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El regreso de un sueño: Bill Sill y su deseo de radicarse en San Juan

El empresario Bill Sill, único hijo varón del recordado paleontólogo Whilliam Sill, anunció su intención de radicarse en San Juan junto a su familia. Tras décadas de vida en Texas, planea vender sus negocios en Estados Unidos para invertir en la provincia y reencontrarse con las raíces que lo marcaron desde su niñez en Pocito y Desamparados.

Bill y su familia en el rancho en Texas

La historia de los Sill siempre estuvo marcada por la tierra sanjuanina. A mediados del siglo XX, el doctor Whilliam Dudley Sill dejó atrás su vida académica en Harvard para abrir un capítulo que transformaría para siempre la identidad científica y patrimonial de la provincia: el descubrimiento y la protección de los fósiles de Ischigualasto. Gracias a su empeño, ese rincón del norte sanjuanino terminó por convertirse en "Patrimonio Mundial de la Humanidad" y en un emblema de la paleontología mundial.

Hoy, varias décadas después, es su único hijo varón, Bill Sill, quien busca reencontrarse con esas raíces. Hombre de negocios en Texas, dedicado al sector inmobiliario y con participación en servicios como estaciones de servicio y restaurantes, Bill ha decidido abrir un nuevo capítulo de su vida: radicarse en San Juan junto a su familia.

"Estamos en un momento en que este sueño puede hacerse realidad", confiesa. "San Juan siempre ha sido el lugar de mis mejores memorias, el lugar donde viví mi niñez más feliz. Para mí no hay mejor sitio donde criar una familia".

De Harvard a Desamparados y Pocito
La historia familiar de Bill se enlaza con la de San Juan desde su infancia. Nacido en Boston, mientras su padre terminaba sus estudios en Harvard, fue apenas un bebé cuando llegó a la provincia. "El único idioma que hablaba era castellano y lo único que conocí en mis primeros años fue San Juan", recuerda. Sus días transcurrieron primero en Desamparados y luego en Pocito, donde formó amistades y aprendió a valorar lo que, décadas después, todavía lo emociona: "el calor humano de la gente y los valores familiares que se respiran en cada rincón".
En 1978, la familia debió marcharse de manera abrupta. La dictadura militar en Argentina puso en riesgo la vida del paleontólogo, quien había utilizado sus credenciales académicas para ayudar a jóvenes perseguidos políticos a cruzar las fronteras por Uruguay y Chile. Una llamada de la embajada de Estados Unidos alertó a William Sill de que debía salir del país inmediatamente. "Fue un shock. Tenía 12 años cuando nos fuimos y de pronto me encontré en Texas, sin saber inglés, con la vida cambiada de un día para otro", relata Bill.

Un sueño en pausa
Mientras su padre regresó a San Juan en la década del 80, Bill permaneció en Estados Unidos, donde estudió, formó pareja y construyó una carrera en los negocios. Allí se casó, tuvo seis hijos –cuatro niñas y dos varones–, y cimentó una vida que parecía definitiva. Sin embargo, la nostalgia nunca se apagó.
"Una parte grande de mi corazón quedó en San Juan. Siempre he visitado, siempre he buscado la manera de volver. Ahora siento que es el momento: tenemos tierras en Pocito y quiero que mis hijos vivan la experiencia que yo tuve de niño", asegura.

Su esposa Kelly, con quien está casado hace 18 años, acompaña el proyecto con entusiasmo. "Está tomando clases de castellano para estar lista, aunque sabe que la verdadera escuela será la vida cotidiana en San Juan. Ella comparte mis valores y tiene un sentido romántico de Argentina, así que está lista para dar la batalla con el idioma y con todo lo que significa mudarse", cuenta entre risas.

Bill y su esposa Kelly

Familia, valores y futuro
Bill habla con emoción cuando describe lo que espera para sus hijos: "Lo que más quiero es que tengan los valores de San Juan, el calor de la gente. No me refiero al viento Zonda ni al calor de 40 grados, sino a la dulzura, a la amistad verdadera y al espíritu de comunidad. Eso acá es más escaso y quiero que ellos lo vivan como yo lo viví".
En esta etapa de su vida, el empresario planea vender sus negocios en Texas y volcar sus esfuerzos en proyectos en la provincia. "Es una decisión de vida, no de negocios solamente. Quiero aportar y a la vez disfrutar de la posibilidad de criar a mis hijos en un lugar que considero único".

El legado de su padre
La figura de William Sill sigue siendo una inspiración en cada palabra de Bill. El paleontólogo, recordado como el "padre de Ischigualasto", no solo aportó al mundo científico, sino que también dejó huellas profundas en su familia. "Estoy agradecido con todos los que en su momento colaboraron con mi padre en los trabajos que realizó en el Parque. Fue un lugar que definió gran parte de nuestra vida y que me devuelve, siempre, a mis recuerdos más felices". Sin dudas, las figuras de los amigos de William, que lo marcaron en San Juan, son el "Gringo" De Lara y César Carmona. Cuentan que en su testamento, el paleontólogo manifestó que su familia recurra a ellos, si tenían algún problema, para que les dieran una mano.
El deseo de Bill no es solamente un regreso personal: es la continuidad de una historia que empezó con su padre y que ahora, con su propia familia, puede echar nuevas raíces en la provincia.

