La leyenda viviente del básquet local

Dice él que estuvo toda su vida vinculado al básquet. A los 78 años Agustín  Bustos es uno de los referentes de este deporte en San Juan. Su nombre indefectiblemente se vincula con Isca Yacú.

El Viejo, el Canoso, el  maestro, el profe y un sin fin de apodos sumó a lo  largo de su carrera como entrenador de básquet.

Varones al principio y con el paso del tiempo también entrenó equipos de mujeres. 
Un catedrático del deporte de la naranja hoy será homenajeado como corresponde: en vida.

Hoy comienza el Torneo de Primera división del básquet local y el nombre será Agustín Bustos en homenaje a su amplia trayectoria.

"Desde que tengo memoria me siento vinculado con la naranja. Iba  a mirar los partidos desde chico pero no podía jugar porque tenía un problema de bronquios, que no me dejaba agitarme. Cuando cumplí los 14 me dieron el alta y lo primero que hice fue irme al club a jugar" empieza contando Agustín con una sonrisa ansiosa, sabiendo que se viene un homenaje que no esperaba.
Cuando dejó de jugar en su Isca Yacú, decidió dedicarse a la enseñanza.

"En aquellos tiempos no había una carrera que entregara un título. Hacía clínicas con entrenadores y luego lo aplicaba en la enseñanza. Empecé de monitor, seguí de instructor  y terminé entrenador de varones, pero también de mujeres. En esa época que yo me iniciaba, en San Juan había un auge importante porque había muchos clubes y muchas mujeres jugando" recuerda Agustín.

Al borde de iniciar su octava década no se retira. Se lo ve siempre por las instalaciones de su segunda casa: Isca Yacú.

Este club, de calle General Paz aún sigue manteniendo su actividad del básquet es por Agustín  Bustos, quien no dejó de realizar su aporte. Aún cuando las cosas andaban muy mal.

"El basquet es mi vida, yo tengo mi jubilación. Durante toda mi vida me la rebusqué para trabajar. Nunca me faltó el pan porque la peleaba todos los días por mi familia. Pero nunca deje a la familia del básquet. Los pibes que venían al club también eran mi familia y sabía que lo mejor era educarlos, formarlos y guiarlos. Disfrutaba mucho de esa tarea, no recibía plata, pero si algo muy importante que es el reconocimiento de los chicos. Muchos de ellos volvieron al club con mas años y agradecían haber estado en el básquet. Para mi no hay mejor pago que ese", en la frase final su voz se quiebra se silencia y está muy claro que su amor por el club y por el básquet es demasiado poderoso.

Agustín dirigió también en Inca Huasi, en Trinidad cuando existía el básquet en el predio de calle Mendoza, también en Estrella y en Jáchal BC cuando todavía entrenaba en la Sociedad italiana.

"¿Recuerdos? Muchos y los atesoro en mi corazón. Yo enseñaba pero a la vez aprendía de todos. Me gustaba hablar pero también escuchar. Las mujeres que venían a entrenar tenían cada historia y cuando se ponían la camiseta se olvidaban de todo y jugaban sabiendo del sacrificio que hacían en la semana" expresa con orgullo Agustín quien muestra algunas fotos en blanco y negro con su pasado de jugador y de entrenador de San Juan.

La vida hoy se pone de su lado con un guiño que es mas emocional que deportivo, pero que es un homenaje a la persona que dio todo lo que tiene para que la Naranja siga picando en el piso de granito de Isca Yacú.