Un provinciano en Buenos Aires
Educador, caudillo, escritor y político de acción. Sarmiento llegó al poder desde San Juan para enfrentar la Buenos Aires oligárquica con un proyecto nacional. Lo acusaron de tirano, pero fundó el Estado moderno.
Era el 12 de octubre de 1868 y el sanjuanino, de frac y acompañado de algunos amigos, llegaba al Congreso de la Nación para jurar como Presidente de la República. Su antecesor, a través del diario "La Nación" había declarado antes de la asunción que "combatirá al nuevo gobierno cara a cara y a la luz del día". Desde "El Nacional" Sarmiento juzgó aquel artículo periodístico como "sedicioso", denunciando a su vez la presidencia de Mitre por "suciedades, abusos, escándalos, falsificaciones y negocios ilícitos".
Con todo, al combatir al sanjuanino, el mitrismo demostraba coherencia con sus propios intereses: después de Urquiza y Derqui, otro provinciano llegaba a la presidencia de la República, y eso era verdaderamente un escándalo y hasta peligroso para el exclusivismo porteño.
El duelo entre el nuevo presidente y el saliente durará seis años, y como señala Manuel Gálvez, "habiendo empezado por la pluma, terminaría por las armas", lo que demuestra a la vuelta del camino, hasta qué punto se trataba de intereses y proyectos políticos contrapuestos y no de fuegos artificiales dentro de un mismo partido. Cabe señalar que la presidencia de Sarmiento sería de un contraste absoluto con su gobernación en San Juan en tiempos de Mitre, cuando todavía se sentía "porteño en las provincias".
Ciertamente, las provincias necesitaban domesticar a Buenos Aires para que los recursos usufructuados solamente por la ciudad porteña fueran de todos los argentinos. Sarmiento lo intentaría. No por nada será acusado por sus enemigos como "el más autoritario de los gobernantes". "Soy el tirano más espantoso que después de Rosas quiere apoderarse del poder arbitrario", dirá irónicamente en carta a su amigo Manuel García Mansilla. Ahora sabía el sanjuanino lo que significaban aquellas palabras pronunciadas por él en algún momento, defendidas con la convicción y pasión que lo caracterizaban: "Porteño en las provincias, provinciano en Buenos Aires". Pero como provinciano y presidente "no podía amparar la política que había sostenido como publicista" al servicio de Buenos Aires.
Su primer año de gobierno
La situación que el gobierno de Sarmiento había heredado estaba lejos de ser holgada, entre otras cosas por el empréstito a pagar: un millón de pesos fuertes a Brasil por la guerra mitrista contra el Paraguay. Además, se vive en permanente inseguridad, sobre todo por las invasiones de los indios: doce en este primer año. También ha tenido problemas con Felipe Varela y con Santos Guayama en Salta, La Rioja, San Luis y San Juan. Los problemas irresueltos o mal resueltos por los gobiernos porteños empedraban el camino del nuevo gobierno. Sin embargo, a pesar de todo, según consigna su para nada condescendiente biógrafo, "realiza una importante obra educativa" bajo la supervisión de su ministro de Instrucción Pública, el tucumano Nicolás Avellaneda.
"En este primer año -relata Gálvez- ha favorecido a la institución primaria y se han fundado cinco colegios nacionales. A algunos colegios se les anexa una escuela normal. El gobierno nacional obtiene una ley por la que se crean dos escuelas normales. En La Rioja instala una escuela superior y once primarias, para lo cual entrega al gobierno riojano 25 mil pesos. Subvenciona a las provincias con 100 mil pesos. Favorece a algunas escuelas particulares... Y se preocupa de todo cuanto los establecimientos oficiales necesitan para su buen andar: compra útiles, lo que hace en los Estados Unidos; subvenciona libros de texto o los manda imprimir; crea una inspección de enseñanza secundaria; e interesa a los gobiernos provinciales para que provean de edificios a los colegios y escuelas". Lo mismo sucede con las bibliotecas populares a través de una ley que las funda.
