Historia, eficiencia, tecnologías y riego
San Juan enfrenta una crisis hídrica que exige máxima eficiencia en el riego. La historia muestra avances en la gestión del agua, pero la falta de mantenimiento y la disminución de caudales obligan a adoptar tecnologías para asegurar un futuro sostenible
Los técnicos y especialistas en agua sostienen que ante la crisis hídrica lo único que se puede hacer es regar con un máximo de eficiencia. Esto entre otras cosas se mejora optimizando las labores culturales y aplicando tecnologías de riego que permitan que la pérdida de agua sea mínima. La historia indica que los hombres a lo largo del tiempo evolucionamos, pero hay casos donde la involución también se hace presente.
En la provincia históricamente hubo un desconocimiento del valor del agua. Desde siempre el costo fue mínimo y esto llevó a que algunos sectores, aún en la actualidad piensen que es un recurso que nunca se acabará. Sin miedo a ser apocalípticos, las proyecciones climatológicas indican que la sequía seguirá agravándose y lo único que resta es ajustar el cinturón, ser eficiente y cambiar la mentalidad de los sectores productivos. Hace pocos días se conoció el pronóstico hídrico para la temporada 2024/25, que indica que el Río San Juan aportará en promedio unos 1250 hectómetros cúbicos durante el año, entre un 30 y 35% por debajo de la media histórica del Río San Juan. Aun así, es mejor que lo ocurrido en la temporada anterior donde solo fue de 1061 hectómetros cúbicos. Tiene que marcarse que, si se considera la media log normal de los últimos 15 años, es por encima de 1500 hectómetros cúbicos, lo que marca el impacto del cambio climático y la tendencia a la disminución de los caudales del Río San Juan.
Dentro de esta luz roja de alerta, desde el sector público se propone como un plan de gobernanza del agua la distribución de unos 800 hectómetros cúbicos para el riego agrícola, en lo que tiene que ver con el riego superficial. Esto permitiría recuperar en parte el volumen de agua de los diques que están sobre el río San Juan y si hay excedentes hacer una recarga del acuífero Gran Tulum.
Sin embargo, hay sectores que aducen que los 800 hectómetros cúbicos son pocos y que como mínimo necesitan 1000. De hecho, en algunas reuniones públicas se aventuraron en decir para que ahorrar agua si luego se evapora en los diques. Con este concepto hay quienes creen que todo lo que entra a los diques se tiene que distribuir. La realidad es que la única forma de proyectarse al futuro es planificar en el corto, mediano y largo plazo.
Para esto se requiere no solo el compromiso del Estado que tiene que diseñar y ejecutar una política de Estado en el tema agua, sino también del sector privado que como lo hizo gran parte tiene que invertir y lograr ser eficiente. Por otro lado, no se tiene que tomar al agua como un botín político que si no la tengo reclamo y que si hay reclamos se accede a dar lo que no se tiene poniendo en riesgo el sistema.
Cuando se mira la historia la provincia tiene muchos ejemplos de avances que tienen que ver con el riego. Desde la red de distribución hídrica que hicieron los Huarpes y que luego adoptaron los colonizadores hasta la construcción de los diques. Esto sin dudas han sido ejemplos muy valiosos de visión y de aplicación de tecnologías de riego, para que el agua alcance más. Pero a lo largo de la historia, el tema hídrico trajo conflictos y la conflictividad se ha mantenido hasta nuestros días. También se acarrean problemas que vienen desde la primera organización colonial en la provincia, donde ya se hablaba de los problemas de contaminación del agua con los residuos sólidos urbanos.
San Juan al Mundo, publica que "algunos siglos antes de la llegada de los españoles, en el territorio sanjuanino ya se habían establecido varios sistemas de riego de gran envergadura y complejidad. Uno de estos sistemas se encontraba en el Valle de Zonda, destacándose por un canal principal que se extendía aproximadamente 10 km y una extensa red de riego que facilitaba la agricultura en gran parte del sector occidental del valle".
Agrega que "En San Juan, aún se conservan numerosos vestigios de estos sistemas de riego, como los ubicados a lo largo de ambas márgenes del Río Blanco (Damiani, 2002), en los valles de Calingasta y Zonda y en la localidad de Tocota. Sin embargo, hasta la fecha, solo se han estudiado los del Río Blanco".
También en un artículo publicado por el ex director del INTA San Juan, el ingeniero Omar Miranda bajo el nombre de "El riego en la provincia de San Juan, Argentina: su dinámica institucional en los últimos dos siglos", hace un repaso histórico sobre la gobernanza del agua de los últimos dos siglos. Dicho trabajo fue publicado en 2015.
En ese recorrido destaca que la ciudad de San Juan fue fundada en 1562, pero su primera ubicación fue desplazada en 1593 debido a una inundación provocada por el río San Juan. La nueva ubicación implementó un sistema más seguro de riego mediante canales que permitían un flujo más controlado del agua. Se diseñó una red de acequias que atravesaba la ciudad, adaptándose a la pendiente del terreno y asegurando un riego eficiente. Agrega en su análisis que a principios del siglo XIX, San Juan contaba con varios canales importantes. El Canal Ciudad se bifurcaba en dos ramales al llegar a la zona urbana, mientras que el Canal de Zonda alimentaba áreas menos favorecidas. En 1813, comenzó la construcción del Canal Angaco, una iniciativa hidráulica clave tras la independencia argentina. Sin embargo, esta obra enfrentó numerosos obstáculos, incluyendo conflictos territoriales y limitaciones técnicas.
