A 9 años del femicidio de Talía Recabarren: una mirada a la mente del asesino

El 16 de junio de 2016, Talía Anahí Recabarren, una adolescente de 17 años, salió de su casa con la excusa de una "juntada" y nunca volvió.

Seis días después, su cuerpo apareció entre olivos secos en la finca "Las Moras", en el departamento Zonda.

Nueve años después, su nombre sigue resonando como emblema de una lucha inacabada. Pero ¿quién era Ángel Gabriel Morales, su exnovio y asesino confeso?

"La asfixié más fuerte, se me pasó la mano"
Así describió Morales su accionar en la indagatoria judicial. Según él, la muerte de Talía fue el resultado de un "juego sexual" que practicaban habitualmente.

Pero la sentencia dejó en claro que esa versión fue una coartada para encubrir un crimen premeditado, frío y cargado de violencia.

En su declaración, Morales admitió que tras dejar a Talía muerta, quemó su teléfono celular en una estufa, ocultó los restos del aparato y mintió a su entorno. También confesó que mintió para no ir preso: "No intenté ayudarla, no la quería tocar",  se lee en los fundamentos de la sentencia condenatoria.

Un perfil psicológico alarmante
Durante el juicio, los peritos describieron a Morales como un joven con rasgos de psicopatía y una personalidad narcisista maligna. El Dr. De Giudice, uno de los especialistas intervinientes, fue tajante: "Es impulsivo, manipulador, no muestra arrepentimiento, disfruta de lo que hace. Morales es una de las peores personas que he visto en mi vida".

Su historial incluía episodios de violencia física, amenazas de muerte, uso de armas blancas, consumo de marihuana y pegamento, y un desprecio absoluto por la integridad de su víctima.

Tenía antecedentes de intento de apuñalamiento a Talía frente al colegio y agresiones que dejaron marcas visibles en su cuerpo. "Si no sos mía, no vas a ser de nadie", le dijo una vez.

Morales fue juzgado como menor de edad ya que tenía 16 años al momento del crimen.

Aunque la fiscalía pidió 25 años de prisión, finalmente fue condenado a 10 años, bajo el régimen penal juvenil.

La defensa alegó que tenía trastornos psiquiátricos, tres internaciones previas y que luego del hecho mostró evolución: trabajó en una huerta, inició estudios y desarrolló habilidades artísticas. Sin embargo, para los especialistas y la fiscalía, nunca hubo remordimiento real.

"Morales mató solo por el hecho de matar. Nunca mostró arrepentimiento. No tiene conciencia del daño causado. No le importa nada, actúa porque le da la gana", sostuvo el fiscal del caso.

Memoria activa

Cada junio, el recuerdo de Talía vuelve a la memoria colectiva. Su madre, Anabella Recabarren, y su hermana Margarita no han dejado de alzar la voz para exigir justicia.

En 2023, denunciaron que el banco rojo pintado en su honor en la plaza de Zonda fue repintado de negro, un gesto que le dio la espalda a la memoria de una víctima.

Hoy, cuando se cumplen nueve años del crimen, el pedido es claro: memoria, justicia y prevención. Porque entender la mente de un femicida no es justificarlo, sino anticiparlo.

En el caso de Morales, los peritos lo describieron como alguien que no tolera el rechazo, disfruta del control y cosifica al otro, rasgos peligrosos en una relación donde hay desequilibrio de poder.

Un año más sin Talia. Una familia que quedó destruida para siempre y un femicida que nunca se arrepentirá. La sociedad seguirá pidiendo Justicia por todas aquellas mujeres que fueron asesinadas por sus parejas.