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RELIGIÓN

La fe arrinconada entre los cerros huaqueños

En el pueblo jachallero de apenas un poco más de un millar de habitantes hay tres comunidades, cada una con su respectuiva capilla, donde se venera a San Nicolás, la Virgen del Rosario y a San Roque. También a Santa Bárbara y la Virgen de Andacollo.

La iglesia de la Virgen del Rosario en el Centro de Huaco. Las imágenes son las más grandes del departamento Jáchal.

No son aquellos enormes y magestuosos edificios cargados de historia, llamativa construcción, especialmente colonial o de estilo Barroco. No resaltan por su infraestructura o decorado, (muchas veces con abundancia de oro y plata en su interior), sino todo lo contrario. Destacan por su sencillez y humildad. En Huaco, Jáchal, hay tres comunidades: El Centro, El Alto y el Barrio Olivares. En cada una de ellas un lugar de adoración de los fieles católicos.


Para los que gustan del turismo religioso pueden transitar la siguiente Ruta de la Fe. Iniciar el recorrido por el mismo ingreso al pueblo por la Avenida Paso de Los Andes donde se ubica la Capilla de San Nicolás de Bari cuya festividad se celebra el 1 de enero. La capilla se construyó nueva hace algunos años pero conserva las mismas formas y características. Las paredes ya no son de adobe y el techo de caña y el piso de mosaico pasó a ser de cerámico. A ello se le agregó un campanario más moderno.

La Capilla de San Nicolás en el Alto de Huaco. Es la primera celebración religiosa del pueblo huaqueño ya que la fiesta y procesión se hace cada 1 de enero.


En el Centro, sobre la Avenida San Martín está la Iglesia de la Virgen del Rosario bajo la advocación que se celebra el 7 de octubre. Es la más grande de todas, con una nave central y dependencias a ambos costados y hasta se construyó una casa amoblada para que los curas que vienen del Templo San José de Jáchal pueden pernoctar en el lugar. Fue reacondicionada varias veces, también conservando su fisonomía y construcción y hasta sus paredes de enormes adobes de barro, techo de caña y palos de álamo, el piso ahora es de cerámico.

La capilla de San Roque en el Barrio Olivares. Allí también se venera a Santa Bárbara.


Se distingue porque posee las ímagenes más grandes del departamento que hace unos años de estar colocadas en la pared sobre estrados de madera pasaron a pedestales fijos sobre el piso. Allí lucen por su majestuosidad la Virgen del Rosario y San José, patrono del departamento. Las mismas, a pesar de sus dimensiones y peso en las procesiones son llevadas en andas sobre los hombros de los fieles. Dos gigantescas campanas, que anuncian el rezo de las misas y novenas, ocupan el amplio campanario. 


En el fin del poblado, sobre la calle Olivares está la capilla de San Roque que esta en proceso de refacción, hace poco fue ampliada un metro a cada uno de sus costados, se le colocó cerámico al piso y se reemplazó el techo de madera de álamo y caña por el de machimbre y membrana aislante.

La Virgen de Andacollo también es venerada en el Centro.


Un poco más allá en un callejón de unos 200 metros, ya sobre las barrancas del Río Huaco, se emplaza la capilla de San Antonio que tiene su festividad en el mes de junio. Es la más humilde de todas, pero en su interior, además de las imágenes se guarda material que donan los propios fieles para futuras ampliaciones.

Las gigantescas campanas de bronce de la iglesia de la Virgen del Rosario.


Es de pequeñas dimensiones pero pero íntegramente construida con adobe, caña y palos.
En la iglesia del Centro y del Barrio Olivares se ora a otros santos. En la primera, el 26 de diciembre se hace la procesión a la Virgen de Andocollo en la que desde la primera noche de novena le bailan sus chinos danzantes al son de una guitarra, una caja y un triángulo como percusión, singular, peculiar y milenaria danza distinta a la que le ofrendan a la misma virgen en Tamberías, Jáchal, Chimbas o el vecino país de Chile.

La nueva capilla de El Alto de Huaco a la que se le adosó un vistoso campanario.


En la segunda también honran en octubre a la Vírgen de Santa Bárbara con el tradicional homenaje de las agrupaciones gauchas pueblerinas.
Como se ve, la fe está regada a lo largo y extenso de la reducida población huaqueña, a la que a cada celebración acuden todos aquellos que sufrieron el desarraigo y regresan para brindarles culto.

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