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Pudieron hacer historia

El equipo que la guerra comenzó a dividir en el Mundial de Argentina

El equipo que la guerra comenzó a dividir en el Mundial de Argentina. La selección yugoslava de básquet que ganó el campeonato que se desarrolló en nuestro país en 1990 estuvo conformado por una generación de brillantes jugadores. Luego, la guerra de los Balcanes los separó.

El equipo de Yugoslavia que se consagró campeón del Mundo en Argentina 1990.

Petrovic, Divac, Kukoc, Radja, Radulovic, Cutura, Zdovic, son algunos de los tantos nombres de una generación brillante de basquetbolistas que nacieron en la antigua Yugoslavia. Una generación que conformó un equipo que pudo hacer historia en el básquet mundial pero que se dividió con el inicio de la llamada Guerra de los Balcanes que tuvo su origen en 1991 con la independencia de Croacia.

El equipo que tenía como figuras principales al gran base croata Drazen Petrovic y al pivote serbio Vlade Divac, comenzó su exitoso recorrido en los Juegos Olímpicos que se desarrollaron en Seúl en 1988, torneo en donde Yugoslavia obtuvo la medalla de plata al caer en la final ante la poderosa selección de la por entonces Unión Soviética, una de las grandes potencias del deporte.

A pesar de la derrota en el partido decisivo, el mundo del básquet quedó maravillado con el talento y el juego que desplegaron los dirigidos por Ivkovic en tierras asiáticas. La edad de sus integrantes, la mayoría no tenía más de 21 años, hacía presumir que Yugoslavia se convertiría en el equipo más poderoso de la década del 90.

El incidente con la bandera de Croacia en el Luna Park.

El incidente con la bandera de Croacia en el Luna Park.

La Eurobasket de 1989 que se jugó en tierras yugoslavas, más precisamente en la ciudad de Zagreb, fue el punto de despegue de aquella selección. El triunfo ante los griegos en la final hizo olvidar rápidamente el sabor amargo que provocó la derrota ante los soviéticos un año antes. Todo el pueblo, sin importar si eran croatas, serbios, eslovenos, bosnios o macedonios, salió a las calles a celebrar el campeonato logrado por sus nuevos héroes.

En el Mundial desarrollado en Argentina en 1990, Petrovic, que ya había desembarcado en la NBA, y compañía, confirmó su liderazgo en el básquet mundial, al vencer en la semifinal a los Estados Unidos y en la final a la Unión Soviética, tomándose revancha de lo sucedido dos años antes.

Ese torneo que se jugó en Buenos Aires fue el inicio del fin de ese maravilloso equipo. La división entre croatas y serbios, que en 1991 los llevó a enfrentarse en una cruel y sangrienta guerra que duró cuatro años, se pudo observar en los festejos que se desataron en el mítico Luna Park por el título obtenido, apenas finalizada la final.

Esa noche del 20 de agosto de 1990, mientras los yugoslavos daban la vuelta olímpica ante el aplauso del público porteño, Tomás Sakic, un argentino hijo de croatas, ingresó a la cancha con una bandera de Croacia, hecho que produjo la reacción de Divac, quien se la quitó y luego forcejeó con el muchacho, quien intentó recuperarla. Muchos acusaron al pivote de escupir y pisotear la bandera.

Al referirse a lo ocurrido, Divac señaló que "no reaccioné así porque tuviera la intención de mostrar rechazo a nadie. Solo quería proteger a mi equipo y defender que éramos un equipo de Yugoslavia, no de Croacia, ni de Serbia, ni de ninguna otra República".
Otra de las estrellas de ese equipo, que tuvo una actuación superlativa en tierras argentinas, Toni Kukoc, dijo sobre lo ocurrido: "Estoy seguro de que en ese momento Divac no sabía la repercusión que iba a tener".

Con los años se supo que el joven que ganó protagonismo en el festejo de los campeones, sería hijo de Dinko Sakic, líder fascista croata, miembro de la Ustacha, organización que colaboró con los nazis y que dirigió el campo de concentración de Jascnovac en el que fueron asesinadas más de 80 mil personas entre 1941 y 1945.

Finalizada la guerra, Dinko huyó a la Argentina pero en 1988 fue extraditado a Croacia, en donde se lo juzgó y condenó a 20 años de prisión por los crímenes que cometió.

El incidente, al que no se le dio mayor significación en el momento, tal vez por la alegría de la victoria, comenzó a resquebrajar la unión del grupo y originó la ruptura de las relaciones entre los dos pilares del equipo, Petrovic y Divac.

El nuevo desafío que se le presentó al campeón mundial fue la Eurobasket que tuvo lugar en Roma en 1991. Sin la presencia de Petrovic, quien no jugó el torneo alegando que le daría prioridad a su preparación para afrontar con éxito su segunda temporada en la NBA, Yugoslavia ratificó su poderío venciendo en el partido definitorio al dueño de casa.

El base esloveno Jure Zdovic, de gran desempeño durante el campeonato, no pudo disputar los dos últimos partidos en la capital italiana. Durante esos días, Eslovenia se declaró independiente y se independizó de Yugoslavia. Las autoridades del nuevo país le prohibieron al jugador defender la camiseta azul, bajo la amenaza de que podía ser declarado traidor a la Patria. Con lágrimas en los ojos, Zdovic se despidió de sus compañeros y abandonó la concentración.

Meses después se alejaron para siempre del equipo otros jugadores, cuando Croacia y Macedonia también se declararan independientes de Yugoslavia, desatando una guerra que dejó 130 mil muertos, siendo la mayor masacre ocurrida en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

Ese fue el fin de la generación dorada del básquet de Yugoslavia, que no pudo competir en los Juegos Olímpicos que se realizaron en 1992 en Barcelona por una decisión de las Naciones Unidos.

Tal vez el único equipo capaz de desafiar en tierra catalana al Dream Team de los Estados Unidos, selección que por primera vez en la historia de los Juegos estuvo integrado por jugadores de la NBA, la liga más importante del mundo.

Petrovic, Divac, Kukoc, Radja y compañía, ¿habrían podido superar a Jordan, Bird, Malone, Ewing, Johnson, entre otras figuras? Nunca se sabrá. La guerra ya había dividido al equipo que podría haber realizado la hazaña.

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