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Memoria, ciclos y rupturas

Las grandes olas de nuestra historia inconclusa

A través de las grandes convulsiones sociales y políticas, este texto traza una lectura de los momentos que marcaron la Argentina, sus avances truncos y sus oportunidades pendientes.

Tapa de libro "Crónicas Latinoamericanas" (2020), de Elio Noé Salcedo.

Pertenecemos a un mundo –la mitad del Universo-, cuyos brazos extendidos alcanzan ambos Océanos y sus manos se extienden más allá de nuestras Islas Malvinas. Sus pies alcanzan la Antártida y el Polo Sur, y su cabeza erguida se introduce en los territorios arrebatados a México en el siglo XIX por los EE.UU. de Norteamérica. Así tan grande es Nuestra América.

Si echamos una ojeada, "observaremos una lucha simultánea en la inmensa extensión de este hemisferio", porque "la América es una máquina eléctrica que se conmueve toda ella cuando recibe una impresión alguno de sus puntos", decía el general Simón Bolívar en su Carta de Jamaica. Un siglo y medio después, la Guerra de Malvinas confirmó esa certera afirmación en vista a la solidaridad de toda Nuestra América por el conflicto de la Argentina con Gran Bretaña y su aliado, el socio consuetudinario de la pérfida Albión: Estados Unidos y su brazo armado, la OTAN.

En efecto, cercada por dilatados mares, las mareas que bañan nuestro Continente-Nación no nos son ajenas y, cada tanto, la pleamar de la historia latinoamericana se expresa a través de olas u "oleadas" -movimientos políticos nacionales y populares-, y desgraciadamente también, "contramareas" que arrastran a todos o casi todos los países de nuestro continente. Sin duda, ello también es la expresión de que, desde el fondo de ambos Océanos a la punta del Aconcagua, somos una Unidad, un Todo.  

En un texto aparecido en la revista digital boliviana "Patria Grande" de diciembre de 2014, el historiador Roberto A. Ferrero planteaba metafóricamente el desarrollo de la historia latinoamericana a modo de "oleadas", a través de las cuales se expresaban prácticamente al unísono los Movimientos Nacionales y Populares de nuestro continente, en la medida en que son la expresión de una misma Patria Grande original e inconclusa, acuciada por los mismos problemas, la misma historia y las mismas esperanzas.

Desde comienzos del siglo XX –según explica el historiador- se han sucedido seis "oleadas nacionales y populares", es decir, procesos de ascenso y declive político de los Movimientos Nacionales, lo que indica que entre una y otra ha habido reflujos o retrocesos importantes, como lo que ocurrió tras la Sexta Ola ya en pleno siglo XXI, reflujo que no ha terminado todavía, y que de no tomarse las precauciones necesarias, amenaza con transformase en un nuevo tsunami a nivel continental, que puede arrasar todas las conquistas de las anteriores seis olas. Para evitar eso, sin duda, deberemos recuperar la bitácora de nuestra memoria histórica y la brújula de nuestra identidad latinoamericana, pues sin ellas será difícil protagonizar la Séptima Ola de nuestra definitiva reparación histórica.


Las seis oleadas latinoamericanas
La primera de estas Oleadas, dice Ferrero, "fue anterior a la Primera Guerra Mundial y se significó con revoluciones como la del Méjico de Villa y Zapata y con movimientos reformistas populares como los del yrigoyenismo argentino y el batllismo colorado y el herrerismo blanco en el Uruguay en una específica división de adhesión de las masas, singularidad uruguaya".


La Segunda Ola "surgió en el período de la primera post-guerra: el alessandrismo, el APRA de Haya de la Torre en el Perú, el varguismo en Brasil, el movimiento de Grau San Martín en Cuba, el "velasquismo" en Ecuador, etc.". 
La Tercera se expresó durante y después de la Segunda Guerra Mundial, "como parte de la Revolución Anti Colonial que recorrió como un vendaval a los tres continentes coloniales y semicoloniales". 


En esta tercera nueva oleada latinoamericana, "se vio aparecer al Peronismo en nuestro país, la revolución guatemalteca de Arévalo y Arbenz, el relanzamiento del velasquismo en Ecuador con la "Gloriosa Revolución del 28 de Mayo de 1944", el retorno del varguismo al poder en manos de las masas brasileñas, el ibañismo en Chile, Jorge Eliecer Gaitán y su gran movimiento popular en Colombia y el MNR de Paz Estensoro y Montenegro en Bolivia".