"Volver a San Juan para mí es un sueño muy grande. Y siento que ahora es posible. La vida da muchas vueltas, pero finalmente estamos en un punto en que este sueño puede concretarse. San Juan es y será siempre mi lugar en el mundo", concluye.

Un recorrido al pasado por Diario El Zonda
En la redacción de Diario El Zonda, la historia de Whilliams Sill se conoció muy de cerca gracias a César Carmona, que trajo la historia del "Gringo", padre de Ischigualasto. En ese momento, Carmona, periodista que trabajaba en Diario El Zonda y que había colaborado de cerca con Whilliams Sill fue el que trajo su historia a la redacción. De esa forma, desde en 2006/07 se hicieron varias notas que fueron un homenaje a su trayectoria.

En ese momento, algunos de los que estábamos en la redacción, como Silvina Galdeano, María de los Ángeles Irusta, Jorge Lucero, Gastón Sugo, Mauricio Bazán, conocimos lo que Cesar Carmona nos contaba de la forma de ser del "gringo" y su compromiso con Ischigualasto y con San Juan.

William Dudley Sill: el visionario que convirtió a Ischigualasto en patrimonio de la humanidad

Whillliam junto a Cesar Carmona, en uno de los campamentos paleontológicos

El nombre de William Dudley Sill está grabado en la memoria de San Juan como sinónimo de paleontología y como el hombre que vio en el desierto de Ischigualasto mucho más que un paraje inhóspito. Su vida fue una sucesión de viajes, investigaciones y luchas personales, pero también de gestos visionarios que permitieron que hoy "El Valle de la Luna" sea reconocido como un tesoro universal.

Nacido en Estados Unidos, Sill fue un joven con fuerte vocación religiosa que pronto encaminó sus pasos hacia la ciencia. Tras un período de formación en Utah, completó sus estudios de Geología en 1963 bajo la tutela de dos referentes de la paleontología mundial, Bryan Paterson y Alfred Romer. Apenas recibido, comenzó a enseñar en Yale, pero su destino estaba lejos de los claustros norteamericanos: sería en Argentina, donde desplegaría gran parte de su legado.

En 1969 llegó al país contratado por YPF y al poco tiempo se instaló en San Juan, donde asumió la cátedra de Paleontología en la carrera de Geología. Desde entonces, sus días comenzaron a girar en torno a los suelos rojizos y las formaciones de Ischigualasto. En paralelo, sumó esfuerzos en el Museo de Ciencias Naturales provincial, consolidando una labor académica que pronto trascendería el ámbito universitario.

Convencido de la relevancia científica y turística del lugar, Sill fue más allá de la investigación: en 1971 logró que el Gobierno de San Juan sancionara la ley que dio origen al Parque Provincial Ischigualasto, en medio de tensiones territoriales con La Rioja. Ese gesto, que parecía administrativo, fue en realidad el inicio de la protección de un patrimonio que décadas después adquiriría dimensión mundial.

Las campañas paleontológicas que lideró entre 1971 y 1976 permitieron reunir la primera colección sanjuanina de paleovertebrados triásicos, conservada en improvisados espacios de la Facultad de Ingeniería. A su alrededor se formó un grupo de estudiantes entusiastas, futuros investigadores, que encontraron en él un mentor exigente y apasionado.

El golpe militar de 1976 truncó en parte esa labor. Algunos de sus alumnos fueron encarcelados y Sill intervino para lograr su liberación, aunque aquella gestión lo puso en riesgo a él y a su familia. En 1978, forzado por las circunstancias, retornó a Estados Unidos, donde ejerció la docencia en distintas universidades.

Sin embargo, el vínculo con Argentina nunca se cortó. En 1992 volvió a San Juan, ya con problemas de salud, para integrarse al Instituto de Investigaciones y Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ. Allí asumió como vicedirector y jefe del área de Paleontología de Vertebrados. A pesar de la enfermedad degenerativa que le quitaba movilidad y de un accidente en campaña que lo dejó con secuelas permanentes, siguió adelante con un objetivo irrenunciable: lograr que Ischigualasto alcanzara reconocimiento mundial.

Ese sueño se cumplió el 2 de diciembre del año 2000, cuando la UNESCO declaró Patrimonio Natural de la Humanidad tanto al Parque Provincial Ischigualasto como al Parque Nacional Talampaya. Fue el mayor logro de su vida, el premio a décadas de ciencia y convicción.

"El sanjuanino nacido en Estados Unidos", como solía definirse, falleció el 15 de marzo de 2008 en Las Vegas. Cumpliendo su deseo, parte de sus cenizas descansan en Ischigualasto, el lugar que lo enamoró y al que dedicó lo mejor de su vida.

Hoy, su nombre sigue siendo referencia obligada en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNSJ y en cada visitante que recorre el parque. William Sill no solo descubrió fósiles: descubrió la manera de que San Juan y la Argentina quedaran en el mapa paleontológico del mundo.

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