Entre las fundaciones del primer año de gobierno de Sarmiento se encuentran también la del Observatorio Nacional de Córdoba y luego el Colegio Militar de la Nación el 12 de octubre de 1869. La instalación del telégrafo es otra de sus obras importantes del año 1869. Durante este año, Sarmiento dispone también la construcción de más de una docena de caminos y puentes diversos sobre el río Uruguay. "Díctanse decretos sobre la navegación de varios ríos y estúdiase la construcción de ferrocarriles", iniciativa que concretará a lo largo de su presidencia y que demostrará en los hechos que los ferrocarriles son en definitiva una creación del Estado argentino, más allá de defeccionar ante una visión extranjera de su aprovechamiento.
Por otra parte, "sanciónase una ley sobre la realización de una Exposición Nacional en Córdoba, y se organizan las oficinas para el primer Censo Nacional, que habría de levantarse en este mismo año".
Hasta sus discutidos empréstitos con el extranjero, que finalmente el Congreso autoriza, tienen un destino impensado para una administración porteña: la obra pública, de ahora en más, se extenderá a lo largo y ancho de todo el país y no sólo de Buenos Aires.
"Ahora sí me siento presidente"
En 1870 "La Nación" cambia de estrategia y ya no ataca a Sarmiento, pero el pueblo de Buenos Aires le sigue siendo hostil. Sucede que "la obra que va realizando Sarmiento beneficia más a las provincias que a Buenos Aires", advierte el mismo Gálvez. Por eso, recién cuando obtiene el apoyo explícito del general Urquiza, quien lo sostiene con un ejército de 25.000 hombres desde Entre Ríos, puede exclamar más tranquilo: "Ahora sí me siento presidente".
Como señala Jorge Abelardo Ramos en Historia Política del Ejército Argentino. De la Logia Lautaro a la industria pesada", respecto a Sarmiento, "su carácter independiente, su voluntad de realizador, su ambición de progreso, permitirán a las provincias, bajo la presión del Ejército nacional retemplado en la fragua de su reciente infortunio, iniciar una contraofensiva contra la oligarquía porteña y barrer del escenario político al mitrismo".
Tan consustanciado está Sarmiento con ese Ejército que lo ha llevado a la presidencia y que lo apoya e inspira como presidente, que en su gestión fundará elColegio Militar y la Escuela Naval, creando la carrera de las armas. Si como dice Ramos, "el provinciano Sarmiento creará la Escuela de Guerra, (el tucumano) Roca, por medio de Richieri, echará las bases de una moderna institución castrense, cuyo origen popular será su mejor heráldica".
Durante este año de 1870 hay en Buenos Aires trece invasiones de indios. No obstante, el país se resiste a las ideas de orden y de autoridad que proclama el presidente".
La obra pública y la acción de gobierno no se detiene: caminos, puentes, varias líneas telegráficas, colonias agrícolas, compra de libros, instalación de oficinas de correos, subvenciones, útiles y becas en colegios y escuelas; bibliotecas populares y cursos nocturnos. Pero lo más importante de este año es la firma del contrato para la construcción del ferrocarril de Río Cuarto a Villa María (en pleno centro del país) y la suscripción con 40 mil pesos fuertes al Ferrocarril Primer Entrerriano. Con motivo de inaugurarse el Ferrocarril Central Argentino –proyectado desde la presidencia de Urquiza- Sarmiento reconoce ante el Congreso nacional el esfuerzo realizado, pues "supo soportar sin protesta sus cuantiosas erogaciones".
