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La empatía: ¿Se aprende o nacemos con ella?

La empatía: ¿Se aprende o nacemos con ella? Al finalizar una de mis conferencias en la Universidad Modelo en el centro de la ciudad de Mérida, en la península de Yucatán (México), se acercó una mujer a saludarme y, visiblemente emocionada me dijo, cuando usted contó los obstáculos que tuvo en su infancia, me dieron ganas de abrazarlo. Estamos hablando de alguien que no me conocía hasta ese momento. Sin embargo, aun así, la mujer exhibía sus ojos cargados de lágrimas mientras me hablaba.

Análisis exclusivo para El ZondaPor Hugo Lescano*

Este fenómeno conocido como "empatía" encuentra su fundamento en una habilidad neuronal que poseemos los humanos. Dicha capacidad nos permite, por ejemplo, aproximarnos al universo emocional de las personas que nos rodean – sean conocidas o extrañas-, especialmente cuando notamos que los estados anímicos son claramente visibles. Es así que lloramos ante una película que incluso de antemano sabemos que es ficción o movemos nuestro cuerpo al son de las gambetas de los jugadores de futbol o inclinamos nuestro cuerpo cuando el guardameta de nuestro equipo favorito se apresta a atajar el balón, por ejemplo, ante un penalti.
Nos estamos refiriendo un fenómeno que se produce en nosotros gracias a las neuronas espejo descubiertas en 1996 por el neurobiólogo italiano Giacomo Rizzolatti quien cumplirá en el presente mes de abril, 85 años. Rizzolatti señala que estas neuronas entran en actividad rápidamente cuando nos vinculamos de modo presencial – cuando interactuamos en redes sociales, el fenómeno es más complejo-, al activarse el lóbulo parietal y la corteza motora del cerebro.

 

"Los humanos nacemos con la capacidad, o sea la estructura neuronal, que nos permite empatizar"

 

Con esta información inicial ya podríamos afirmar que los humanos nacemos con la capacidad, o sea la estructura neuronal, que nos permite empatizar. Esto, sumado a los procesos y mecanismos de reproducción social es lo que facilitan la tarea de construir identidad cultural. O sea, imitamos y asimilamos los comportamientos sociales al mismo tiempo que los vamos construyendo. Eso, a su vez, da lugar a la cohesión social que nos permite transmitir conocimientos, conductas y comportamientos a las nuevas generaciones.

No somos la única especie que posee este tipo de neuronas. Sin embargo, los humanos somos los únicos que podemos profundizar conceptualmente sobre los alcances de este fenómeno para mejorarlo. Ahora bien, ¿No es cierto que nos hemos cruzado con personas que parecieran no tener empatía con nadie? ¿Acaso no hemos terminado relaciones con algunas personas por considerar que solo piensan en ellas mismas, sin tener en cuenta las necesidades de los demás? En realidad, y salvo los casos en los que existe algún tipo de alteración mental, todos los humanos empatizamos. Solo que nuestro cerebro selecciona con quienes lo hacemos. Este es el punto donde podemos mejorar la empatía, por ejemplo, vinculándonos con una predisposición a la escucha, ya que podemos empatizar mucho más cuando le damos a nuestro cerebro la posibilidad de "crear" "sensación de pertenencia" y favorecer la posibilidad de considerar a nuestro interlocutor como de nuestra propia "manada". Una vez que escuchamos la historia de alguien, los procesos empáticos se activan y es más fácil "entender" a la persona porque "sentimos" lo que nos acaba de contar. Es por eso que llegamos a casa y decimos compungidos ¡"Pobre Juan, no sabés lo que me contó hoy"!
Este conocimiento nos permite además considerar la posibilidad de acompañar mejor nuestro cuerpo alineándolo con lo que sentimos ya que las personas que hablan con nosotros empatizarán mejor si somos sinceros con nuestras emociones. No olvidemos que las "neuronas espejo" son también las responsables de disparar un "alerta" cuando se detectan diferencias entre lo que dice nuestro cuerpo en referencia a lo que afirman nuestras palabras. Es así que las personas más empáticas tienen mayor sensibilidad a detectar mentiras.

 

"Todos los humanos empatizamos. Solo que nuestro cerebro selecciona con quienes lo hacemos"

 

Para resumir, recodemos entonces que si bien tenemos la estructura neuronal que necesitamos para empatizar, podemos desarrollarla mucho más interactuando y haciendo un esfuerzo inicial por interesarnos en los demás. Si nos damos esa oportunidad, puede que el resto lo haga nuestro cerebro. Ojalá podamos lograrlo. Ojalá podamos aproximarnos a quienes nos rodean con interés suficiente como para, progresivamente, asimilar los problemas ajenos no solo de manera cognitiva sino también emocional. Somos una especie privilegiada con capacidad de construir fuertes lazos de solidaridad. Aprovechémoslo, ejercitándonos en la comunicación para desarrollar cada vez más nuestra habilidad de sentir y expresarnos con gestos de permanente apoyo y reconocimiento. Ojalá no solo nuestras palabras, sino nuestros gestos denoten que estamos listos para empatizar al comenzar cada día reflejándolo en nuestro lenguaje corporal. Porque como siempre decimos en nuestro laboratorio, nuestro cuerpo no sabe mentir.

Hugo LescanoDirector del Laboratorio de Investigación en Comunicación No VerbalConsultor de la OEA (Washington DC) en Negociación y Comunicación no VerbalInstagram: @hlescanowww.HugoLescano.com.ar

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