La Cuarta Ola fue "la del populismo light", que Ferrero coincide en llamar "movimientos populares de la pequeña burguesía". Se movía "en el escenario abierto por las grandes derrotas del período 1954 – 1960 (derrocamiento de Arbenz y Perón, suicidio de Vargas, capitulación del MNR boliviano y el aprismo peruano rendido ante la reacción)". Esta oleada latinoamericana trataba de "implementar la utopía de un "desarrollo" que no afectase ni a la oligarquía ni al imperialismo, sino que, por el contrario, contase con el sector "progresista" y "democrático" del imperialismo mismo (Kennedy y similares), para aportar los fondos de inversión que el Desarrollismo no se animaba a obtener por la vía de las estatizaciones y las expropiaciones, que constituirían la acumulación primitiva estatal". Esos movimientos fueron los encabezados por Arturo Frondizi en la Argentina, Juscelinho Kubistchek en Brasil, Belaunde Terry en el Perú y Rómulo Betancur en Venezuela.    


La Quinta Oleada cabalgaría entre los años ‘60 y ’70. "Es aquella -refiere Ferrero- que encabezan el general Torrijos en Panamá, el general Velazco Alvarado en el antiguo imperio de los Incas, los generales Ovando y Torres en Bolivia, el emergente Frente Amplio en el Uruguay, Salvador Allende en Chile y el Peronismo (1973 – 1976) renovado y potenciado por las grandes masas de la pequeño burguesía radicalizada".


Finalmente, "después de las Dictaduras que asolaron el Continente y de los gobiernos neoliberales que les siguieron con extraño apoyo popular…", apareció con el nuevo siglo la "Sexta Ola", "hegemonizada por sectores de la pequeña burguesía más o menos radicalizada" (Chávez, Lugo, Lula, los Kirchner, Morales, Correa, Ortega).


En diciembre de 2014 –antes de la contramarea liberal que bañó otra vez las playas latinoamericanas-, el historiador y pensador nacional de Córdoba escribía estas previsiones: "Hay claros indicios de que la Sexta Ola está entrando en su período descendente, cuando ya han sido destituidos algunos de los gobiernos que la expresaban en determinados países" y que se expresaban a través de organismos que se habían consolidado con la llegada de esa ola en toda América Latina y el Caribe, tales como MERCOSUR, UNASUR, PARLASUR y CELAC, entre otros. 


Epílogo provisorio 
Ante la aparición de dos mundos posibles: uno multipolar, en el que podremos ser socios en igualdad de condiciones si sabemos unirnos e integrarnos en un verdadero bloque y una verdadera comunidad de historia, intereses y cultura a nivel latinoamericano (empezando por la unidad imprescindible con Brasil); y otro unipolar, que nos condena -desunidos y dominados- a ser sin más sus lacayos ante la gran debilidad, el retraso y el actual retroceso que experimentamos.


Frente a la existencia de las distopías presentes y la falta de utopías que marcan horizontes a futuro, no nos queda otra alternativa que seguir la advertencia que ya manifestaba el Libertador Bolívar a principios del siglo XIX: "El único remedio que podemos aplicar a tan tremendo mal es una federación general (comenzando por los países más cercanos) … más estrecha que la de los Estados Unidos", porque "ninguna nación se hizo nunca estimar, sino por la práctica de estas ventajas: ninguna se hizo respetar sin la unión que la fortifica". Si el mundo se ha achicado gracias a la posibilidad de las comunicaciones instantáneas, ya no existe excusa para no avanzar en ese sentido.  


El general Bolívar estaba persuadido, como lo estaban el general José de San Martín, sus oficiales y soldados -que cruzaron la Cordillera más alta del mundo-, de que ese era el único remedio, y que, sin esa unión, no habría "nada", tal como ha ocurrido hasta ahora y ocurre en pleno siglo XXI, cuando la realidad profetizada por ese gran estadista que fue el general Perón -autor de aquella famosa y dramática sentencia- nos encuentra todavía desunidos y dominados.

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