La obra de gobierno de 1870-1871
Durante este año debe enfrentar el inicio de la guerra civil de Entre Ríos y la fulgurante aparición del legendario Ricardo López Jordán, el último caudillo del interior. Los males se acumulan, entre ellos, una terrible epidemia en Buenos Aires de fiebre amarilla, 29 invasiones de indios, el pago de 500 mil pesos a Brasil por la guerra del Paraguay, y finalmente, la declaración de su propia sordera (que lo atormentará de aquí en más). Sin embargo, el 18 de mayo de 1871, su atribulado corazón descansa: ve funcionar por primera vez el telégrafo entre Buenos Aires y Córdoba. Como contraparte, este año deberá soportar, a causa de la guerra franco-prusiana, la retención en Europa de los capitales que el gobierno espera para continuar con su obra de edificación de la república; no obstante, su ministro de Educación Avellaneda sigue fundando más escuelas y el gobierno construyendo más puentes, caminos y telégrafos.
En el balance de este año figuran también, de acuerdo a su biógrafo, otros importantes resultados. Se ha creado el Boletín Oficial. Se han aumentado los servicios de correo. Se ha encargado la redacción del Código Penal. Se ha creado el Registro Nacional. En materia de ferrocarriles han avanzado los trabajos para el Argentino del Este y se ha sancionado la ley sobre el ferrocarril de Córdoba a Tucumán.
Por supuesto, los ingleses, que operan en el país desde la época de Rivadavia, no se quedan tranquilos y convencen al presidente que apoye la instalación del Ferrocarril Pacífico, que competirá fatalmente con el Ferrocarril del Oeste, proyectado para atravesar los Andes y unir el Atlántico con el Pacífico. A propósito de los ingleses y de la guerra civil en Entre Ríos, el gobierno británico reclama por los perjuicios causados en esa guerra a los súbditos de la Corona: "Sarmiento –nos confirma Gálvez- sostuvo nuestros derechos y los ingleses renunciaron a sus reclamaciones".
Finalmente, entre las obras de 1871, hay que destacar la solemne inauguración de la Escuela Normal de Paraná, aunque la incorporación de maestros y profesores norteamericanos y protestantes no deje satisfecho a todos e inclusive lleve al propio Sarmiento a reflexionar más tarde sobre su concepción educativa.
El año 1872
Fiel a su temperamento creativo, activo y decidido, durante este año de gobierno Sarmiento ejecuta la siguiente obra: Oficina de Estadística Nacional; adopción del sistema métrico-decimal; Escuela Náutica en un buque de guerra; Oficina Meteorológica; Asilo de Inmigrantes, Oficina de Trabajo y Departamento de Inmigrantes; y los bancos Hipotecario y Nacional, entre otras iniciativas puestas en marcha. No es menos notable durante este año la preocupación del presidente provinciano por la agricultura. También se hacen estudios para nuevos ferrocarriles o se contratan o se inauguran. Se construyen numerosos edificios públicos. Uno de ellos, el de la Aduana de Rosario, "criticado por grande, al poco tiempo resultará pequeño. Y comienza a levantarse a fines de año el edificio para el Colegio Nacional de esa misma ciudad".
En las relaciones internacionales y ante los ministros extranjeros, cuenta Gálvez, que no es para nada condescendiente con Sarmiento, "la soberanía ha sido defendida enérgicamente. Los cónsules de Inglaterra y Francia tenían, por una concesión, el derecho a entrometerse en la correspondencia postal. Sarmiento suprime ese privilegio humillante para nosotros, pues nos equiparaba a las naciones asiáticas".
Con motivo de la guerra de Entre Ríos, de cierto suceso en el Tandil y de haber perdido un pleito civil un inglés, según relata Gálvez, "el ministro británico ha pretendido que se revean las sentencias de los tribunales; y Sarmiento contesta en una de esas ocasiones, que eso sería una violación de nuestra soberanía". Al ministro de Italia, que pretende empadronar a los italianos que han inmigrado a la Argentina, "le niega redondamente su autorización".
Lejos parecen los tiempos del "Facundo" y de aquel Sarmiento "porteño en las provincias". Hay una iniciativa mencionada por Gálvez que merece consideración aparte: "el haberse suscripto el gobierno con acciones a una fábrica de cristales de Mendoza".
