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Historia

César, el cafetero que trabaja en el corazón de San Juan desde hace tres décadas

En el Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora, Zonda rescata el testimonio de César Orellano, cafetero sanjuanino que hace casi 30 años sale cada madrugada a ganarse la vida con esfuerzo, dignidad y calidez humana.

El 1° de mayo no es una fecha más. Es un día para reflexionar, recordar y valorar. Su origen se remonta a la huelga de los trabajadores de la fábrica McCormick, en Chicago, en 1886. Protestaban por la jornada laboral de 8 horas, y la represión brutal del 1° de mayo dejó muertos, heridos y mártires. En homenaje a ellos, hoy se celebra en todo el mundo el Día del Trabajador.

En un país donde el trabajo muchas veces no se condice con el salario, y donde el esfuerzo es cotidiano, hay historias que valen ser contadas. Una de ellas es la de César Orellano, cafetero de alma, que desde hace casi tres décadas está presente cada mañana en el corazón de San Juan, en la Iglesia Catedral, llevando café, palabras amables y una sonrisa a cientos de sanjuaninos.

"Este año cumplo 29 años con el mismo rubro", cuenta con orgullo. Empezó por necesidad, pero descubrió que podía vivir de ese oficio y se quedó en él. Su jornada comienza cuando muchos duermen:"Arranco a la 1 de la mañana preparando todo, salgo a las 5 y llego al centro a las 5:30. Trabajo hasta las 12 o 12:30".

Con 70 años y una jubilación mínima que no le alcanza, su trabajo no solo complementa sus ingresos, sino que le permite algo muy valioso: darles un regalo a sus nietos. "Eso me pone contento, poder regalarles algo. Con eso ya me alcanza".

Aunque reconoce las dificultades, sobre todo cuando llega el invierno, César no pierde el buen humor ni el sentido de pertenencia. "Cada cliente mío es como una estufita en invierno. Me calienta el alma". Y agrega: "Lo mejor que me ha dado este trabajo es la gente, la amistad, las puertas que se me han abierto. Muchos me dicen que me quieren, y les creo".

En tiempos donde conseguir trabajo es difícil y mantenerlo, un desafío, César deja un mensaje claro: "Aquel que tenga trabajo que lo cuide y que sea muy feliz. Y el que no lo tenga, que también la pase bien dentro de sus posibilidades, porque alguna vez trabajó y seguramente lo hará otra vez".

Mientras recuerda a su madre —que le pedía que estudiara para no pasar frío—, y agradece a cada persona que le compra un café, César honra con su ejemplo el verdadero sentido del Día del Trabajador: dignidad, esfuerzo y humanidad.

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