Otro que también participó en la visión del desarrollo hídrico de la provincia fue el general José de San Martín. "En 1818 comienza la construcción de la primera obra hidráulica del Estado en la provincia, inspirada y autorizada por José de San Martín, gobernador intendente, entonces, de la Provincia de Cuyo, quien trae un experto "para delinear el caos y establecerla" (Landa, 1947:10). La obra fue el canal Pocito y una parte de los trabajadores que lo construyeron fueron soldados capturados en la lucha por la independencia contra España", expresa en su artículo el ingeniero Miranda. Agrega que "Junto con la aprobación de la obra se subastaron tierras fiscales donde se ubicarían los futuros terrenos a irrigar y poner en cultivo (Videla, 1972). El agua comenzó a fluir por el canal en junio de 1819 y en ese momento inició el proceso oficial de puesta en valor de las tierras irrigadas".
Avanzando en el tiempo, el primer dique que se construyó en San Juan fue el San Emiliano, que se levantó entre 1834 y 1850 . Esta obra fue ordenada por el gobernador José Yanzón tras una inundación devastadora en enero de 1834, que provocó graves daños a la ciudad al desbordarse el río San Juan", de acuerdo a lo que publicaron en #Marco histórico del riego en San Juan, Argentina Fernando Gonzalez Aubone, Lourdes Reggio , Luisa Graffigna. Luego de esto también por efecto de las inundaciones se construyó otro dique en San Juan. "El Dique José Ignacio de la Roza fue inaugurado el 2 de diciembre de 1895 . La construcción de esta obra se inició en 1894 como respuesta a una gran inundación que afectó gravemente a la ciudad de San Juan, y fue diseñada por el ingeniero César Cipolletti. La obra tuvo un costo de $250,000 y fue realizada con el objetivo de controlar los crecientes del río San Juan y mejorar la distribución del agua para riego", según publica San Juan al mundo.
La construcción del Dique de Ullum, en la provincia de San Juan, Argentina, comenzó en 1969. Este proyecto formó parte de un plan de desarrollo hidráulico con el objetivo de mejorar el riego agrícola, generar energía hidroeléctrica y controlar crecidas. La obra se completó e inauguró oficialmente en 1980, marcando un hito en la infraestructura de la región al proporcionar un recurso clave para el desarrollo económico y social de la provincia. Luego con el objeto de hacer un aprovechamiento total del Río San Juan, aguas arriba de dique de Ullum se construyeron Punta Negra y Caracoles, con el objetivo de aprovechar al máximo el almacenamiento de aguas y con ello tener una muy buena producción de energía hidroeléctrica.
Con la construcción del Dique de Ullum se comenzó con un programa de impermeabilización de canales de riego en San Juan se inició en 1984 . Este proyecto fue implementado como parte de un esfuerzo más amplio para mejorar la eficiencia del uso del agua en la agricultura y minimizar las pérdidas por filtración en los canales. La impermeabilización buscaba asegurar una mejor distribución del agua y garantizar el riego adecuado para los cultivos en la provincia, lo que es crucial dado el clima árido de la región. El tema es que en el tiempo el programa no continuó y en la actualidad 40 años después tiene muchas deficiencias por pérdidas y roturas de los canales.
En esto, las Juntas de Riego y la administración del agua a lo largo del tiempo, se quedaron con la infraestructura que tenían. Los productores, que son los que se encargan de la administración del agua, a través de las Juntas de Riego y el Consejo de Hidráulica y el sector político poco y nada hicieron por hacer crecer y mantener la red de canales impermeabilizados que fue un ejemplo en Latinoamérica. Este sistema hizo que se avance en regar con mayor eficacia y con ello poder cubrir una mayor extensión en la superficie cultivada. En ese momento, se estima que la cantidad de hectáreas cultivadas superaba ampliamente las 110 hectáreas con derecho a riego y el dato efectivo es que en su mayoría estaban en producción.
Pese a tener toda la infraestructura para el almacenamiento de aguas, a lo largo del tiempo se vivieron tiempos complicados en la provisión del agua. Al agudizarse las sequías y el Río San Juan al traer un caudal oscilante, llegó al punto que los embalses estuvieran en la última gestión del ex gobernador Uñac que estuviera por debajo de su cota de seguridad, poniendo en riesgo inversiones varias veces millonarias.
En la actualidad se trabaja en una planificación estratégica del manejo del agua. Pero el condicionante que se vive en estos tiempos es la crisis económica y la escasa posibilidad de conseguir fondos para hacer obras que lleven a resolver muchos problemas estructurales que existen, sin embargo se avanzó en algunas cosas como fue el mantenimiento del Dique José Ignacio de la Rosa.
Pero mirando los tiempos que se vienen, donde, como dijimos al inicio de este artículo las proyecciones hídricas indican que el caudal irá a la merma, la única que queda es ajustar en la aplicación de tecnologías de eficiencia en la utilización del agua. Para ello hay que proyectarse en el tiempo y porque no pensar en qué tipo de producción pretendemos para la provincia. Es que si esto no ocurre, las formas tradicionales de explotación del campo llevan a que inexorablemente en un futuro muy cercano vayan a la extinción.
Con el camino planteado en la historia, muestra que San Juan tuvo siempre muy presente el ser innovador en la aplicación de tecnologías hídricas que llevó a que el valle del Tulúm se convierta en un oasis productivo. Pero a lo largo del tiempo, también arrastramos luchas intestinas que no hacen más que enfrentar a un sector con otro. Es el momento de avanzar y tener un concepto claro "cada gota de agua vale" y "que cada gota de agua que desperdiciamos nos hace perder dinero". Esto se logra con cohesión social, donde se piense en San Juan en el futuro y donde "el sálvese quien pueda", quede erradicado de nuestro vocabulario".