Para Manuel Gálvez, "si los gobiernos hubiesen continuado favoreciendo de tan práctica manera a nuestras industrias incipientes, la Argentina habría alcanzado en los comienzos del siglo XX un respetable desarrollo industrial". En síntesis, el gobierno del provinciano Sarmiento "constituía una tentativa de llevar cosas nuevas al interior atrasado, de elevarlo a la escala de lo moderno, desde las condiciones heredadas de la historia".
En un sentido contradictorio y limitado, dice Ramos, Sarmiento "usa los recursos gubernativos para promover el desarrollo del interior. Esto último chocará con la resistencia de la mezquina oligarquía porteña, para la cual cada peso gastado fuera de Buenos Aires constituía la prueba de un despojo".
En "las condiciones heredadas de la historia", la diferencia de modelos, más allá de las diferencias de partido y de ubicación geográfica, tal como sucede hoy, era decisiva para el país y las provincias.
Último año de gobierno
Aparte de la guerra de Entre Ríos que continuará hasta fin de este año, en junio de 1873 "prodúcese un incidente violento entre "La Nación" y el primer magistrado. Como el diario mitrista habla de los fusilados por orden o con aprobación de Sarmiento, él contesta publicando una lista de cuatro columnas de los que han perecido por culpa de Mitre. Incluye entre ellos al Chacho y a los muertos de diversas batallas". Estamos en plena campaña por la sucesión presidencial de 1874.
Al final de una breve disputa entre varios candidatos, quedan firmes las candidaturas de Mitre y Avellaneda. Las viejas complicidades y las graves disidencias entran en flagrante contradicción. Al fin y al cabo, el primer mandatario "era un provinciano apoyado por el Partido Autonomista de la provincia de Buenos Aires (del caudillo popular Adolfo Alsina, enemigo de Mitre) y por el interior".
Por su parte, en Buenos Aires y varias capitales del interior la guerra entre los partidos se "embravece más cada día, a medida que se acercan las elecciones. Cada partido tiene un diario o dos. "La Nación", de Mitre, es implacable con Alsina y sus parciales como con Avellaneda y los suyos; del mismo modo que "La Pampa", avellanedista, trata con harta dureza a Mitre y sus fieles".
La guerra también se traslada al Congreso, donde la oposición a Sarmiento está principalmente en el Senado; y finalmente, como cabe esperar en un país que todavía no ha resuelto sus problemas de fondo, las armas de la crítica se transforman en la crítica de las armas, y la noche del 23 de agosto se produce un atentado contra la vida del presidente. Empero, aunque sus enemigos quieran matarlo y no se escucha en "el alto cuerpo ni una palabra de protesta contra el atentado", Sarmiento se propone seguir adelante con su gobierno y así lo expresa. Para variar, los diarios malinterpretan su actitud como beligerante... Sin embargo, el año 73 termina con éxito para Sarmiento por el fin de la guerra en Entre Ríos, si bien "la política está convirtiendo a Buenos Aires en un lugar infernal".
El 12 de abril se realizan las elecciones presidenciales. En Buenos Aires -historia repetida- vence el partido de Mitre, pero en casi todas las provincias, según van llegando los datos electorales de todas ellas, ha triunfado Nicolás Avellaneda. Lo mismo, y aunque "nadie pone en duda los méritos del vencedor: talento auténtico, probidad, laboriosidad, patriotismo, cultura y eximias aptitudes literarias", la oposición atribuye a la "coacción" del sanjuanino el triunfo del tucumano. Mitre se alzará en armas contra la voluntad popular de la época, aunque será vencido por el nuevo Ejército de Julio A. Roca.
Por eso, quizá, la última gran obra de Sarmiento como presidente fuera impulsar como sucesor a su ministro Nicolás Avellaneda (1874-1880), asegurando al país la permanencia de un provinciano en Buenos Aires, hasta poder vencer a la ciudad orgullosa con la requerida federalización, como ocurrirá finalmente en 1880, obra iniciada por el tucumano Nicolás Avellaneda y terminada por su comprovinciano Julio Argentino Roca en el inicio de su primera presidencia.