere y el es un instrumento para seguir manteniendo viva esa llama.

LA CIFRA

50:  Años son los que lleva trabajando de manera interrumpida en el rubro de canillita. Primero lo hizo con Distribuidora Lobo en 1973 iniciando con el reparto de diarios y revistas nacionales. Desde 1995 con el Kiosco de Mendoza y Mitre. En 2010 también tuvo el control del kiosco de Mendoza y Rivadavia, vereda este pero se cerró con la pandemia.

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