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¿Quién tiene más ventaja en la comunicación humana? ¿El hombre o la mujer?

¿Quién tiene más ventaja en la comunicación humana? ¿El hombre o la mujer? Mientras tomaba un descanso en la Puerta del Sol en Madrid, luego de una conferencia en la Universidad Camilo José Cela, a pocos metros del simpático Oso Madroño, escuché que una pareja conversaba en un tono que se parecía mucho a una discusión.

Análisis exclusivo para El ZondaPor Hugo Lescano*@hlescano

El hombre intentaba persuadir a la mujer justificando algunos de sus comportamientos en hechos ocurridos hacía pocos días, mientras la mujer refutaba cada uno de sus argumentos casi sin mirarlo, al tiempo que alimentaba a las palomas que se aglutinaban a sus pies. En un momento el hombre dijo, con cierta decepción. "¡Contigo no se puede mujer! ¡Tienes la habilidad de hacerme quedar como un idiota!" Tuve que girar mi rostro para que no vieran mi risa contenida. Me dieron ganas de decirle al hombre que Charles Darwin ya lo había dicho hace más de un siglo.
Mucho se ha investigado sobre el comportamiento humano y un poco menos sobre las diferencias entre hombres y mujeres. En el imaginario colectivo existen apreciaciones estereotipadas sobre este tema, tales como: Los hombres son más racionales o las mujeres son más sensibles. Del mismo modo se ha hablado mucho sobre la diferencia en sus hemisferios cerebrales llegando a "conclusiones" sesgadas que dejan a la mujer en un rol secundario o de desventaja.

 

Del mismo modo se ha hablado mucho sobre la diferencia en sus hemisferios cerebrales llegando a "conclusiones" sesgadas que dejan a la mujer en un rol secundario o de desventaja.

 

Lo cierto es que, si bien la conducta humana es el resultado de factores sociales y culturales, existen algunas diferencias biológicas. Por ejemplo, las mujeres tienen un 11% más de neuronas que los hombres en los centros para el lenguaje y el oído. El principal centro de la formación de emociones y recuerdos -el hipocampo- es también más grande en ellas, del mismo modo que los circuitos para el lenguaje y para percibir emociones.
El primer punto de apoyo para sospechar diferencias ventajosas de la mujer por sobre el hombre, lo estableció Charles Darwin en febrero de 1871 con la publicación de su libro El origen del hombre y de la selección en relación al sexo". Allí el naturalista inglés esgrimió el concepto más polémico como resultado de sus observaciones. Según sus estudios, las hembras de todas las especies observadas –inclusive la nuestra- tienen capacidades cognitivas superiores a la de los machos y una autonomía asombrosa en la elección de sus parejas para el apareamiento. Las conclusiones de Darwin no fueron bienvenidas en un mundo donde la mujer estaba invisibilizada al punto que decir "hombre" era abarcar a toda la especie humana. Recibió un sinnúmero de críticas y señalamientos de sus pares, como resultado de la molestia que ocasionaba en su época describir habilidades femeninas. Sin embargo, Darwin - como solía decirlo cada vez que alguien intentaba "refutar" sus argumentos sin presentar evidencias – se limitaba a responder cortésmente: "Sus creencias son respetables pero los hechos son incontestables".
Han pasado 150 años desde entonces y la investigación sobre el comportamiento ha avanzado de tal modo que hoy no hay dudas de que la mujer ha tomado la delantera en muchos aspectos. El devenir de las investigaciones permite explicar al menos dos "ventajas" de la mujer por sobre el hombre. Estas son; su capacidad discursiva argumental y su habilidad semiótica.
Vayamos a la primera. En una discusión, la mujer generalmente, - y los lectores que han pasado por esta experiencia saben a lo que me refiero-, suelen focalizarse en aspectos argumentales que no son los centrales del tema en cuestión. La estructura discursiva comienza a desplazarse hacia temas tangenciales y hasta inconexos con el tema central, pero con una coherencia irrefutable. Esto sucede tan sutilmente que cuando lo notamos ya no nos es posible regresar al punto inicial y nos encontramos en un laberinto sin salida discutiendo sobre algo que ni siquiera habíamos pensado.
La segunda ventaja, la habilidad semiótica, refiere a la capacidad de comprender las "señales" del entorno sin necesidad de explicaciones verbales. Un cajón a medio cerrar, un ticket de una compra olvidado sobre el escritorio o un dato cualquiera registrado en un papel, alcanzará para hilvanar hechos que permitirán al mejor estilo Sherlock Holmes, sacar conclusiones con un margen de error muy reducido.
Quizá ya sea tiempo de visualizar a la mujer en nuestro mundo de relaciones, reconociendo su autonomía y capacidad quitándonos el filtro de las presuposiciones antropocéntricas y mezquinas.
Recodemos entonces que la mujer tiene habilidades distintas a las del hombre y, en todo caso conviene a los hombres, aliarnos para complementarnos como equipo, lo que nos dará mayor eficacia. Ojalá podamos lograrlo. Ojalá podamos verbalizarlo y demostrarlo en gestos de permanente apoyo y reconocimiento. Ojalá - este mes de la mujer que está terminando y también el resto del año -, podamos entender y aceptar que, en su comunicación no verbal, la mujer tiene habilidades que los hombres necesitamos adquirir. Ojalá no solo nuestras palabras, sino nuestros gestos denoten nuestras convicciones de igualdad y de respeto hacia la mujer. Porque como siempre decimos en nuestro laboratorio, nuestro cuerpo no sabe mentir.

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