A 27 años de la terrible patada karateca de Cantona
En 1995, el francés volaba desde el campo para pegarle a un aficionado del Crystal Palace tras escuchar sus insultos. Cumplió nueve meses de sanción: "Me arrepiento de no darle más fuerte".
25 de enero de 1995. Selhurst Park. El Manchester United se enfrentaba al Crystal Palace en un partido por la Premier League.
Era un duelo picante, muchas faltas y pocas tarjetas, hasta que Éric Cantona, la estrella de los Diablos Rojos, perdió la paciencia.
La primera patada la recibió un rival, Richard Shaw, y el francés vio la roja. Pero no quedó ahí.
Antes de abandonar el campo de juego, el delantero pegó la patada que quedó en la historia del futbol mundial.
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El paso a paso del episodio
Iban cuatro minutos del segundo tiempo cuando Cantona buscó revancha de todas las faltas que recibió durante el partido.
"¿No hay tarjetas amarillas?", había protestado al árbitro, Alan Wilkie, minutos antes.
En busca de hacer justicia, el número 7 del Manchester United le había pegado una patada al defensor de Crystal Palace, Richard Shaw.
Desde lejos, el referí le mostró la tarjeta roja y, sin decir ninguna palabra, Cantona encaró para los vestuarios.
Ya expulsado, le pasó por al lado al entrenador, Alex Ferguson, que ni lo miró.
Estaba enfocado en el tumulto que se había armado en el campo de juego tras la falta del francés.
Sin embargo, en su camino al vestuario, Cantona escuchó las palabras que lo hicieron enfurecer.
Un hooligan del Crystal Palace, llamado Matthew Simmons, le gritó: "Andate a Francia, hijo de puta francés" y el delantero de 29 años enloqueció.
De pronto, se liberó de los dos guardias de seguridad que lo escoltaban fuera del campo de juego y pasó por detrás de uno de los arcos.
Sin que nadie lo imaginara, Cantona saltó por encima de la baranda y le pegó una patada en el pecho a Simmons, seguida de una trompada.
Tras la agresión, los de seguridad, ayudados por Peter Schmeichel -arquero del United-, lo llevaron al vestuario.
Jamás se arrepintió de lo que hizo. "Patear a un fascista no se saborea todos los días; me arrepiento de no haberle pegado más fuerte", aseguró.