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Expectativa por la reunión que mantendrán Cristina y Alberto Fernández

Presidente y vice de la Argentina

Expectativa por la reunión que mantendrán Cristina y Alberto Fernández. El encuentro será esta tarde.

La reunión entre el presidente Alberto Fernández y la vice Cristina Fernández genera una gran expectativa en todo el arco político y por supuesto en todos los argentinos.

Por teléfono acordaron el nombre de la nueva ministra de Economía, y además reunirse esta tarde, de modo presencial para avanzar en la reestructuración del resto de las áreas.

¿Qué se dijeron por teléfono?

A las 20.14 del domingo, Alberto Fernández llamó desde su despacho a Cristina Fernández.

Ella atendió con un lacónico "hola Alberto". La comunicación duró 55 minutos. Dicen que fue en tono amable pero áspero. Acordaron encontrarse hoy en algún momento del día posiblemente en la residencia de Olivos.

Ese dialogo fue el mas esperado en todo el domingo, luego de la renuncia de Martín Guzmán a la cartera Económica.

Alberto y Cristina, debieron escuchar del otro lado del teléfono frases retrucables. Pero apremiados por la incertidumbre reinante se focalizaron en solucionar lo más acuciante, que era anunciar un nombre para el ministerio de Economía antes que abrieran los mercados.

La Elegida

Silvina Batakis fue la mujer del consenso. Alberto la tenía en carpeta aún antes de que llegara Guzmán. Era una de sus asesoras en temas económicos de la campaña. Unos días antes de las PASO del 19 se juntó con Batakis para preguntarle, entre otras cosas, cuál era para ella el TC (tipo de cambio)

Para Cristina no había nada que objetar. Silvina venía de trabajar junto a Wado de Pedro en Interior y, para más pruebas o datos, había estado el 13 de junio en el Instituto Patria dando una charla abierta sobre las personas mayores y el contexto económico actual. Al lado de Guzmán que hablaba académicamente sólo de números una economista que hablara de personas ya era casi un regalo del cielo.

Sin comunicación 

Alberto dejó de hablar con CFK hace varios meses. Primero fue ella que no le contestó. Después él que mandó a hacer ese dato público para mediados de marzo a través de su portavoz, Gabriela Cerruti cuando el Presidente intentó en vano hablar con Cristina después del atentado a su despacho.

Pero con el correr de los días esa incomunicación se terminó haciendo costumbre. Y de golpe percibió que hasta podía ser su fortaleza. Alberto estaba obstinado en seguir gobernando sin necesidad de hablar con Cristina.

El sábado la renuncia de Guzmán no encontró a Alberto en Olivos sino en la zona de Zárate en la casa de un empresario de medios.

A la residencia llegó pasada las ocho de la noche cuando, con lógica, la crisis ya era un incendio mediático.

Desde el minuto uno que sus colaboradores más estrechos aconsejaron llamar a la vicepresidenta.

El domingo fue el momento de Sergio Massa. El jefe de la Cámara de Diputados hizo ayer doble turno en Olivos. Al mediodía y a la tarde. En esas largas horas de tertulia no sólo dio su opinión y puso sus condiciones para hacerse cargo de la Jefatura de Gabinete sino que insistió también con la necesidad del llamado.

El Presidente se negaba a hablar con su vice

Obstinación. Capricho. Cábala. O negación. Lo cierto es que Alberto estaba tan empacado que los operadores de ambos bandos que intentaban acercar posiciones terminaron intentando al revés. Es decir tantearon el terreno para convencer a Cristina de que llamara ella.

El autor de sacar de la manga la carta mágica de Estela de Carlotto. Pero el llamado de la abuela de Plaza de Mayo al Presidente no fue una casualidad. Hubo quien lo impulsó y hasta dio letra para destrabar la cabeza presidencial del atolladero en el que estaba sumido por obcecado.

Está claro que el llamado fue el primer paso. El anuncio de Batakis hasta acá solo descomprimió a la política.

Todos los sectores del Frente de Todos y en especial los gobernadores que la tienen en la mejor de las ponderaciones, felicitaron su nombramiento.

Batakis no es la enemiga pero tampoco el ideal para los hombres de negocios.

La renuncia de Guzmán dejó a Alberto desnudo. El daño que le provocó el ministro en su salida termina potenciando en la interna la postura del kirchnerismo y de la propia Cristina que siempre desconfió del ex ministro.

Hoy Alberto no puede más que mirar para adelante.

La de ayer fue una salida de emergencia. Tanto que el anuncio de la ministra fue un simple tuit con error de tipeo seguramente por el apuro de Cerruti.

La portavoz no pudo siquiera dar conferencia de prensa. Siete vecinos que se acercaron al portón de Villate con sendas cacerolas hicieron tanto ruido que ella y el aún Jefe de Gabinete Juan Manzur optaron por retirarse.

Un papelón pocas veces visto teniendo en cuenta que la residencia tiene una segunda sala de conferencias interna debidamente acondicionada.

El único foco de resistencia que queda es el de Santiago Cafiero y en menor medida el de Gustavo Béliz. Son los espejos en donde se mira Alberto cada vez que quiere convencerse de que puede solo.

Pero está claro que ya no hay más tiempo.

Aún sin horario para la reunión entre Alberto y Cristina, lo que se sabe es que quedan muchos cambios por decidir.

Está claro que si a Batakis no la rodean de mayor poder político y le dan coordinación de las áreas su ministerio va destino al fracaso.

Lo demás cambios se vienen inexorablemente. Aunque por protocolo, respeto por los que aún son ministros y por falta de coincidencia entre las partes en el resto de los nombres y funciones por ahora se nieguen.

La última etapa del gobierno de Fernández empezó este fin de semana. No fue por un golpe de mercado ni por un sermón de Cristina.

Empezó porque lo defraudó la persona en la que más confianza había depositado desde que llegó a la Presidencia. Guzmán se fue por tuit en medio de la charla pública de Cristina.

Todo un mensaje de rencor hacia ella pero sin darse cuenta que con su destemplada renuncia le estaba haciendo, en realidad, el mayor de los favores a la Vicepresidenta.

#Alberto Fernández, #Cristina, #reunión

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