El pueblo donde vive una familia presenta su vino
Se trata de 300 botellas de vinos El Chinguillo. Con lo recaudado en su venta, el objeto que tienen es hacer mejoras en el lugar. En la actualidad tienen menos de media hectárea cultivada. Hay agua y terreno para cultivar pero el limitante es las condiciones de ingreso al paraje iglesiano
El viernes pasado se hizo la presentación del vino el Chinguillo, en el espacio La Macia 1940. En la ocasión estuvieron los principales referentes del sector vitivinícola, acompañados por enólogos y enófilos que disfrutan del arte del buen beber.
El vino el Chinguillo nace como una historia, y forma parte sin dudas de lo que le ha ocurrido a los pueblos del interior, donde sus habitantes tuvieron que irse a buscar nuevos caminos. La familia que comandaba históricamente el lugar era los Solar, en la actualidad solo vive Iván Solar, con su esposa y dos hijos. Literalmente tienen el pueblo en sus manos y reciben a esporádicos visitantes que vienen a contactarse con la naturaleza a este paraje iglesiano. "Las puertas están abiertas para el que quiera llegar", dice Iván con su hospitalidad de hombre de campo.
En el pueblo, hay una sala de primeros auxilios, una escuela- sin alumnos- y toda una infraestructura. De hecho trabajan para que la escuela vuelva a abrir y que no se la considere como un costo dentro del presupuesto sino como un deber hacia quienes hacen Patria en estos distritos alejados".
La idea de poner un viñedo en estas latitudes iglesianas nació en 2018 cuando Iván Solar le prestó un pedazo de terreno a Andrés Martínez, quien entre otras cosas implantó una pequeña viña. Lo cierto es que se hizo la primera cosecha y fue cuando nació la idea de hacer un vino. Es cuando convocan a Juan Camuñas, el enólogo que hizo posible que se desarrollara este producto exclusivo.
"Para nosotros es un orgullo hacer este aporte turístico y vitivinícola. Además es un homenaje a mi padre- Don Juan Solar- de hacer Patria todos los días y encontrarnos con la gente que vino a la presentación del vino nos emociona mucho", explica Iván Solar, el jefe de la única familia que vive en el pueblo. Al referirse al lugar en el que vive afirma "soy un agradecido a Dios y la vida el poder preservar este lugar para que no se pierda".
Andrés Rodríguez, recuerda que "hace unos 12 años comencé a ir al Chinguillo y me hice amigo de la familia Solar, que le abren la puerta a cualquier persona sin necesidad de conocerlo y eso hicieron conmigo". Varios años después del nacimiento de la amistad surgió la idea de plantar una viña con varietales como Malbec, Cavernet Sauvignón y Savignón Blanc y de esa forma en 2020 se pudo elaborar vinos por primera vez y también en 2021. "Lo cierto es que por una cosa u otra no los veníamos presentando y ahora es la posibilidad de presentar este vino".
Respecto al viñedo contó que "tenemos pocas plantas, pero la idea que tenemos con la familia de Iván- Solar-, es ampliar la cantidad para poder hacer más botellas de vino". La idea es tener más de 1000 plantas en el lote destinado a la viña.
A su vez, remarcó que "todo lo que surja de este vino, que es el esfuerzo de mucha gente, queremos que se invierta en obras, acueducto, lugares para dormir. Esto es un gusto de mucha gente, es una diversión y a su vez tenemos un vino que lo queremos ofrecer y con los recursos que obtengamos mejorar El Chinguillo".
Juan Camuñas, el creador del vino
Para hacer realidad el proyecto de hacer un vino de la zona, Martínez convocó al enólogo Juan Camuñas, quien fue el encargado de la elaboración. Pero en el proceso, los viajes y el contacto con la familia hizo que los lazos se estrecharan y hoy más allá de cultivar una viña, también lo hacen con la amistad.
Camuñas contó que en "2020 se elaboró un blend con la fermentación conjunta de Malbec y Cavernet Saugvinón, porque la cantidad de uvas era muy escaza y en la cosecha 2021 se hizo un Sauvignón Blanc, que solo salieron 30 botellas y un Malbec que alcanzó para elaborarlos por separado". Este último vino "se crió un año en barricas y ahora lleva un año embotellado".
El enólogo cuando habla de su experiencia profesional para elaborar estos vinos manifestó que "fue mutando, al principio mi único objetivo era ver que da esa uva. Los enólogos cuando encontramos un viñedo de una zona no muy estudiada nos llama mucho la atención". Pero "sin querer me fui enamorando del lugar, de la gente del Chinguillo que me atendió de primera, por lo que me empezó a motivar otra cosa, no solo la uva, sino aportar mi granito de arena para la conservación de ese pueblo tan bonito".
Sobre los vinos que se produjeron afirmó que "tienen muy buena potencia e intensidad, tienen una frescura y una elegancia inigualable. No son vinos que se parecen a otros de cualquier valle de la provincia de San Juan", que hace que tengan una personalidad definida y única.