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2022 y los gestos de la esperanza

Comenzó el 2022 y uno de los estados anímicos más recurrentes al inicio de un año es la esperanza. La vemos plasmada en los titulares de los diarios, la tv, los mensajes de nuestros contactos en las redes sociales y en todo tipo de comunicación. Análisis exclusivo para Zonda DiarioPor Hugo Lescano*@hlescano

En pocas horas, el estado anímico social parece haber girado vertiginosamente del desamino que resultó de un año 2021 signado por la pandemia, a la expectativa optimista de estos primeros días del nuevo año.
La esperanza no es una emoción básica universal y, por tal motivo, no existen expresiones faciales codificadas que puedan identificarla a priori. Es una emoción que se expresa de diversas maneras dependiendo de nuestra cultura y de las construcciones sociales que hayamos asimilado de nuestro entorno. Podríamos definirla como un estado emocional dentro del cual creemos que lo que pretendemos o deseamos, es posible.
Es así que las conductas que emergen de la esperanza están asociadas a un estado anímico de expectativa, alegría y entusiasmo. Por dicha razón es común entonces – al menos en occidente-, que las personas que tienen esperanza, expresen en su rostro unidades de acción tales como la UA12 (sonrisa simétrica) UA6 (pómulos elevados con patas de gallo sutilmente marcadas), M57 (cabeza adelantada ligeramente hacia adelante). Asimismo, en lo postural y kinésico es frecuente ver a estas mismas personas frotarse las manos o realizar movimientos rápidos para ilustrar o explicar sus ideas.

Nuestro laboratorio ha identificado ciertos comportamientos en las personas esperanzadas que son llamativos. A continuación, enumeramos algunos:
• Poseen un anotador para agendar sus ideas y planes
• Envían a otras personas, varias veces al día mensajes (WhatsApp y otros) solo con fines amistosos
• Mantienen una rutina que obliga al cuerpo a moverse rítmicamente (bicicleta, gym, baile, etc)
• En sus intervenciones verbales hay más preguntas que aseveraciones categóricas
Comúnmente se cree que las personas optimistas niegan la realidad y se encuentran inmersas en un mundo idealizado. Sin embargo, existen investigaciones que señalan que quienes expresan esperanza como parte de su código comunicacional, son en general personas que asimilan la tristeza, el dolor y el desánimo, de un modo intenso y significativo. Esto confirma los postulados del naturalista inglés Charles Darwin quien en 1872 sugirió en su tratado "La expresión de las emociones en los animales y en el hombre", que las emociones positivas eran la resultante y el contrapeso de situaciones percibidas como adversas por los integrantes de una especie teniendo en cuenta el principio de supervivencia. Asimismo, en sus investigaciones, Darwin también detectó que en todas las especies –especialmente las mamíferas-, existen líderes capaces de reformular contextos adversos y transformarlos en un escalón evolutivo en beneficio de toda la manada.
En resumen, cuando nos sucede algo que nos condiciona, nos entristece o nos paraliza, sobreviene posteriormente un mecanismo de respuesta que nos permite esperanzarnos y ver con optimismo lo que vendrá. Esto, al parecer, le sucede a la especie en su conjunto, pero no todos pueden sostener esta expectativa optimista por mucho tiempo, por lo cual – podríamos agregar-, es la responsabilidad de los más fuertes sostener a los más débiles.
Luego de un 2021 lleno de adversidades, este 2022 que comienza, nos impulsa hacia un sentimiento optimista global casi pandémico. La OMS acaba de señalar que la especie humana tiene las herramientas para superar los obstáculos de la pandemia. Tendremos el desafío de "aislarnos" del desánimo, la tristeza y el egoísmo y, en todo caso, ser "contacto estrecho" con la vida, la solidaridad y el amor por los demás. Será responsabilidad de los líderes de la manada, mantener en alto esta dosis de esperanza con el fin de asegurar el "contagio" a toda la especie y que nos mantenga unidos y en un derrotero firme hacia nuestra meta colectiva de un mundo mejor. Que esa sea nuestra gran meta en esta nueva etapa aprovechándonos de esa gran habilidad que los humanos poseemos de expresar y contagiar con nuestro cuerpo las emociones y los deseos más profundos, recordando que, como siempre decimos en nuestro laboratorio, nuestro cuerpo no sabe mentir.

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